El mal de cada día
La vieja y perniciosa forma de hacer política que existió en el Perú, que creíamos superada, consistió en que la nueva autoridad pública que asumía un cargo suprimía los proyectos y programas de desarrollo de su antecesor, anulando todo lo avanzado y despidiendo al personal que había adquirido cierta capacitación y experiencia. Se destruía todo lo andado para empezar otro proyecto sustitutorio desde cero. Esta falta de reconocimiento de las cosas positivas realizadas por la autoridad anterior y la eliminación de su obra hecha provocó una falta de continuidad de muchos valiosos proyectos, la pérdida de millones de soles (extraídos de nuestros bolsillos) y la migración al sector privado o al extranjero de excelentes y experimentados profesionales.
El actual alcalde de Lima, Luis Castañeda, nos ha demostrado que esta funesta forma de hacer política continúa en el Perú. Un claro ejemplo de ello es su decisión de destruir la reforma integral del transporte de Lima, planeada y empezada a ejecutar por la anterior administración de Susana Villarán.
Esta irracional y costosa decisión tomada por Castañeda es más grave aun teniendo en cuenta que el actual alcalde de Lima no tiene ningún plan integral de transporte para Lima, tal como lo comprobamos a través del debate municipal en la última campaña electoral. En efecto, todos vimos y escuchamos cómo el candidato aprista, Enrique Cornejo, dejó mudo a Castañeda al demostrarle que no tenía ninguna propuesta integral de transporte, y que su planteamiento de los monorrieles era una pésima idea, ya descartada por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones.
La pregunta que todos nos hacemos es, entonces, ¿cómo es posible que Castañeda anule la reforma del transporte ya iniciada sin tener otro plan integral alternativo? Nos han dicho que recién empezarán a realizar los estudios para elaborar una propuesta nueva.
Como se puede apreciar, todos los costosos estudios realizados por importantes empresas nacionales e internacionales y los avances en el ordenamiento de Lima se perderán irremediablemente. Son millones de soles echados al agua. ¿Y de quién es el dinero que se está perdiendo? ¿Es del alcalde Castañeda? No, es de todos los limeños.
Creemos, como la mayoría de los citadinos de Lima, que lo recomendable es mantener el plan integral de transporte en ejecución, corrigiendo los errores y realizando los reajustes que todo proyecto requiere en su proceso de ejecución.
A estas alturas de nuestra historia política, el error de Castañeda es grave, debido al enorme costo en dinero y tiempo perdido que deberemos pagar todos los vecinos de Lima.
¿Qué ha llevado a Castañeda a tomar una decisión tan claramente equivocada? Definitivamente, no es un motivo técnico ni racional. Todo apunta –como muchos están señalando– a razones emotivas, de odios y rencillas, que estarían conduciendo a la actual administración edilicia a tratar de destruir toda la obra de Susana Villarán. Aparentemente, no le ha bastado al alcalde el haber apoyado tempranamente la revocatoria contra la anterior alcaldesa, ni haber hecho mutis ante los ocho paros –fracasados– que le hicieron los grupos de transportistas afectados por la reforma del transporte de Lima.
La población, con rabia y tristeza, está presenciando no solamente cómo estamos retrocediendo en el orden de las rutas logrado, sino además cómo se está perdiendo lo avanzado en asuntos tan básicos como lograr que las unidades recojan y bajen pasajeros en los paraderos, se suba por adelante y se baje por atrás, o que no se pare en los paraderos en doble o triple fila, haciendo peligrar la vida de la gente.
No olvidemos que debido a los escándalos de corrupción por los sobornos del tren eléctrico de Lima, ocurridos en el primer gobierno de Alan García, las obras se paralizaron y perdimos cerca de treinta años, en los cuales se pudieron haber construido varias líneas de metro en Lima, habiéndose podido evitar en gran medida el caos y el colapso del transporte que estamos presenciando y sufriendo en estos momentos. Esperamos que la actual gestión municipal no nos haga perder nuevamente un valioso tiempo y mucho dinero, ya que no nos sobran. Castañeda ha empezado mal, pero aún está a tiempo de corregir sus errores, por el bien de la población capitalina.