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Las crónicas, como decía el buen Gabo, pertenecen a una rama de ese frondoso árbol que se llama literatura, pero no pretenden ser ficción sino todo lo contrario: las crónicas se concentran en la realidad de los hechos, en el detalle del suceso, en la intensidad de lo vivido. La magia está en explicar esa realidad como si fuese algo extraordinario. Y mayormente lo es. Por algo cada historia que ahora presentamos terminó como el esqueleto de una narración de ese tipo y así perdurará. Acabamos el 2024, y lo recordamos dejándoles estas 24 crónicas con una pequeña introducción y el enlace a ellas. Una antología imperdible.
Mientras en Lima y en las otras ciudades del Perú, adultos y niños pasaban la medianoche y recibían la Navidad en medio de festejos y abrazos, en los rieles del Ferrocarril Central, ya en la misma capital, a la altura de ‘La Atarjea’, una terrible tragedia enlutó a siete familias. Un tren de carga que provenía de Cerro de Pasco con dirección a Lima se descarriló y en pocos segundos acabó con la vida de siete de sus ocho trabajadores. El Comercio logró informar el hecho casi al cierre de su edición del 25 de diciembre de 1953. Poco se supo esa medianoche del 24 de diciembre, pero el 25, todo fue más atroz a la luz del día.
La campaña en el sur peruano, entre 1879 y 1880, a pesar de la gesta heroica de Miguel Grau y Francisco Bolognesi, significó una rotunda derrota para los nacionales en la nefasta Guerra del Pacífico (1879-1883). Las fuerzas chilenas asumieron entonces el reto de llegar a Lima ese enero de 1881. El sol quemaba las entrañas, no solo por las altas temperaturas sino también porque el pueblo peruano sentía el ardor y dolor de ver su tierra invadida en el sur, acosada en el norte y ahora amenazada en Lima, en la costa central del país.
Un día después que la Policía peruana capturó al senderista Edmundo Cox Beuzeville, alías ‘Federico’, una estrella del cine de terror llegó a nuestro país. El 22 de agosto de 1993, la actriz estadounidense Linda Blair (San Louis, Misuri, 1959) llegó al Perú como parte de una misión de Greenpeace. Recordamos ese pasaje de su vida que la vinculó con el Perú, hoy que cumple 65 años.
En enero de 1969, Lima fue testigo de la llegada de Mick Jagger, un joven de 25 años imbuido en un espíritu rockero innovador. Proveniente de Kent, este futuro ganador de dos premios Grammy, junto a su compañero de toda la vida, Keith Richards, fundó en 1962 los Rolling Stones, la emblemática banda que los catapultó a la fama. Jagger, ya convertido en una estrella del momento, dejó una marca imborrable en la capital peruana.
El 15 de febrero de 1988, Lima llegó a una temperatura de 30.7 grados centígrados. Fue el día más caluroso en lo que iba de ese verano. Pero en Viña del Mar, Chile, el calor del momento fue más dramático e injusto. Esa mañana, la agencia oficial de noticias Orbe, de la dictadura militar de Augusto Pinochet, dio la noticia de que la canción peruana que nos iba a representar en el Festival Internacional de la Canción de la “Quinta Vergara” había sido descalificada por plagio. Pero esa fue una falsa acusación. Había un interés político de por medio. La primera en rechazar esa decisión fue Marcela Sánchez, Maché, la intérprete peruana del tema “No vas a hacerme el amor”. Pese a todo, la prensa acreditada la designó “Reina del Festival”, en tanto el público chileno y sus artistas también la apoyaron.
Su nombre era José Joaquín Ávila Portalatín, Yiye Ávila, y era de Puerto Rico. Tenía entonces 52 años. El pastor llegó en un momento crucial del Perú: la dictadura militar había dado visos de cambio al permitir la implementación de una Asamblea Constituyente. En ese verano del ‘78, el país ya vivía una intensa campaña electoral para elegir a los constituyentes en junio de ese año. Los problemas del peruano promedio eran la pobreza, la inseguridad, la falta de trabajo y las carencias del sistema de salud. Este último punto era la pesadilla de millones de peruanos todos los días del año. Para aliviar ese asunto, llegó a Lima, el viernes 17 de febrero de 1978, el esperadísimo Yiye Ávila. Él iba a sanar a todos los que acudieran al estadio de Matute.
En el atardecer del lunes 30 de marzo de 1964, Jorge Laur Medina se encontraba en su restaurante “El Criollo Viejo”, en La Victoria, preparándose para cerrar temprano ya que no había clientes ni empleados presentes. En ese momento, su hijastro, Jorge Laur Peralta, llegó al establecimiento. ¿Qué provocó la discusión entre ambos antes del trágico desenlace? Los detalles sobre el motivo de la disputa no se conocieron en los primeros días posteriores al asesinato. Sin embargo, una certeza emergió: el joven, de 20 años, confesó finalmente ser el autor del violento crimen, apenas dos días después de cometerlo.
El 29 de febrero de 1964, un devastador incendio arrasó con el antiguo Mercado Central de Lima. La “Plaza Grande”, como le decían entonces, era un emblema de la capital, y en sus casi seis décadas de vida nunca había soportado un siniestro de esas proporciones. La tragedia se desencadenó tras la explosión de una cocina a querosene en un bazar del mercado. No hubo fallecidos, pero sí nueve personas heridas con graves quemaduras, tres de ellas bomberos. Así, el “mercado más grande de Lima” quedó totalmente destruido hace 60 años.
Hacia mediados de 1966, El Comercio anunció que un espectacular eclipse total solar sería visible en el Perú. Este fenómeno espacial se produce cuando el Sol es ocultado por la Luna y se puede apreciar desde nuestro planeta. Para ello, los tres deben estar alineados. Por eso, este suceso natural era considerado por el Instituto Geofísico del Perú (IGP) y otros entes internacionales como “el evento astronómico más importante del año”.
El “decano de los linotipistas”, Juan Campos Mirelli, había nacido en 1887, solo cuatro años después de la Guerra del Pacífico (1879-1883). Fue un vivaz adolescente que experimentó el paso del siglo XIX al siglo XX. Creció viendo a los nuevos automóviles recorrer las primeras avenidas de Lima; viendo caer las murallas que contenían el crecimiento de la capital, y viendo cómo el Perú se recuperaba lenta pero firmemente tras el colapso de la guerra. Curioso por naturaleza, le llamaba la atención el mundo de la prensa, de las imprentas, donde todo terminaba con un periódico en las manos del lector, y él quería participar de ese proceso. Por eso, a su familia no le sorprendió que a los 19 años, en 1906, Juan Manuel ingresara a trabajar en el diario El Comercio de Lima, que el 4 de mayo de 2024 cumplió185 años.
En la víspera de las fiestas patrias de julio de 1960, un día marcado por la conmoción en el ámbito cultural por la partida del pintor Enrique Camino Brent y por las turbulentas olas que azotaban La Punta, Callao, El Comercio destacaba en su portada una noticia inesperada: “Armero peruano presenta innovadora pistola ‘de escritorio’”, anunciaba en un destacado lateral de la página 1 de aquel sábado 16 de julio de 1960. Este acontecimiento reafirmaba una vez más el talento, la originalidad y el esfuerzo de los peruanos.
El primer avión que había aterrizado en el “nuevo aeropuerto de Lima-Callao” fue a modo de prueba, y había ocurrido el 22 de junio de 1960, durante el gobierno de Manuel Prado. Debieron pasar cinco años más para que, con toda la infraestructura adecuada, los controles aéreos completos y el personal preparado, el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez empezara a atender al público ininterrumpidamente. Fue en la noche del 30 de diciembre de 1965, cuando gobernaba el arquitecto Fernando Belaunde Terry. Ya han pasado un poco más de 58 años de ese gran evento.
Jugaban la denominada “Copa Alcalde de Lima”, en el antiguo Estadio Nacional, y el equipo de la antigua yugoslavia Hayduk FBC llegó con sus figuras dispuestas a ganarle al local Alianza Lima, que traía a futbolistas que habían jugado en el primer mundial de Uruguay de 1930. El domingo 15 de febrero de 1931, la afición peruana se dio cita en el estadio para ver a un equipo extranjero chocar con uno nacional. Entonces, los balcánicos entraron a la cancha del Nacional con una camiseta que lucía una letra en el pecho. Sin contar al arquero, diez jugadores formaron así una hermosa frase: “Viva el Perú”. La conmovedora historia quedó grabada en la memoria de los asistentes y en las páginas de El Comercio.
En setiembre de 1975, Lima fue testigo de un evento sin precedentes: la primera promoción femenina de paracaidistas del Ejército Peruano descendió con valentía y determinación. Los años han transcurrido, pero el ardor y la pasión que estas mujeres sintieron al desafiar la gravedad y surcar los aires permanecen imborrables. El testimonio de Cristina Benito Orozco, entonces la más joven del grupo, así lo revela.
El 27 de julio de 1974, la dictadura militar del general Juan Velasco Alvarado incautó los diarios, entre ellos El Comercio, consumando un asalto que comenzó en 1970 con la ocupación de Expreso y Extra, y luego en 1971 con la Ley General de Telecomunicaciones. Recordamos estos hechos que nunca deben repetirse por el bien de la democracia.
Lo que se vio aquel martes 6 de agosto de 1974, en el santuario histórico de la “Pampa Chacamarca”, escenario de la Batalla de Junín, emocionó a todos los peruanos. En ese sesquicentenario de Junín hubo sendos discursos de las autoridades nacionales e internacionales, una misa de campaña, pero lo que más satisfizo a la gente fue el desfile “cívico-militar” en el que participaron las escoltas de los países invitados, los grupos de la II Región Motorizada del Ejército y los escolares de Junín. Hoy estamos celebrando el bicentenario de esta crucial batalla, acontecida el 6 de agosto de 1824, y que marcó el destino independentista de todo el continente americano.
El 4 de marzo de 1965, Lima recibió con alegría, curiosidad y mucha coquetería al actor francés del momento: Alain Delon. El divo tenía apenas 29 años y estaba en la gloria. Vino junto a su joven esposa, la fotógrafa y luego actriz Francine Canovas, más conocida como Nathalie Delon. Delon era la estrella del cine francés y su llegada a Lima causó un gran revuelo en el mundo del espectáculo y más allá de este. Se hospedó en el Hotel Bolívar, donde dio su esperada conferencia de prensa, para luego visitar un canal de televisión. Fue un placer verlo entre nosotros.
Un día antes que aviones de las Fuerzas Armadas estadounidenses destruyeran una base llena de proyectiles tierra-aire en Vietnam, un macabro asesinato sorprendió a la misma Policía de Investigaciones del Perú (PIP). La madrugada del 16 de octubre de 1965, los agentes peruanos encontraron una horrenda escena en el cuarto del joven actor Carlos Córdoba, ubicado en la avenida Sucre, en Pueblo Libre.
A inicios de la década de 1940, Lima avanzaba muy rápidamente en su proceso de modernización urbana. La ciudad se expandía del centro histórico hacia el sur, principalmente, y los balnearios como Miraflores -además de Barranco y Chorrillos- empezaban a convertirse en las atractivas urbes que hoy vemos. Uno de esos pasos concretos lo dio el distrito miraflorino cuando inauguró la avenida Larco, el 30 de julio de 1941. Pero a fines de ese mismo año, el 31 de diciembre, Miraflores colocó la fresa al pastel cuando puso la “primera piedra” de su Palacio Municipal, de elegante estilo neocolonial. Entonces, una gran emoción invadió el corazón de los miraflorinos de esos años.
Eran las tres de la tarde del miércoles 4 de abril de 1962, cuando un grupo de avezados delincuentes entraron sigilosamente en una joyería de la cuadra tres del jirón Camaná, en el centro de Lima, y sorprendieron a la propietaria, una mujer de origen alemán, nacionalizada peruana. Robaron joyas de su almacén por un valor de “un millón doscientos mil soles” de esos años. Las investigaciones policiales se volvieron complejas, pero finalmente se descubrió que los rateros integraban una banda de extranjeros que había planificado al milímetro el silencioso y espectacular asalto.
La creación de Condorito ocurrió en 1949, cuando René Ríos Boettiger, más famoso como Pepo, dibujó la figura más representativa del cómic chileno durante el siglo XX. Apareció en la revista Okey, el 6 de agosto de ese año. Debieron transcurrir 36 años más para ver publicada la tira cómica de Condorito en un medio peruano. El Comercio dio a la luz la primera de miles de tiras, el 21 de octubre de 1985. Se cumplen 39 años de ese suceso.
Felipe Pinglo Alva (1899-1936) falleció a los 37 años, dejando un legado imborrable en la música criolla peruana. En plena madurez creativa, se consagró como una figura clave del criollismo, con una vida dedicada a las letras y guitarras en las zonas populares de Barrios Altos y La Victoria, donde animó jaranas inolvidables con sus propios valses y polcas. Su obra prolífica es la esencia misma del Día de la Canción Criolla, que celebra su aporte al sentimiento popular peruano.
Mientras la noticia de dos cosmonautas soviéticos que regresaban a la Tierra tras permanecer 139 días en el espacio animaba las redacciones del mundo, en una zona popular del Cercado de Lima, una tragedia rondaba debido a un buzón sin tapa. El 30 de octubre de 1978, el menor Julio Guerra Ortega cayó a un buzón sin tapa, cerca del llamado “puente Viterbo”, en los Barrios Altos y terminó lanzado hacia el río Rímac a cuarenta cuadras de donde se accidentó. Lo de Julio fue como un viaje al mismísimo infierno.
El día anterior, el domingo 8 de diciembre de 1974, se había realizado en Lima, en Palacio de Gobierno, una ceremonia especial. El régimen militar del general Juan Velasco Alvarado iba a condecorar a tres jefes de Estados presentes para la cita por el sesquicentenario de la Batalla de Ayacucho (1824-1974). Dos presidentes militares y un presidente civil: los generales Hugo Banzer de Bolivia y Omar Torrijos de Panamá; así como el doctor Carlos Andrés Pérez de Venezuela. Ellos recibieron la condecoración de la Gran Cruz de la Orden Militar de Ayacucho.
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