Conmigo misma esta Navidad
Agradecimieto: Fito Espinoza
ESTOY CONMIGO, PERO NO ESTOY SOLA.
El que dijo que, a veces, las festividades como la Navidad se viven como uno la está pasando por dentro y por fuera en ese momento, tiene mucha razón. Pueden ser alegres, solitarias, entrañables, tristes o una simple comilona de pavo, panetón y chocolate, con sus champagnes más. Este año es otro en que la paso en solitario. Y no es la primero. Ni si quiera el entusiasmo de mi madre, a quien no me atrevo a bajarle un solo decibel de su gran espíritu navideño que hace que mi familia se una un poquito más, impide que me invada una nostalgia que no puedo evitar.
Este año no voy a contar alguna anécdota del pasado, este año voy a hablar del presente.
Esta Navidad me agarra un poco sensible porque ha sido un año movido, lleno de retos, mucho trabajo y nuevas aventuras. He sentido, como nunca antes, la decepción de haber perdido amigos a los que quise mucho y por mucho tiempo. Esto me ha quitado un poco de inocencia y quizás me ha robado un trozo de fe en las personas y de hecho ha hecho crecer mi desconfianza, pero sigo creyendo que todo es parte de un aprendizaje que sólo terminará cuando uno quiera dejar de aprender. He conocido la maldad, la bajeza y la envidia en persona. Eso sí me dio miedo. Sin embargo, también he tenido la suerte de encontrar personas nuevas que se han dado el trabajo de conocerme y dejarse conocer, y a las que les tengo mucho cariño ahora.
Y hablando de amor, me han roto el corazón también, como a más de uno por ahí seguro. Y sigo pensando qué mentes maquiavélicas pueden esperar estas épocas del año para clavar el cuchillo de la decepción y la tristeza en estas fechas donde los villancicos, las luces por todos lados y la algarabía generalizada te bombardean como si debieras estar obligado a estar feliz solo porque es Navidad. Pero no niego haberme divertido, haber conocido a chicos realmente maravillosos que me han recordado que jamás debo olvidar la persona que soy. Además, tengo planeado un Año Nuevo en el que me voy a desquitar como es debido los tropezones, culpas, errores y malas experiencias del año que se va.
Y a propósito de los días que vivo, les digo que detrás de esta pantalla, desde que la que les escribo, hay una chica común y corriente, que vive sus días como cualquiera de ustedes, que trabaja, que ríe, que llora también, que es sensible, dura en algunos casos, que comete errores (y muchos) y que está llena de defectos, debilidades, carencias y también virtudes. Tan real y tan de carne y hueso como cualquiera de ustedes.
Quizás la distancia virtual que nos separa haya hecho que en algunos momentos haya tenido ganas de abrazar mi laptop y darle besos, y otras, tirarla por la ventana de un quinto piso. Pero no me arrepiento de las horas de almuerzo, las amanecidas, los fines de semana y los viajes en los que he seguido escribiendo y contestando sus comentarios. Al contrario, se los agradezco. Ustedes me han hecho crecer, pensar, reflexionar y también atreverme a seguir escribiendo. Por eso perdonen que no los haga reír, cuestionarse, identificarse, enfurecerse ni odiarme por algo que les cuento. Hoy escribo lo que siento y lo que vivo. Hoy no busco novio; hoy me quedo conmigo misma.
Además, hay buenas noticias, simplemente porque la vida es así. Te quita algo, pero siempre estira la mano para darte algo mejor. Este año no quiero regalos debajo del árbol; así me muera por unos parlantes para mi computadora, una tornamesa (la mía no regresó nunca del taller) y un bolso para mi tan utilizada computadora. Este año mis regalos vienen en diferentes aviones desde todas partes del mundo. Mis mejores amigos, la familia que elegí y con los que pasé más de una Navidad lejos cuando no vivía en el Perú, vienen a pasar estas fiestas aquí.
Los amigos, los buenos amigos, son esos abrazos esperados, son la confianza ilimitada, incondicionalidad, complicidad, generosidad, esas risas interminables y varias borracheras de aquellas que tenemos pendientes. Es decir, el kit de supervivencia que todos necesitamos para llenar de alegría y buenos recuerdos alguna época en nuestras vidas y que sirven de almohada para abrazar cuando ya no están y la vida se pone dura. Y eso hay que celebrarlo porque, así como los años bisiestos, no es algo que ocurra tan seguido que vengan de visita tantas personas tan queridas de todas partes del mundo.
Papa Noel ha sido regalón conmigo este año y eso me hace feliz. Y claro que sería bonito tener una persona que te ame y a quien amar, que te llame a las doce, que te desee una feliz Navidad y te diga lo especial que eres, y después te eches a buscar ese regalo que ha dejado especialmente para ti. Pero este año tengo a mis amigos que, por si algunas veces lo he olvidado, son los que te repiten en cada uno de sus actos que no estás sola, que nunca vas a estar solo. Por eso este post no está dedicado a las relaciones de pareja, sino a ese tipo especial de amor que se llama amistad.
Por eso, a todos y cada uno de ustedes, solteros, solitarios, casados, viudos, divorciados, con lindas familias, con familias que se derrumban, a los que están lejos, a los que reniegan de la Navidad, a los que les gusta, a los que extrañan a alguien, a los que echan de menos su casa, les deseo una linda Navidad y que el 2009 que sea lo máximo. Tengo la intuición de que será así. Un buen año.
Así que, hasta el próximo año queridos lectores, no sin antes agradecerles de corazón el haber estado ahí, siempre.
Con mucho cariño,
Ali
CANCIÓN PARA ESPERAR SOPRESAS DEBAJO DE NUESTRO ÁRBOL PERSONAL.
Eso es que lo que los buenos amigos siempre te recuerdan: que jamás estarás sola.
Aquí un poco de mi querida Cat Power con su “Crying, waiting, hoping”, porque pasa de todo y a la vez todo pasa. Eso es una garantía.
Gracias a todos los que fueron a Eka el viernes y con los que pasé un buen rato: lectores, amigos y bloggers, que ya son todos lo mismo en mi corazón: buenos amigos.