Los errores médicos
¿Le han robado algo a usted alguna vez? ¿Puede describir con palabras lo que se siente al entrar a la casa y darse cuenta que le han robado, o llegar al estacionamiento y darse cuenta que su carro ha desaparecido? Es muy probable que sentimientos muy parecidos hayan asaltado la mente del señor Jorge Villanueva Morales al despertar de la anestesia en el hospital Alberto Sabogal del Callao. Le habían robado su única pierna sana. A pesar de sus advertencias, el cirujano le había amputado la pierna equivocada.
El documento (cuyo resumen ejecutivo usaré para este post) es muy revelador: se encontró que solo en EE.UU., entre 44.000 y 98.000 personas mueren cada año como consecuencia de un error médico. Incluso usando el estimado más bajo, los muertos por errores médicos son más numerosos que los que fallecen en accidentes de transito (43.458), cáncer del seno (42.297) y sida (16.516). Se calcula que los errores en la administración de medicinas matan aproximadamente 7.000 personas al año.
Los errores ocurren no solo en los hospitales sino también en los consultorios particulares, farmacias, emergencias y en el hogar. Los más estudiados y publicitados, como el del señor Villanueva, son aquellos que ocurren en los hospitales. Se calcula que los errores médicos ocasionan casi 40.000 millones de dólares de gastos al año solo en EE.UU., 17.000 millones de los cuales son errores prevenibles.
De acuerdo al reporte, este asunto de los errores médicos no es nada nuevo, ha ocurrido siempre, pero ha sido más publicitado en los últimos 20 o 30 años. La prueba de que siempre han ocurrido es que el público siempre ha tenido mucho miedo de “caer en manos” del sistema médico. Un estudio de la Fundación Nacional de Seguridad del Paciente demostró por ejemplo que el 42% de las personas había sido alguna vez afectada por un error médico, ya sea en persona o en la persona de un amigo o familiar. Del mismo modo, el 32% dijo que un error médico había perjudicado permanentemente la salud de la persona afectada. La mayoría de las personas entrevistadas dijo que el sistema de salud era solo “moderadamente seguro”.
Otro estudio, de la Sociedad Americana de Farmacéuticos de Sistemas de Salud, demostró que el 61% de personas tenía temor de que le den una medicina equivocada, el 58% de que le den medicinas que choquen entre ellas y el 56% miedo de presentar complicaciones como consecuencia de algún procedimiento médico.
Lo interesante de los errores médicos es que al ser preguntado, el público piensa que estos son solamente responsabilidad del profesional médico implicado en el error. Por ejemplo, al ser preguntados cómo se podría solucionar el problema de los errores médicos, el 75% dijo que lo mejor sería retirar de la práctica a los profesionales con un historial de errores repetidos, y el 69% pensaba que el problema podía ser corregido con una mejor capacitación y entrenamiento de los profesionales médicos.
Siguiendo esa línea de pensamiento, estoy seguro que usted, amable lector, está pensando que en el caso del Sr. Villanueva en el Callao, el único culpable de tan craso error es el cirujano. Seguro que al enterarse de la noticia, usted pensó: ¡que bárbaro, qué bestia, qué bruto, cómo pudo haber amputado la pierna equivocada!
Pero la conclusión del importante estudio del Instituto de Medicina (y el punto central de este post) es que la culpa del error no es solamente de la persona que yerra, sino del sistema de salud en el cual trabaja ese profesional. Un sistema de salud que al no estar preparado para minimizar los errores que cualquier ser humano puede cometer, permite que las cosas se hagan sin orden y sistema. En otras palabras, culpar solo al profesional que comete un error es como matar al mensajero que le trae una mala noticia… Tan culpable como el profesional médico es el sistema de salud que no está preparado para minimizar los errores.
Existen varios ejemplos que demuestran cómo un cambio de sistema puede disminuir el error médico. Por ejemplo, incluir a un farmacéutico en las rondas de visita que hacen los médicos con sus pacientes en los hospitales, disminuyó el porcentaje de errores de farmacia en un 66%. Sin duda que mejorar el sistema de atención con la presencia y opinión del farmacéutico contribuyó a disminuir el porcentaje de errores del grupo de médicos y enfermeras. De igual modo, cuando los anestesistas usan estrictos protocolos de acción en la sala de operaciones, los errores se reducen en un 700%. Es decir, independientemente de la inteligencia y aptitud del anestesista, si todos tienen que cumplir la misma rutina, el cambio de sistema reduce la probabilidad de un error.
En esta discusión es importante también saber diferenciar entre los dos grandes tipos de errores que se pueden producir: el error medico y el evento adverso. De acuerdo al Instituto de Medicina, un error médico se produce cuando se falla en cumplir una acción previamente planificada o cuando se usa un plan equivocado para conseguir un fin. Es decir, si al amputar una pierna, el cirujano no sigue al pie de la letra el plan de acción previamente determinado que tiene el sistema hospitalario para ese procedimiento, entonces se puede amputar la pierna equivocada.
¿Pero qué pasa si el hospital no tiene ese plan de acción previamente planificado? ¿Qué pasa si cada cirujano es dejado a que opere a su libre albedrío, a que cada enfermera o anestesista actúe de acuerdo a su inspiración? En ese caso entonces, tan culpable como el médico, la enfermera o el anestesista, lo es el sistema hospitalario que ha fallado en minimizar la posibilidad de un error humano.
Por su parte, el evento adverso se define como el daño causado por una intervención médica, más que por la enfermedad de fondo. En otras palabras, si un paciente con severa enfermedad del corazón recibe por error una dosis excesiva de digoxina (un medicamento maravilloso pero que puede fácilmente intoxicar) y sufre un paro cardíaco, entonces se puede decir que la causa de muerte fue un evento adverso de la digoxina y no la grave enfermedad cardíaca de fondo.
Aparte de errores médicos terribles como la amputación equivocada que motiva este post o los efectos adversos de las medicinas, existen muchos otros tipos de errores médicos. Algunos de ellos son:
• Un error diagnóstico que lleva a escoger un tratamiento equivocado; una falla en pedir una prueba diagnóstica determinada; una mala interpretación de un examen diagnóstico o el no actuar cuando el paciente tiene un resultado anormal.
• Fallas de equipos médicos, como un desfibrilador cardíaco sin baterías o una bomba de infusión no bien mantenida y que no inyecta la medicina al paciente.
• Infecciones hospitalarias e infecciones postoperatorias (¿se acuerdan de las famosas pseudomonas?)
• Daños causados por transfusiones de sangre, como por ejemplo ponerle una transfusión de un grupo sanguíneo diferente al paciente.
• No seguir las órdenes médicas, como por ejemplo, darle de comer a un paciente recién operado.
Es increíble pero la gran mayoría de errores médicos y eventos adversos son prevenibles. Un estudio que revisó 1.113 historias médicas encontró por ejemplo que 70% de esos errores eran prevenibles, 6% potencialmente prevenibles y solo 24% eran no prevenibles. Otro estudio, que revisó 15.000 historias médicas en Colorado y Utah, encontró que el 54% de todos los errores médicos eran prevenibles.
Un estudio publicado en enero del 2009 encontró que introduciendo un simple método de verificación de datos antes de la cirugía, se logro disminuir la mortalidad de 1.5% a 0.8% y las complicaciones de 11.0% a 7.0%.
De acuerdo al reporte del Instituto de Medicina, los pasos más importantes en la prevención de los errores médicos son:
• Uso de la informática y la tecnología. Elementos como las computadoras de mano para escribir recetas y dar las órdenes médicas podrían eliminar los tan frfecuentes errores de lectura, causados por la proverbial pésima caligrafía de los médicos.
• Eliminar los medicamentos y procedimientos que tengan una pronunciación muy parecida o que se escriban de manera similar; o medicamentos que tengan una apariencia similar (cajas y frascos del mismo color)
• Estandarización de las políticas y protocolos de tratamiento para evitar la confusión y el confiar en la memoria del individuo, la cual como sabemos nos traiciona con frecuencia
Con respecto a este último punto, la aplicación de este simple protocolo, publicado en respuesta al problema de los errores quirúrgicos por la Organización Mundial de la Salud en el 2009; le hubiera podido salvar la pierna sana al Sr. Villanueva.
En ese simple protocolo (ver figuras) se aprecian las simples preguntas que deben hacerse antes de anestesiar al paciente, antes de hacer el primer corte y antes de que salga del quirófano. En el caso del Sr. Villanueva, evidentemente no se hicieron las preguntas y verificaciones necesarias para minimizar el error.
Preguntas que deben hacerse antes de dar anestesia:
Preguntas que deben hacerse antes de hacer el primer corte:
Preguntas que deben hacerse antes de salir del quirófano:
Aquí la gran pregunta es: ¿tiene el Hospital Sabogal ese protocolo?, ¿lo tienen los hospitales del MINSA y de EsSalud?, ¿lo tiene su carísima y favorita clínica privada? En otras palabras, ¿están minimizando esos sistemas de salud la posibilidad de un error humano? ¿O es que esos sistemas de salud están dejando que sus cirujanos y miembros del equipo quirúrgico operen con el humor con el que se levantaron ese día?
Como potenciales clientes de un cirujano, mejor asegurémonos que la tengan, no vaya a ser que usted amable lector sea la próxima persona que al despertar de la cirugía, se de cuenta que le robaron un miembro o un órgano.
Si eso sucede, tan culpable como el despistado cirujano, lo será el inseguro sistema de salud que lo atiende…