Chauen: una ciudad azul en las nubes
En mis viajes, he visitado varios lugares que me han impresionado por su belleza. Y Chauen es uno de ellos. Esta pequeña ciudad de 40.000 habitantes se sitúa a 600 msnm en los contrafuertes de las montañas del Riff, en el noroeste de Marruecos
Chauen fue poblada por refugiados judíos y musulmanes que salieron de España a fines del siglo XV para escapar la persecución de los reyes católicos. Es por esto que la arquitectura es muy similar a la de muchos pueblos andaluces.
La parte nueva de la ciudad se encuentra en la parte más baja de la montaña. Es ahí donde llegan los autobuses. Hay conexiones a Tánger (3 horas), Tetuán (1 hora y media), Fez (5 horas) y Meknes (5 horas). Es necesario caminar unos veinte minutos cuesta arriba para ir de la parada de autobuses hasta la Medina o centro antiguo. En la parte baja se pueden apreciar edificios de departamentos de hasta cinco pisos y conforme uno va subiendo se pueden ver los bosques de cedros y pinos.
En el centro de la Medina está la plaza Uta Al Hammam, donde se puede apreciar los muros de un castillo y la Gran Mezquita.
Desde la plaza se ven las edificaciones de la ciudad apiñándose hacia lo alto de la montaña.
En las calles aledañas hay tiendas donde venden artesanías variadas como pantuflas de cuero, retablos, platos de cerámica y telas.
Para sumergirse mejor en el ambiente de la ciudad hay que subir por las callejuelas empinadas y perderse en ellas. Las casas están pintadas de tonos azules. Se dice que el azul fue elegido por la comunidad judía como color alternativo al verde, simbólico del Islam. Hoy en día la mayoría de la comunidad judía ha emigrado a Francia o a Israel.
En cada rincón se encuentran hermosas fuentes decoradas con azulejos donde uno puede sentarse para admirar la arquitectura y ver la vida pasar.
Cerca de una de ellas me encontré con una de las más grandes concentraciones de gatos que vi en mi vida. El gato es la mascota preferida de los musulmanes. Al perro se le considera un animal impuro, lo cual explica el hecho de que casi no se vean perros callejeros.
Las calles suelen ser bastante tranquilas, aunque esta tranquilidad es perturbada por uno que otro pasante. Los hombres van vestidos con túnicas y capuchas, las mujeres se cubren el pelo con un velo.
Al llegar a lo más alto, las calles se hacen más estrechas y empinadas. Desde ahí se pueden ver las montañas y las nubes que rodean a la ciudad.
Vayan por un día, o por un mes, Chauen se presta a ser una parada relajada y memorable.