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Semana Santa: la historia secreta del otro ‘Ben Hur’ del cine mudo que emocionó a Lima en los años 20
Tras el reciente anuncio del reestreno en salas de cine del filme clásico de Semana Santa, ‘Ben-Hur’ (1959), de William Wyler, con Charlton Heston como figura central, recordamos el otro ‘Ben-Hur’ que causó sensación en los años 20. Una cinta que se estrenó en Lima en 1927 y se reestrenó a inicios de la década del 30. Fue la imagen de Judá Ben-Hur por más de tres décadas.
La primera versión cinematográfica de la novela “Ben-Hur: A Tale of the Christ” (1880), del escritor, político y militar norteamericano Lewis (‘Lew’) Wallace, fue muda y se estrenó en 1907. Se trató de un filme que dirigieron Frank Oakes Rose y Sidney Olcott. ¿Por qué se hizo una película basada en esa novela? Pues porque desde 1900 fue reconocida como una de las historias de tema cristiano más leídas en ese momento y, por cierto, más vendidas. Compitió en ese campo comercial con otro clásico del siglo XIX: “La cabaña del Tío Tom” (1852), de Harriet Beecher Stowe.
Desde entonces, lectores y espectadores teatrales y luego del cine sabrían de la trágica historia del personaje de Judá Ben-Hur, el príncipe judío que hizo amistad con el joven romano Messala. A su regreso a tierras del medio Oriente, el romano quiso obligarlo a delatar a sus compatriotas. Roma temía la llegada del Mesías. Judá Ben-Hur se negó a hacerlo y desde allí la venganza del amigo destruyó su vida y la de su familia. Pero el príncipe judío lograría derrotarlo en la pista de carreras de carrozas.
Jesús, una presencia latente todo el tiempo en la novela y en las películas sucesivas que se han visto, era ya en ese ‘Ben-Hur’ primigenio, un personaje que abarcaba la sensibilidad del relato, ejerciendo una sutil influencia en el carácter y la visión del mundo de Judá Ben-Hur, hasta verlo convertirse en un sensible personaje a lo largo de la película. La fe lo convirtió en lo que al final terminó siendo: un hombre que empezó a creer.
La hierática y teatral cinta muda de 1907, de la que quedó solo fragmentos para su recuerdo, había sido grabada en escenarios de Nueva York y Nueva Jersey (EE.UU.) y el actor que interpretó al entonces Judá Ben-Hur fue Herman Rottger (1881-1917).
Los avances tecnológicos, técnicos y de la propia narrativa fílmica en el cine durante las dos siguientes décadas, hasta los años 20, convirtieron el arte cinematográfico en una práctica autónoma, con un lenguaje que fue enriqueciéndose para llegar a niveles artísticos admirables.
Por ello, tanto en el Perú, en Lima especialmente, como en todas las capitales del mundo se esperaba el estreno de una nueva versión de la historia de ‘Ben-Hur’. Por supuesto, la versión de 1907 fue exitosa, con todas sus limitaciones. Pero los jóvenes de los años 20, aquellos nacidos en el siglo XX, lejos del anticuado siglo XIX, aclamaron la nueva película de Fred Niblo.
‘Ben-Hur’ fue estrenada en Nueva York, el 30 de diciembre de 1925, y en el resto de los estados norteamericanos en el invierno de 1926. En el Perú, la Metro Goldwyn Mayer anunció en marzo de 1927, en un aviso público, que había adquirido los derechos para proyectar sus películas en Perú, Bolivia y Ecuador. Entre ellas, ‘Ben-Hur’. La cinta,difundida a lo largo de esa década en todo el mundo moderno, venía para renovarlo todo.
‘BEN-HUR’ de 1925: CINTA QUE PARECÍA TOCAR EL CIELO CON SUS AVANCES CINEMATOGRÁFICOS
Era todavía una película muda, pero con grandes cambios en la dramaturgia, la estructura fílmica, la sonoridad, la música y especialmente en la variedad técnica para filmar cada secuencia de acción. Este ‘Ben-Hur’ de 1925 tenía la potencia que tendría a montones el ‘Ben-Hur’ de 1959. Ya mostraba miles de extras en escena, a centenares de caballos y un exquisito vestuario.
Los peruanos del ‘oncenio’ de Augusto B. Leguía (1911-1930) habían acudido en masa desde que se proyectó la cinta de esta nueva versión, y luego lo harían en los sucesivos reestrenos, siendo el más recordado el de 1930, por haberse dado en el peor momento político del país. Y es que, luego de la “crisis de 1929″, el Perú vivió un descontento generalizado a nivel social, político y económico.
El 22 de agosto de 1930, el comandante Luis M. Sánchez Cerro se sublevó en Arequipa contra la dictadura de Leguía, recibiendo el apoyo popular. Lima fue también opositora a un gobierno que ya no daba para más. Así, el 25 de agosto, la propia guarnición de Lima pidió la renuncia a Leguía, y este aceptó.
Ya para el 27 de agosto de 1930, el comandante Sánchez Cerro llegó a Lima para asumir el mando del país. Es por esos días que la promoción del reestreno de ‘Ben-Hur’ era intensa, a página completa en los diarios limeños, y por supuesto en El Comercio.
Los nombres de May McAvoy (1899-1984), la bella y talentosa actriz de cine mudo que hizo el papel de ‘Esther’; y de Ramón Novarro (1899-1968), el actor mexicano, el primer latinoamericano en triunfar en Hollywood, interpretando al personaje central de la historia, Judá Ben-Hur, brillaban en los escaparates limeños de esos años.
El director Fred Niblo hizo esta película, como se sabe, con un gigante de la naciente industria: la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM). Para la época, fue un filme costoso, ya que se gastó cinco millones de dólares. La filmó durante tres años en Italia y en algunos parajes de California (EE.UU).
El 12 de agosto de 1930 fue el esperado reestreno en Lima, en el Teatro Excelsior, con un adecuado acompañamiento musical que le daba a la proyección todo el dramatismo que el público buscaba en este tipo de historias épicas y humanas. La crítica de entonces y los propios espectadores distinguieron las escenas en las que se notaba a leguas el cambio del “nuevo arte” con respecto a la versión “primitiva” (la de 1907).
Escenas como las de los Reyes Magos y la estrella de Belén; las de Jerusalén y la ocupación romana; las de la batalla naval entre griegos y romanos y la famosa carrera de carrozas; las del encuentro de Judá Ben-Hur con su madre y hermana en el valle de los leprosos (valle de Hinón), todos ellas eran promocionadas como únicas e irrepetibles en la prensa peruana.
El aviso en El Comercio de ese 12 de agosto de 1930, indicaba, además, que la obra sonora se debía “al aparato Western Electric”, y se hallaba “sincronizada por una gran orquesta con los mejores elementos de Lima”. El programa musical era de primer nivel: “1.- Tannhäuser y Parsifal, de Richard Wagner; 2.- Adeste Fideles- Coros y campanas; 3.- Love’s Awakening’ y True Love, de Albert Ketelbey: 5.- Sinfonía ‘El Reloj’, de Joseph Haydn; 6.- Hebrides Obertura, de Félix Mendelssohn; 7.- La muerte de Aase, de Edvard Grieg”, entre otras composiciones clásicas. (EC, 12/08/1930)
Eran dos funciones que se dieron a las 6 y 30 de la tarde y a las 9 y 30 de la noche. Y el Jueves Santo y el Viernes Santo se añadió una función de matiné, a las 3 y 30 de la tarde. Se trataba, sin duda, de un “espectáculo para adultos y menores”. Asimismo, según los mismos encargados de la proyección, “el ejemplar de Ben-Hur llegado a Lima es completo, teniendo además muchas escenas en colores que no tenía la película primitiva. Es Metro Goldwyn Mayer”. (EC, 12/08/1930)
El promotor, más allá de sus alabanzas a esta versión de Fred Niblo (decía que “probablemente no será superada”), dio la información de los precios de los asientos: “Palcos con 4 entradas = 8 soles de oro; Platea numerada = 2 soles de oro; Balcón sin numerar = 2 soles de oro; Niños a Balcón únicamente = 1 sol de oro; y Galería alta = 1 sol de oro (todo ello más el impuesto municipal)”. Y anunciaba que los asistentes recibirían de cortesía el último número de la Revista Pathé Sonora. (EC, 12/08/1930)
Un dato importante de este ‘Ben-Hur’ de los años 20 es que durante el rodaje de la escena de las carreras de los carros a caballo, “se perdieron la vida de tres actores, muriendo uno de ellos involuntariamente triturado por el carro que conducía Ramón Novarro (Judá Ben-Hur) y que el actor Francis X. Bushman (1883-1966), que interpretaba a Messala, salió realmente herido”. (EC, 13/08/1930)
La publicidad del esperado reestreno continuó con que “tal copia de ‘Ben-Hur’ es la misma que se ha exhibido en New York, Londres y París. Además debemos decir que por ver ‘Ben-Hur’ pagaron los públicos de New York 3 dólares y los de París, 40 francos”.
Luego, el 12 de diciembre de 1931, en tiempos navideños, se volvió a proyectar la cinta de Niblo en Lima. El clásico ‘Ben-Hur’ aún mantenía su intensidad intacta. Esa vez, se proyectó en el Teatro Colón, frente a la plaza San Martín, en el Centro de Lima. Se anunciaba, además, el gran acompañamiento musical “de 200 profesores de la Filarmónica de Nueva York, bajo la dirección de Frederic Numkleberg”. Y no dejaban de promocionarla como “lo más grande de todos los tiempos”. (EC, 12/12/1931)
Como hace un año, el sonido se filtraba en las escenas dándole vida a las cadenas de los esclavos, al paso veloz de los caballos en la carrera, a los remos agitados en el combate; además del disfrute de las hermosas escenas a color (solo algunas). Una variopinta humanidad en las secuencias daba la sensación de realidad humana. Otro detalle no menor para la época: los barcos romanos, griegos y piratas fueron construidos ex profesamente con una exactitud histórica notable.
El ‘Ben-Hur’ de Fred Niblo, ganó numerosos premios cinematográficos. Fue una película brillante para su tiempo. Y es una de las obras maestras del cine mudo.
Más de 30 años después, en 1959, el mundo vería de nuevo la historia del príncipe Judá Ben-Hur en una versión inolvidable, de 15 millones de dólares, cinco años de trabajo y con un Charlton Heston soberbio. En Lima, ese estreno esperado se dio en mayo de 1960. Pero esa ya es otra historia.
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