Las gaseosas y la obesidad
En el pasado, el consumo de gaseosas, sobre todo en los niños, estuvo asociado a situaciones de fiesta y celebración. El destapar una botella de soda o gaseosa era motivo de alegría en una ocasión especial. El problema es que en los últimos años, (y para la bonanza económica de los fabricantes) ese consumo esporádico y ocasional se ha vuelto diario y de rutina, cosa que de acuerdo a tres recientes investigaciones que vamos a describir hoy día, explica en parte la creciente epidemia de obesidad en la sociedad.
En primer lugar, tienen un alto contenido de azúcar, una sola lata de gaseosa tiene en promedio, de 10 a 12 cucharaditas de azúcar. Imagínese que a su té o café de la mañana usted le ponga 12 cucharaditas de azúcar, difícil, ¿cierto? El exceso de azúcar que se consume con las gaseosas o jugos artificiales azucarados se almacenará en el cuerpo en forma de grasa, y se producirá el sobrepeso u obesidad.
En segundo lugar, un exceso en el consumo del tipo de azúcar que se usa en las gaseosas (jarabe de maíz con fructosa concentrada) puede ser tóxico para el organismo a varios niveles. Puede ocasionar hígado graso y aumento de los triglicéridos, y obviamente, obesidad.
En tercer lugar, el tamaño de los envases de las gaseosas ha ido aumentando progresivamente. En 1894, cuando se inventó la Coca Cola por ejemplo, la botellita tenía solo 6.5 onzas (192 centímetros cúbicos) y 79 calorías. Ahora las latitas tienen 12 onzas (355 centímetros cúbicos) con 140 calorías, las botellas plásticas pequeñas tienen 20 onzas (591 centímetros cúbicos) con 250 calorías y hay envases de uno y dos litros, llamados envases familiares. Además en muchos restaurantes de comida rápida venden enormes envases individuales de soda, que pueden contener hasta un litro de la bebida.
En cuarto lugar, el mercadeo de las sodas ha sido muy exitoso. Las compañías han logrado posicionar las sodas como productos de uso diario, asociados a la felicidad (Destapa la Felicidad de la Coca Cola), al orgullo nacional (Inca Kola la bebida de sabor nacional) o a la música o las actividades juveniles o deportivas. Al igual que el cigarrillo, las campañas de mercadeo han logrado convencer al público que “es normal” que se consuman gaseosas todo el tiempo.
El caso de México
En 1980, en México habían muy pocos obesos. En 1999, ya el 30% de los mexicanos eran obesos. Increíblemente, en el 2006 el 66% de los mexicanos ya tenían obesidad. Este es un ritmo extraordinario de crecimiento de obesidad, un verdadero record mundial.
México es considerado el país con más consumo de bebidas gaseosas per cápita del mundo, calculándose que cada mexicano toma medio litro de gaseosa al día, lo cual equivale a 15 cucharadas de azúcar diaria.
En este interesante video se puede ver como en las escuelas, los niños mexicanos más pobres toman Coca Cola en vez de agua y como la Coca Cola ha logrado una penetración extraordinaria en el sistema escolar mexicano gracias a que su previo director, llegó a ser el presidente de la república.
No estamos diciendo que el consumo de gaseosas sea la única explicación de la obesidad en México. De acuerdo a Alejandro Calvillo, director de la organización El Poder del Consumidor:
“toda la dieta tradicional en México, que era muy nutritiva (el maíz y el frijol daban una proteína excelente), se está perdiendo con la urbanización y la comercialización. Lo que gana mayor presencia son todos los productos procesados industrialmente. Hubo un desplazamiento y en catorce años cayó un 30% el consumo de frutas y verduras, en veinte años cayó un 50% el consumo de frijol que era el pilar de la alimentación junto con el maíz y en catorce años aumentó 40% el consumo de refrescos. Entre la población más pobre, el consumo de refresco en catorce años creció 60%. Esto tenía que impactar en algo y lo hizo en la salud.”
El problema de la obesidad entra entonces por la boca: comida chatarra y alimentos procesados, y sodas y bebidas azucaradas que han desplazado a lo natural y saludable. Obviamente la falta de ejercicio es también un factor contribuyente importante.
Tres estudios que relacionan las gaseosas a la obesidad
Tres elegantes e importantísimos estudios se publicaron el 21 de setiembre pasado en la muy prestigiosa Revista Médica de Nueva Inglaterra. Esos estudios nos dan la tan necesaria confirmación científica que se necesitaba para relacionar el consumo de sodas y bebidas azucaradas con la obesidad de niños y adolescentes.
En el primer estudio, se demuestra el efecto negativo de tomar una sola lata diaria de bebida azucarada.
Investigadores holandeses estudiaron a 641 escolares de peso normal durante un año y medio. Los estudiantes fueron sorteados en dos grupos:
a. Aquellos que tomaron una lata diaria de 8 onzas (236 centímetros cúbicos) de una bebida de frutas azucarada.
b. Aquellos que tomaron una bebida artificialmente azucarada envasada en una lata idéntica.
Ni los niños, ni los padres ni los investigadores sabían qué tipo de bebida estaban tomando los niños y todos ellos eran comparables con respecto a su alimentación y actividad física. La única diferencia entre los dos grupos era el azucar en la bebida que estaban tomando.
Después de un año y medio de estudio, se comprobó que los niños que tomaron la bebida azucarada ganaron un kilo de peso, comparados con los niños que no tomaron la bebida azucarada.
Es importante darse cuenta que los niños solo tomaron una bebida de 8 onzas, y que una lata de gaseosa o de jugo de fruta tiene 12 onzas.
En el segundo estudio, se ve que aquellas personas con tendencia genética a engordar van a ser más perjudicadas por tomar bebidas azucaradas.
Investigadores de la Universidad de Harvard analizaron los datos genéticos de 33,000 profesionales de la salud, participantes de un estudio de nutrición. Sabiendo que existen aproximadamente 40 genes que determinan la tendencia a la obesidad, los investigadores trataron de ver si aquellas personas que tenían más tendencia genética a la obesidad, eran más susceptibles a desarrollar obesidad por tomar sodas o bebidas azucaradas.
Dicho y hecho, aquellas personas con mayor tendencia genética a la obesidad y que tomaban una soda o jugo artificial diario, tuvieron el doble de riesgo de ser obesos que las personas con menos genes de obesidad y que solo tomaban una soda al mes.
Así es que si una persona viene de familias de gorditos, las gaseosas lo van a engordar más.
En el tercer estudio, se demuestra lo importante que es controlar la disponibilidad de bebidas azucaradas en la casa o en la escuela.
Investigadores de la Universidad de Harvard, dividieron a 224 adolescentes (acostumbrados a tomar una soda o bebida azucarada diaria) en dos grupos:
a. Uno recibió gratuitamente en la casa bebidas de dieta o agua y se les pidió que no tomen gaseosas o jugos azucarados.
b. El otro recibió un cupón de 50 dólares para que compren lo que deseen del supermercado local.
Después de un año de seguimiento, aquellos estudiantes que recibían la soda de dieta o el agua, solo consumieron lo que se les daba y ganaron un kilo y medio menos de peso comparados con los estudiantes que tomaban sodas o bebidas azucaradas.
De acuerdo a los investigadores, nunca se ha visto que un solo elemento de la dieta pueda alterar tan rápida y profundamente el peso de una persona.
Lamentablemente, el beneficio de tomar bebidas de dieta o agua no persistió en el grupo de estudiantes que lo consumían. Un año después de haber terminado el estudio, la mayoría volvió a consumir bebidas azucaradas.
Este estudio demuestra entonces que solo con educación del público no se gana nada. Para controlar la obesidad relacionada a este tipo de bebidas, deben implementarse también regulaciones como la que recientemente aprobó el Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York, disposición que limitará el tamaño de los envases de soda que se venden en la ciudad. Desde marzo del 2013, el vaso más grande que se podrá comprar en la ciudad de Nueva York tendrá 20 onzas de gaseosa (ahora se pueden encontrar gigantes envases de 32 onzas). Dicho sea de paso, 20 onzas ya es bastante, eso es poco mas de medio litro…
En resumen
Las gaseosas y otras bebidas azucaradas contribuyen a la obesidad y nuestra recomendación es que usted amable lector use esos productos como se usaban antes: solo en alguna fiesta u ocasión especial.
No compre sodas ni jugos artificiales azucarados y aprenda (o reaprenda) a preparar refrescos caseros para sus hijos.
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Pregunta: ¿Recuerda usted qué refrescos usaban en su casa cuando usted era niño, los sigue usando o ya los reemplazó?