Según la America Heart Association, las posibilidades de sobrevivir disminuyen un 10% por cada minuto que pasa sin que se comiencen a practicar las técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP). La RCP es un procedimiento de emergencia que puede salvar una vida y solo debe realizarse si la persona está inconsciente, no respira y no tiene pulso.
Realizar correctamente la RCP a tiempo puede revertir un paro cardíaco que, en cuestión de minutos, puede dañar permanente al cerebro o causar la muerte. Por ello, es importante que se mantenga la circulación y la respiración hasta que llegue ayuda médica capacitada. “La enfermedad cardiovascular es la causa número uno de muerte, más que el cáncer o los accidentes. Sin embargo, son pocas las personas que están preparadas para asistir a alguien en una urgencia de origen cardíaco”, agregó la Mag. Jocelyn Chavez Farro, docente de la carrera de Enfermería del Instituto Carrión.
“Es vital educarse en el tema, debido a que cualquier persona capacitada tiene la opción de salvar una vida, solo con las manos. La RCP inmediata puede duplicar o triplicar las posibilidades de supervivencia”, afirma la Mag. Chavez.
¿Cómo llevar a cabo una RCP?
En ese sentido, la especialista del Instituto Carrión explica cuál es el adecuado procedimiento para realizar una RCP inmediata:
- Verifique el estado de la víctima: Primero, compruebe si respira y tiene pulso, luego sacúdalo suavemente del hombro, háblele fuerte y pregúntele: ¿Me escucha?, si no hay respuesta utilice una DEA (desfibrilador externo automático) o comience con las compresiones.
- Posicionar correctamente la víctima: En el caso de que la persona esté boca abajo, antes de realizar la evaluación general deberá posicionarse boca arriba para evaluarlo y comprobar si necesita atención inmediata (ejemplo RCP).
- Descarte peligros al acercarse a la víctima: Llame o haga llamar al servicio de emergencias, ya sea SAMU o los Bomberos (106 o 116). Si se encuentra solo, realice la llamada y colóquela en altavoz para que pueda realizar la reanimación.
- Prepárese para la compresión: Arrodíllese a lado de la víctima, adopte una postura erguida, en la cual los hombros deben estar alineados al esternón de la persona, coloque el talón de una mano y luego la otra mano encima, en el medio del pecho, entrelace los dedos y no se apoye sobre las costillas para evitar dañarlas. Recuerda no doblar los codos.
- Realice el RCP: Intente bajar el tórax unos cinco centímetros en cada comprensión. Si tiene un desfibrilador: úselo. Realice 30 compresiones ininterrumpidas. Repita cinco ciclos (a un ritmo de entre 100 y 120 compresiones por minuto). Puede apoyarse en el ritmo de la música Stayin Alive de los Bee Gees, que comprende 103 golpes por minuto y es una orientación ideal para realizar la maniobra de resucitación cardiopulmonar. Reevalúe, si no hay respuesta continúe con las mismas hasta que llegue el Servicio de Emergencia.
- Use el desfibrilador (DEA): En caso de contar con un DEA (desfibrilador externo automático), úselo. Éste le dará las indicaciones. De lo contrario continúe las compresiones hasta que llegue el equipo médico.
En el caso de que la víctima sea un lactante (menor de dos años), tras llamar a una ambulancia, se deberá colocarlo boca arriba en una superficie plana, verificar si no tienen algún objeto en la boca para retirarlo e iniciar con dos respiraciones boca a boca. Después de eso, se debe proceder a arrodillarse a su nivel y colocar los dedos índice y medio en la mitad del pecho (entre los pezones), intente bajar el tórax unos cuatro centímetros en cada comprensión contando dos compresiones por segundo entre 100 y 120 por minuto, hasta que llegue el personal médico.
Si hay dos reanimadores, uno se encargará de darle dos respiraciones boca a boca y el otro dará el masaje con los dos dedos, abrazando el tórax. Si se trata de un niño mayor de dos años, los pasos son similares a los que seguimos con un bebé, excepto que el masaje cardiaco no se dará con los dos dedos, sino con el talón de una mano, en el centro del pecho. Recuerda que el peor RCP es el que no se hace.