Luego de la proclamación de la independencia del Perú, el 21 de julio de 1821, las luchas civiles y los caudillismos no dejaron que la bandera nacional, tal como la conocemos hoy, terminara de nacer. Recién en 1825 tuvimos en nuestras manos el eterno símbolo de la patria peruana. Pero la consagración como gran emblema nacional, capaz de unirnos sin excepción bajo sus colores, ocurrió solo en medio de un desastre: el de la Guerra del Pacífico (1879-1883).
Sin embargo, en 1905 ocurrieron dos hechos claves para la institucionalización de la bandera como máximo símbolo de peruanidad. Ese año, el 5 de noviembre, no solo se inauguró la plaza Francisco Bolognesi, ubicada al final del Paseo Colón, en el centro de Lima, sino que tres días después, el 8 de noviembre de 1905, se dictó el decreto supremo que establecía el “juramento” de fidelidad a la bandera.
Tal ceremonia lo realizarían, en adelante, los nuevos miembros del Ejército Peruano (EP); pero ya no sería un acto castrense cerrado, exclusivo para militares, sino, desde entonces, se convertiría en un gesto institucional de carácter “público” y “solemne”.
LA IMPORTANCIA DE LA BANDERA NACIONAL
Pasaron varios años, hasta que el 23 de mayo de 1923, en pleno “oncenio” del dictador Augusto B. Leguía se dio otro decreto supremo que impuso el juramento a la bandera cada 7 de junio; una fecha que recordaba labatalla de Arica de 1880, durante la Guerra del Pacífico. En ese momento crucial de nuestra historia, el coronel Francisco Bolognesi y sus hombres se sacrificaron prácticamente con la bandera nacional entre sus brazos.
El gobierno de Leguía dio pasos importantes en el camino hacia el embanderamiento del país, a través de un decreto supremo del 30 de abril 1924. En dicho documento se indicó que el 7 de junio de cada año se celebraría el “Día de la Bandera”, y habría homenajes especiales en colegios, escuelas públicas y privadas. Asimismo, la Policía y toda dependencia de vigilancia y seguridad también debían rendir sus respetos a la bandera en diversas ceremonias públicas.
DÉCADA DE 1930: EL PATRIOTISMO PERUANO EN SU MÁXIMO NIVEL
En diciembre de 1931, el teniente coronel Luis M. Sánchez Cerro asumió el Gobierno nacional, ya como presidente electo constitucionalmente. Era un nuevo comienzo para Sánchez Cerro (luego de su golpe de Estado a Leguía en 1930), y lo asumió desde la idea de imponer un acendrado patriotismo en la gente.
El Comercio de la época detallaba la violenta oposición que vivió su breve régimen democrático de dos años, hasta que fue asesinado en abril de 1933. En ese corto periodo, además de enfrentarse permanentemente a revueltas y rebeliones civiles y militares, el régimen sanchezcerrista empezó tomando medidas para honrar los símbolos patrios.
Así, el 30 de enero de 1932, emitió dos decretos supremos que cimentaron la costumbre nacional de los posteriores años. Ese día, en uno de los decretos propuso “el amor a la patria y el culto de sus emblemas”. Allí resolvió que “en todos los planteles de enseñanza de la República y en astas convenientemente colocadas en la parte superior de la fachada de sus edificios se izará, obligatoriamente, la bandera nacional, los domingo y días feriados”.
Sumó a estas disposiciones de la bandera, según El Comercio, un segundo decreto para reforzar un canto idóneo del “Himno nacional en las escuelas”. Señalaba el decreto que había entonces la mala costumbre de alterar la letras y hasta la música del himno original.
Por ello, se determinó que tanto directores como docentes velarían por la intangibilidad del Himno nacional, y además se repartirían folletos con la letra y música de los autores, José Bernardo Alcedo y José de la Torre Ugarte, respectivamente. De no cumplirse la norma a cabalidad, señalaba el decreto, se impondrían duras sanciones a los responsables.
GOBIERNO MILITAR OFICIALIZA EL IZAMIENTO DE LA BANDERA EN VIVIENDAS
Los pasos estaban dados para generalizar el embanderamiento en tiempos de Fiestas Patrias desde la segunda quincena de julio de cada año. Pero, ¿cómo se logró finalmente que, en cada conmemoración patria a lo largo del territorio nacional, se izaran banderas en instituciones públicas y privadas y también en las viviendas?
Se logró en parte mediante un decreto ley, el 6 de julio de 1939, dado en la etapa final del gobierno del general Óscar R. Benavides (1933-1939). En este se indicaba que la “Bandera Nacional debía ser izada obligatoriamente los días 27, 28, 29 y 30 de julio de cada año”.
¿En qué lugares? Pues en casas y edificios, instituciones públicas y particulares; así como, por supuesto, en colegios, fábricas, locales comerciales e industriales y clubes, ubicados en el territorio nacional. No importaba que estas propiedades fueran de extranjeros. La obligación era también para ellos.
SE IMPONE LA BANDERA NACIONAL SIN EL ESCUDO EN EL MEDIO
A lo que fue establecido en 1939, se añadió las indicaciones de otro decreto ley, dado años después, durante el “ochenio” del general Manuel A. Odría (1948-1956); esto ocurrió el 31 de marzo de 1950. En este decreto se hizo una distinción importante: hasta ese momento, oficialmente, la bandera nacional era la que tenía incluido, en el fondo blanco, el escudo nacional. Pero muchas veces no se respetaba esta medida.
Entonces, el gobierno de Manuel A. Odría determinó que la bandera patria fuera descrita como de “forma rectangular, con los colores nacionales, sin escudo en el centro”. Y siempre debía ser considerada con el debido respeto y limpieza.
Las bases del culto patriótico a la bandera nacional estaban dadas desde entonces. De esta forma, el respeto a la bandera patria se ha mantenido y acrecentado hasta nuestros días.