“Ali, me he enamorado
AHORA NO ME QUEDA NI MEDIA DUDA, EL AMOR SPensé que se trataba de ese “me he enamorado” a los que muchos nos referimos cuando acabamos de conocer a alguien espectacular o cuando hemos tenido una cita que nos ha dejado las legendarias maripositas en el estómago. Pero no. No era broma. La señorita “odio el rosado, detesto a Air Supply, los ositos de peluche y todos los clichés románticos habidos y por haber” estaba enamorada, mejor dicho, está enamorada y aún no salgo de mi asombro. En ese momento solo se me ocurrió preguntar una cosa: ¿En qué era diferente este chico de los demás novios y etcéteras que habían pasado por su vida?
Me dijo que su perfil no era muy diferente a sus anteriores historias. Esto añadió más confusión en mi cabeza. Me contó la historia. Lo había conocido un fin de semana en la casa de campo de la hermana del esposo de una de sus mejores amigas. Algo totalmente casual, nada de citas a ciegas ni de indirectos: “él es perfecto para ti”, ni nada. Tiene 42 años, es escritor, tiene buen sentido del humor, es inteligente, interesante, nada guapo (según ella). Es decir, las mismas características que yo la había oído recitar al hablar de algún ex. Pero claro, faltaba un detalle. El detalle.
De regreso el domingo hacia la ciudad, él la había jalado en su auto y se habían quedado atracados a solas en el tráfico como cuatro horas, durante las que el silencio se había alternado con palabras y miradas, esas de verdad, nada parecidas a alguna experiencia anterior, según me djo. Al llegar, estaban tomados de la mano. A pesar del shock de estar escuchando una historia de amor del teclado de mi, ahora ex compañera de escepticismo, pude reparar en eso de las miradas entre ambos y me aventuré a concluir: Lo has conocido en un momento en que estabas con ganas de amar y seguro él también. Ella me respondió con un rotundo sí. En serio, no había más que decir, sólo pensar: ¿Será ése el secreto?
Enterarme de esta noticia, me hizo recordar lo que pensaba antes y como todo va cambiando. Todo ese escepticismo se va al tacho cuando uno está de alguna manera, a veces inconsciente, a veces muy palpable, preparado para amar; y se encuentra en medio de una autopista atiborrada de extraños en otros autos, con alguien que también está más que listo para enamorarse.
No se cuánta gente tiene esa suerte, pero se la deseo a muchos, a todos. A mí también. Como le dijo Clint Eastwood a Merryl Streep: Hay certezas que sólo se tienen una vez en la vida. Yo solo espero que no tarde tanto como en esa bonita película, porque no quiero que el hombre que me diga esa frase, tan cierta –y ya no tan imposible de creerla, lo juro-, aparezca cuando esté casada con un granjero bueno y aburrido, tenga dos hijos insoportables y viva en una casa perdida en la mitad de Iowa.
Estoy segura que cuando me enamore será de otra manera, pero hoy me quedo con esa imagen de dos futuros amantes encerrados en un auto sin otra cosa que darse que la posibilidad de un amor real.
Canción para enamorarse
Escucha aquí un extracto de “You can close your eyes” de James Taylor y Joni Mitchell
Esta es la escena en la que un hombre y una mujer se enamoraron (también) en una carretera