Comer, besar, amar
EL FACTOR DELIVERY
Hace unos días escribía en pijama en la mesa de comedor que utilizo de escritorio, cuando me sorprendieron unos golpecitos en la ventana. Vi una sombra. Me asomé por entre las rejas. Era el Chico Tímido. Sin saber qué pensar y menos qué sentir, me levanté de la mesa y le abrí la puerta. Me extendió la mano y me dio una caja blanca que estaba caliente. Lo miré a los ojos.- ¿Qué es esto?–, me reí.
- Tallarín saltado–, me sonrió él.
- ¿Tallarín saltado?–, pregunté yo.
- Es que… Ali, yo hubiera preferido poder salir contigo o quedarme a comer chifa contigo la semana pasada…
- Pero tu me dijiste que…-, lo interrumpí.
- Sí, ya sé. No sabía cómo decirte que sí quería salir contigo, pero me dio vergüenza preguntártelo. Soy el “Chico Tímido” pues, tú misma me has puesto así-, se burló de sí mismo. Sentí ternura, pero no dije nada.
Él continuó:
-…y claro que…
- …
- …me gustas.
- ¿Has venido hasta acá a decirme eso?-, pregunté.
- No-, respondió. Lo que quería preguntarte es si quieres salir conmigo otra vez, Ali.
¿Qué se puede esperar de una chica tímida a la que invitan a salir de una manera tan delicada con un tallarín saltado en las manos? Pues no mucho. Me miré los zapatos buscando dónde esconderme en un ataque de vergüenza. Así que él se acercó a mí, me quitó el pelo de la cara y a un centímetro de mi boca, preguntó:
- ¿Quieres salir conmigo?
Casi rozando sus labios susurré:
- Sí.
Como estaba claro que ninguno de los dos quería esperar más, le dije que al día siguiente tenía una fiesta, pero que si él quería, podía acompañarme. Asintió con una sonrisa y avanzó hacía mí otra vez. Le advertí que iba a ser un evento lleno de gente. Me dijo que no le importaba.
- No quiero que te sientas incómodo.
- Solo quiero salir contigo, no me importa a dónde.
- Es que no quiero que te aburras, tampoco.
- No me voy a aburrir.
Yo retrocedí, él cerró la puerta. Sin soltarme del todo, me quito el tallarín de las manos y lo dejó en la mesa. Me empujo con suavidad hasta el sofá.
- ¿Pensabas que te iba a dejar ir tan rápido?-, me dijo mirándome de cerca. No respondí. Me tapé el rostro con las manos. Él me las quitó y las puso alrededor de su cuello. Y nos seguimos besando hasta que el tallarín saltado se enfrió.
Antes de medianoche, el Chico Tímido se fue. Mientras lavaba los tenedores que habíamos utilizado para comer de la caja el tallarín saltado, pensé en la gente que siempre dice que la vida es eso que a uno lo pasa de largo mientras planea el futuro. Yo creo que hay noches en las que uno puede compartir chifa recalentado con alguien a quien comienza a conocer de a poquitos, sentados sobre una alfombra, sin pensar siquiera en qué pueda pasar al día siguiente. Eso es, definitivamente, una chispita Mariposa. Vivir un momento en tiempo presente.
Y si me lo preguntan, esto no tiene pinta de tener fecha de caducidad (por lo menos, no hasta mañana).
CANCIÓN PARA PRINCIPIANTES.
Una versión diferente para recordar una noche inesperada.