Gorilas en la niebla
Son grandes, peludos, su comida preferida es el tallo del bambú y se parecen mucho a nosotros. Los gorilas de montaña viven en las zonas fronterizas del Congo, Ruanda y Uganda. Aunque su gran tamaño (miden hasta 1.90 metros y pesan hasta 220 kilos) pueda inspirar temor, en realidad son ellos los que tendrían que tenernos miedo. Su población ha ido reduciéndose hasta llegar a no más de 790 individuos, en gran parte debido a que el ser humano destruye su hábitat para procurarse leña para cocinar y ampliar sus tierras de cultivo para alimentar a una población que crece a pasos desenfrenados.
Se les puede visitar desde cualquiera de los tres países, aunque tienen un acuerdo entre ellos para cobrar exactamente el mismo precio por el derecho de ver a nuestros peludos primos lejanos desde cerca: 500 dólares.
Cuando fui a Ruanda hace dos años por razones personales no estaba seguro de querer gastar semejante cantidad de dinero en un solo día, pero al final cedí a la tentación y me acerqué a la Oficina Nacional de Turismo de Ruanda en el centro de Kigali para reservar una visita. Tuve la suerte de poder encontrar cupo para dos personas. El número de visitantes es limitado. Solo se permite que ocho personas visiten a un grupo de gorilas. Como solo hay siete grupos de gorilas que viven dentro del Parque Nacional de los Volcanes, entonces solo hay 56 permisos de visita disponibles por día. En los períodos pico puede ser necesario reservar su permiso con meses de anticipación. Después de pagarle los mil dólares a la señora (tienen que ser billetes recientes), recibimos nuestros preciosos papeles convocándonos a estar en la oficina del parque a las siete en punto de la mañana dos días más tarde. Esto nos daba el tiempo para pasearnos por Kigali y tomar un minibus tranquilamente hasta la pequeña ciudad de Musanze, a dos horas de la capital.
La ciudad de Musanze es muy agradable con sus grandes árboles, calles tranquilas, y vistas de las montañas Virunga. También es muy limpia, en gran parte debido a la sabia política del país de prohibir las bolsas de plástico en todo el territorio nacional. Es en serio. Al llegar al aeropuerto te revisan el equipaje y si encuentran bolsas de plástico te las confiscan. (Si alguien del Ministerio del Ambiente me lee, ¡por favor tome nota!)
La oficina del Parque Nacional de los Volcanes se encuentra a 12 kilómetros de Musanze. No hay transporte público, así que le pedimos al hotel que nos buscara a alguien que ya tuviera pasajeros para poder compartir el trayecto. El hotel no nos falló y nos encontró un simpático chofer para llevarnos a nosotros y a dos chicas provenientes de Kenia. La oficina del parque parecía una asamblea de patio de colegio con 56 turistas esperando disciplinadamente instrucciones. En lo que esperábamos pudimos observar campesinos que iban hacia sus labores con los Virunga como bello telón de fondo.
Los empleados del parque formaron siete grupos en función de las capacidades físicas de sus integrantes, ya que algunos grupos de gorilas requieren un mayor esfuerzo físico para alcanzarlos. Cada grupo tenía asignado a un rastreador, cuyo trabajo consistía en localizar a los gorilas. El chofer nos fue subiendo hasta las faldas de las montañas por una pista llena de lodo y baches. Luego tocó caminar, primero en el medio de campos de cultivo y eventualmente por una selva abrazada a las laderas de un volcán. Hacía mucho calor y todos transpirábamos horriblemente. Al cabo de una hora y media de camino topamos con una comunidad de gorilas. Si bien no son agresivos, se nos pidió mantener una distancia mínima de unos cinco metros, sobre todo para evitar contagiarles alguna enfermedad.
La experiencia fue verdaderamente mágica. Pudimos observar hembras adultas comiendo y a pequeños jugando entre sí. Mayormente parecían observarnos con una distante curiosidad, o ignorarnos completamente. Súbitamente se acercaban y teníamos que retroceder para guardar distancias. También pudimos percibir al macho del grupo tomándose una siesta entre la maleza. No sé exactamente cuánto tiempo nos quedamos viéndolos. Era algo que podías hacer el día entero, pero como toda cosa buena llega a su fin, nos tuvimos que apurar en bajar la montaña porque se venía una tormenta.
Las dudas de pagar tanto dinero se disiparon al terminar el recorrido. Les puedo decir que, aunque fue una de las experiencias más caras de mi vida, es algo que recomendaría hacer, sobre todo cuando uno ve el nivel de organización que hay detrás.
Aquí pueden ver unos videos
PD.- Acaban de enviarme una nota de prensa contando que el gobierno del Congo permitirá la exploración de petróleo en el Parque Nacional Virunga, situado al otro lado de la frontera del parque donde yo estuve. Pueden ver mas información aquí.