Detrás de la salida de Wilmar
Honesto, trabajador y frontal. Quiero empezar por las virtudes que tiene Wilmar Valencia y que lo llevaron por segunda vez a ser entrenador de Alianza Lima. Es eso y más, pero aun así no dio la talla en Matute. Hacer la de Tito Nieves (“me voy, me quedo”) no corresponde para alguien que lleva el buzo blanquiazul donde hace falta bastante más que saber de fútbol para manejar la química aliancista y direccionarla en forma positiva para obtener resultados. Por eso ya es historia. Ya fue.Hay una lucha de poderes en la interna blanquiazul. Están los extranjeros y la gente de más experiencia en el equipo que reconocen como líder a Henry Quinteros. En consecuencia no objetaban a Wilmar cada que tomaba una decisión con respecto al once titular de cada semana. Es que el ‘Pato’ había recibido la confianza del técnico en demasía y a pesar de no pasar por su mejor ritmo.
Pero también está el grupo de la camada joven. Y son fuertes. Los Bazán, Beltrán, Vidales, Aparicio, Navarro, entre otros, que tienen como líder a Paulo Albarracín, como un capitán moral. Y el ‘Cachetón’ ha sido tocado por Valencia en los últimos días y ello provocó un cortocircuito que se pudo manejar mejor de no ser por la destemplanza del entrenador.
Ocurrió la mañana previa (martes 24) al partido contra Cristal. ‘Bam bam’ anunció que Beltrán y Albarracín quedaban fuera del titularato para ceder el paso a Ciucci y Quinteros. En el momento hubo murmullo de insatisfacción -de los jóvenes-, pero Valencia salió del vestuario como siempre lo hace; sin dar explicaciones ni aceptar sugerencias, menos de los más chicos.
Todavía no acababa de cerrar la puerta del vestuario y cuentan que el ‘Che’ Beltrán pateó un objeto por la bronca y ocasionó una bulla que Valencia percibió y entendió como rebeldía o intento de agresión. No regresó a aclarar las cosas con los jugadores y más bien fue a plantearle su incomodidad a Susana Cuba y a reconocer que la relación no daba para más. Presentó su renuncia para dejar el equipo tras el partido contra Cristal (calculaba que ganaría y tendría la sartén por el mango), pero la administradora se negó a aceptarle la proposición en ese momento.
Cuba se acercó al plantel y un grupo de jugadores buscaron al entrenador para que le levante la sanción a Beltrán y reconsidere el dejarlo fuera, pero recibieron más que una largada del profe. Una respuesta intransigente, por decirlo de manera elegante, pero inexacta.
Incluso comentan que Valencia volvió a la oficina de Susana para dejarle por escrito la renuncia y la señora acudió otra vez al plantel para recomponer la relación. Los jugadores ya estaban sorprendidos de que Valencia haya sobredimensionado el episodio y que no lo haya arreglado en el acto. Entonces también se pronunciaron y describieron que el entrenador nunca tuvo gestos que denotaran interés por meterse al grupo; por el contrario, no suele tomar alimentos en la concentración, no comparte sus emociones con ellos y siempre ha sido soberbio cuando alguno le pidió explicaciones sobre movimientos en el equipo de titulares y suplentes.
Además, lo de siempre: La queja no fue solo por Valencia sino por el asistente Jorge Cordero, muy parecido en el manejo. De él dicen que comete excesos en los entrenamientos, cae en insultos y ofensas, puteadas retadoras y poses que no suman a la camaradería.
Susana Cuba dejó las cosas ahí, sin saber qué hacer.
Así Alianza salió a jugar el partido en el Alberto Gallardo. Descompuesto y con los conflictos a flor de piel. Hoy la reflexión de allegados a Susana Cuba que charlaron conmigo es que todo lo ocurrido un día antes se reflejó en las acciones: cuando Cristal hizo el gol -en off side- afloró el desgobierno técnico en el equipo; Walter Ibáñez acabó jugando de delantero y todos los jugadores fuera de control buscando el gol por su propio recurso. No hubo libreto ni dirección ni cabeza.
El equipo ha conseguido algunos resultados interesantes desde el rendimiento individual de sus jugadores. Valencia no logró comprometer nunca a sus elementos en alcanzar un objetivo colectivo y primó el interés de cada quien por conseguir un mejor contrato en el exterior que trascender todos como Alianza. Ahora ya no había marcha atrás en la relación y la cosa era irreconciliable. El entrenador fue el principal interesado en irse y Susana Cuba le abrió la puerta y lo revisó de pies a cabeza para que no lleve nada. Es la imagen que tengo en la cabeza.
¿Y sobre Valencia qué más puedo decir? Lo resumo como un viejo aliancista me lo comentó hace poco en Matute: “El único que pudo tratar como a entenados a los jugadores y sacarlos campeones fue Marcos Calderón. Pero ya está muerto. Marcos hubo uno solo”. Yo estoy de acuerdo con eso. Al camanejo le faltó ser más inteligente en la convivencia, sin perder rigor, pero con muñeca para sacar adelante un grupo tan complejo como el blanquiazul.
¿Quién viene ahora? Por el momento no habrá una contratación sorprendente. Arrué, Pancho Pizarro, Jayo, Arakaki, por ahora están en carpeta. Seguimos atentos.
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