Wilmar, empieza de cero
Hubo una situación en el partido contra Inti Gas que me terminó por convencer de algo. De algo muy jodido.Estaba sentado justo atrás de Wilmar Valencia, con el Smartphone siguiendo Twitter, y ya resignado a la peor derrota de Alianza en los últimos tiempos, curado de hacer bilis cuando actuaciones así no ameritan ni siquiera el mínimo análisis futbolístico. Una cadena de errores, infortunios, falta de capacidad y de voluntades, terminaron en el 4-1 a favor de los ayacuchanos. Más que eso –que ya es mucho- no es.
Pero vuelvo al episodio al que me referí al inicio y que seguramente no solo yo percibí. Rodrigo Cuba se había lesionado y apenas estaba en pie en el campo y había pedido su cambio. Valencia ni lo miraba. La pelota llegó otra vez por su sector y Cuba hizo el esfuerzo por correr, pero a la velocidad de una sola pierna. El lateral siguió pidiendo su cambio y el técnico volteó hacia otro lugar del campo.
En eso saltó Jorge Cordero, el asistente de Valencia, y recriminó a Cuba por su actitud, lo mandó a la mierda y le dijo que siga jugando hasta que se les ocurriera bien qué hacer con el cambio. Y Wilmar seguía sin mirar a su jugador.
Ambos técnicos charlaron un par de minutos (¡un par de minutos!) y recién le ordenaron a Edson Uribe que agarre el uniforme para ingresar. En tanto, Cuba seguía en un pie en la cancha y Alianza, por ello, con un hombre menos en el campo y con el riesgo de que la goleada aun peor de catastrófica. Entre lo que Cuba pidió su cambio, lo que conversaron Cordero y Valencia y lo que tardó Uribe en cambiarse, recibir indicaciones y producirse la variante, pasaron cerca de 5 minutos. Una vergüenza, una inacción deplorable de todos. Pero lo que más llama la atención es la actitud para afrontar una urgencia. Así no puede haber grupo comprometido.
No había mucho por escoger en la banca de suplentes, era salvar al equipo de una crisis mayor porque imaginar que se podía ir al empate era iluso. Ni aunque el partido se hubiese jugado dos días enteros, Alianza iba a meter un gol más. Lo digo porque ya se encontraba frustrado en el campo, no salían bien ni los pases a tres metros; ni Walter Ibáñez podía hacer un despeje ni Forsyth cerraba las piernas. Yordy Reyna parecía una mosca tratando de cruzar una ventana de vidrio y el resto simplemente desapareció. O nunca estuvieron.
¿Qué pasa con Alianza? ¿Por qué esa irregularidad? Tal vez sería bueno empezar por recordar que el año pasado el club casi se va al descenso por el caos económico y las deudas de un plantel inflado delincuencialmente. Al finalizar la campaña y sin el nudo en la garganta de pensar en la baja, muchos se golpeaban el pecho diciendo que preferían un equipo discreto, pero sin endeudarse para no regresar al caos.
Y tal vez eso es lo que hay en este momento con un grupo que se encuentra solo a 5 puntos del líder del torneo. Jugadores de 5 puntos y hasta un entrenador que trabaja, pero que también tiene serias limitaciones de manejo y liderazgo de grupo.
Salvo Yordy Reyna, el grueso del plantel está conformado por jugadores a los que ya se les dio muchas oportunidades a pesar de su juventud y no han mostrado un despegue efectivo ni sostenido. Jorge Bazán ya llegó a un tope, Vidales solo despertó ánimos por la edad alguna vez, Trujillo no supo explotar nunca lo poquísimo de sus virtudes. Y los refuerzos Uribe y Ciucci –creo- llegaron para completar una plantilla a un costo mediano. Volvemos a lo mismo: es lo que hay.
Salvo ocurra algún incidente entre Susana Cuba y Wilmar Valencia, el camanejo seguirá en sus funciones. La administradora cree que es un proceso y no concibe negociar una resolución de contrato a menos de cinco meses del inicio de la temporada.
Entonces lo que cabe proponer o sugerir es que Wilmar Valencia se de cuenta de que su mensaje no está llegando bien al jugador. Porque el equipo no juega a nada. Por eso mismo, cuando es local y Alianza tiene que asumir el protagonismo, han surgido todos los problemas y las limitaciones quedan a la luz. No es así cuando los grones salen de visita, ya que replegados y aprovechando la velocidad de algunos de sus hombres han sacado puntos importantes.
Valencia en el Callao se quedó impávido. No tuvo ningún tipo de reacción. Ni una arenga ni una palabra de motivación durante el partido. No transmitió nada al equipo y eso sí que es grave porque no tuvo el convencimiento de que había que reactivar a los jugadores. Yo no sé si con las guapeadas o puteadas a lo Natalia Málaga tendríamos que quedar satisfechos; en todo caso, Wilmar debería ser un profesional que demuestre más inteligencia en momentos complicados en un equipo grande. Mi opinión es que se quede en el cargo, pero que replantee su estrategia de comunicación con el plantel. Y que no se piense que ello significa sacrificar la disciplina, simplemente mejorar el clima de trabajo.
La seguimos en Twitter… @elkinsot_DT
[El pésimo momento de Alianza. No hubo ningún jugador que se salve de la crítica.]