"Savia": Las víctimas invisibles que dejó el 'boom' del caucho en el Perú
"Savia": Las víctimas invisibles que dejó el 'boom' del caucho en el Perú
Enrique Planas

Don Jesús, el viejo cauchero, agoniza. Faltan pocas horas para la Navidad de 1968, y la selva está muy lejos de su decadente habitación limeña. Las cortinas raídas están hechas con las velas de los vapores que llevaban la producción de caucho a China. El televisor emite en blanco y negro discursos de su odiado Velasco, los besos de "Simplemente María" y la evasión futurista de la serie "Perdidos en el espacio". Sobre la cómoda, el ensayo de Clemente Palma "El porvenir de las razas en el Perú" respalda su racismo. Un libro que considera al indio "cobarde, débil y traicionero".

Asistido por su paciente enfermera, poca vida le queda al empresario responsable de acabar con miles de indígenas huitotos. Y mientras delira, tres mujeres decapitadas se congregan al borde de su cama. Las ánimas buscan recuperar sus cabezas, pero para ello deben purgar la memoria de su asesino. Y no les queda mucho tiempo.

Después de conmovernos con "La cautiva”, obra enfocada en el cuerpo sin vida de una joven ayacuchana, violada por una tropa del ejército en tiempos de lucha contra Sendero Luminoso, el dramaturgo Luis Alberto León nos entrega "Savia", segunda parte de una trilogía enfocada en los momentos críticos de nuestra historia republicana. Esta vez, el autor profundiza en la violencia producida contra los huitotos o murui-muinanes durante la época del auge del caucho.

Se tata de una crítica al abuso de los empresarios caucheros peruanos a inicios del siglo XX, pero también de todo un Perú oficial que respaldó tal empresa extractiva. "En la obra hablo de la ansiedad, del miedo como generador de los deseos desbordados. Más allá de hablar del pasado, del empresariado o de una mentalidad capitalista, siento que en esta obra estamos hablando del ahora", señala el dramaturgo.

—Un siglo de culpa—
En una escena del montaje, don Jesús ofrece un discurso en sus años mozos, cuando era el gran empresario del caucho peruano. En su discurso habla de justicia, de pureza, de valores tradicionales. Pero detrás de un discurso aparentemente benévolo, se esconde el miedo al diferente, el lucro desenfrenado, la angurria. Y en la tribuna, aplauden el presidente, los diputados y senadores, cardenal y Fuerzas Armadas. Hasta el cónsul inglés. Se trata de una escena que deja muy claro la responsabilidad de todos los partícipes de uno de los momentos más negros en nuestra historia.

"El genocidio indígena se realizó con la anuencia de los poderes del Estado. Como sucede en el Perú la mayoría de las veces, los culpables nunca fueron sentenciados", explica León. De hecho, el empresario cauchero Julio César Arana, quien sirve de modelo al personaje encarnado por Leonardo Torres Vilar, murió tranquilo en su casa, a los 88 años, tras ganar muchas batallas legales. "Hasta hoy Arana es visto por muchos peruanos como un ciudadano honorable", señala León.

, completan el reparto Alejandra Bouroncle, Evelyn Allauca y Cindy Díaz, voces de la memoria huitoto.
, completan el reparto Alejandra Bouroncle, Evelyn Allauca y Cindy Díaz, voces de la memoria huitoto.

—Denuncia compartida—
Pero "Savia" no es producto de una escritura solitaria. León reconoce siempre el papel de la directora Chela de Ferrari, quien hace suya la obra. "Llega un momento en el que yo no puedo decir cuándo termina mi obra y dónde empieza la de ella", reconoce el dramaturgo. "Tengo la noción de que ella conoce la obra mucho más que yo. Ve cosas que yo no he visto. Aporta un conocimiento que yo no tenía", añade.

En ese sentido, De Ferrari ha potencializado la teatralidad de las tres mujeres muruis en su lucha por recuperar lo que les ha sido arrebatado. Estos tres seres fantasmales deciden hacer revivir al cauchero momentos del pasado, y aprovechar ese momento para darle a beber un purgante que les permita a ellas recobrar sus cabezas, sus identidades perdidas. "Ellas utilizan este recurso teatral para reconocer la herida, abrirla y limpiarla. Hemos intentado volver al rito original del teatro, a su origen purificador", explica.

El teatro como medio para iluminar lugares oscuros, para ventilar cuartos cerrados, para hacer visible lo invisible. Para Chela de Ferrari, la idea de "purga" como mecanismo generador de memoria ha sido un concepto del que se ha servido para su puesta en escena. "Cuando no hay purga, no hay cura. Cuando no hay sanción, autocrítica ni reflexión, no hay cura", explica la directora.

Han pasado 100 años del exterminio en nuestra Amazonía y para ambos resulta sorprendente que esta historia sublevante no se enseñe aún en las escuelas. Y lo peor, un siglo después, nuestra actitud frente a la selva haya variado tan poco. "Ahora puede verse más disimulado, pero la selva sigue siendo un campo de batalla comercial", afirma León. "Un sitio para depredar, ajeno a nosotros. Un lugar salvaje, al cual no nos acercamos por miedo. No es un lugar para habitar. No es un lugar para ser. Solo es un lugar para explotar", lamenta.

MÁS INFORMACIÓN
​Lugar: Teatro La Plaza, Larcomar, Miraflores.
Temporada: De jueves a martes, 8 p.m. Domingos, 7 p.m. Del 12 de octubre al 12 de diciembre.
Entradas: S/45 y S/25.

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