En las buenas y en las malas
Sí, todo es maravilloso cuando recién comienza. Todo parece nuevo, hasta la casa vieja en la que vivo. La batería de nuestro celular esta siempre cargada, así como nosotros con cara de tontos mirando la pantallita a ver si se asoma una nuevo mensaje; como si a nuestros días los hubieran pasado por un filtro de Instagram, uno que se llama #AlfinLlegó. Bueno, momento de echar cable a tierra.
Hace poco una amiga me dijo que seguro guardaba un secreto porque andaba con la sonrisa del gato de Alicia en el País de las Maravillas. Sí, es verdad. Hasta la expresión te delata. Pero no puedes hacer nada al respecto. La felicidad es así. Te obliga a cantar a gritos Air Supply en el carro y pensar que no tienes suficientes vestidos entre los que escoger para la próxima cita. Sin embargo, ese estado se llama: “las buenas”; y no dura, digamos, casi nada. Y eso que estoy siendo optimista.
Estar en las buenas con alguien, es lo máximo. Pero, vayan insertando una aguja a sus burbujas, esta mezcla de ilusión y coquetería no puede durar así uno sienta que su corazón subió dos tallas de pura ilusión. ¿Por qué? Muy simple. Las “malas” no son un accidente mortal, una enfermedad incurable, dos personalidades incompatibles realmente, ni una gran catástrofe que se lleve la relación de encuentro. Esas son verdaderas tragedias, algo realmente que pueda hacer que esta peligre.
Las “malas” para muchos son los efectos de la rutina diaria, son los defectos de esa persona a la que creímos ideal, los defectos propios que asustan o sorprenden de mala manera al otro. Eso es lo normal. Conocer a una persona es convivir con el paquete completo ¿y qué si no es “perfecta”? Nadie lo es, y dos personas juntas con sus todas las mochilas y pasados que llevan a una nueva relación, lo son menos.
Pero acaso ¿no vale la pena?
¿Por qué tantas veces sentí que yo era la culpable de relaciones que se terminaron, y no precisamente por mi voluntad? Por dos razones creo yo.
Primero, porque algunas veces dejé que me eligieran antes de elegir yo. Obvio, no me daba el amor suficiente a mí misma. Entonces, el amor de otro siempre era bienvenido. Ahora que la cosa ha cambiado. ¿Qué creen que estuve haciendo los pasados casi dos años?, ¿superando una relación que no funcionó? No, invertí ese tiempo en mí. Solo en mí. En ser una mejor persona para mí misma, y claro, para los demás (aunque los demás durante el proceso no fueron mi prioridad).
Cuando le digo a alguien que está en problemas de amor en lugar de pensar que Fulano o Fulana los dejó y que ahora son nada, se tomen un tiempo para pensar en ellos mismos, en lo que quieren, en lo que sienten, no son palabras vacías, ni frases de consuelo barato. A mí me sirvió ese tiempo que me tomé para mí. Y sí, metí la pata una vez, pero recuperé mi confianza en tiempo récord, porque no tuve que reconstruirme por completo, tan solo ponerle una curita a un miserable rasguño. Puedo decir con total honestidad que ahora elijo yo.
Y lo segundo, esos personajes que dejé que me eligieran o que yo elegí, fueron malas decisiones. Su denominador común fue: “a la primera piedrita en el camino, yo de aquí me voy corriendo”. Y les digo, una discusión, un desacuerdo o un resentimiento no es una piedrita. Es algo que pasa todos los días y que se resuelve, hablando como seres humanos. Así de simple ES. Esto no tiene que ser un drama.
Ojo, no digo que haya que soplarse a un imbécil buscapleitos solo porque ya estamos en una relación con él. Si no vale la pena, si en realidad no es lo mejor para nosotros, es mejor terminar antes que esa relación se convierta en el Titanic. Pero en este caso, me estoy refiriendo a esa especie de personas que o no saben comprometerse porque son emocionalmente inmaduros, limitados o porque simplemente, no les da la gana.
En estos últimos dos años conocí a dos ejemplares. Ninguno de ellos califica de relación para mí. Ninguno fue mi novio. Porque para mí, los novios no se van a la primera, ni a la segunda ni a la tercera. Si alguien es tan cobarde como para abandonar a su pareja después de poco tiempo es porque le tienen miedo a los conflictos, porque no saben resolver sus propias emociones o porque no pueden sobrellevar una relación. Mi consejo es que sigan escondiéndose debajo de las faldas de sus mamis.
Seré muchas cosas y tendré mil defectos, pero no soy una cobarde que abandona el ring en el medio tiempo. Cuando he querido a alguien, la he luchado y no por amor a las causas perdidas ni a quedarme sola, sino porque si me comprometo con alguien significa algo para mi, y algo importante.
Los dos novios que tuve durante en los años que lleva este blog, lo saben. No fue un arranque dejarlos. Fue una decisión que tuve que tomar porque me cansé de hacer yo sola que la relación funcionara. Jamás voy a creer ser la única culpable de que algo no haya funcionado con alguien. Se necesitan dos para hacer explotar la bomba.
Así que me reafirmo en lo dicho, yo no soy de las que se van al primer bache, a la primera discusión. Las discusiones, los malentendidos, los defectos, las carencias, las limitaciones de cada persona que está en una relación con otra es lo normal, es lo de siempre.
Vivir el presente es importante. Tómense su tiempo de conocer a alguien. Quedarse en el estado de #SoloQuieroSerFelizContigo, como me decía el pata que me dejó por mail (cual Fujimori renunciando por fax), es iluso, nada practico y lo más probable es que nos lleve derechito al fracaso. Disfrutar conociendo a alguien también tiene su gracia. Presente en el presente. En eso ando.
El País de Nunca Jamás no existe. Ese famoso “Vivieron felices por siempre” debería ser reemplazado urgente por “Pusieron siempre todo de su parte para hacerse felices el uno al otro”.
No insultemos más a las personas exigiéndoles ser perfectas para poder amarlas. Querámoslas en las buenas y en las malas, y exijamos lo mismo a cambio. Eso es lo que yo quiero para mí. Alguien que se quede porque así lo quiere.
Eso es una relación, el resto son idioteces.
Joel y Clem, a pesar de saber que iban a conocer todo lo que no les iba a gustar del otro, se quedan juntos. No encontré película que más fuera con el tema de quedarse en las “malas” también.
Con ustedes, el soundtrack de esta noche.
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