Regulación de la industria de alimentos artificiales o procesados
En el Perú se está desarrollando en este momento un nuevo capítulo de la eterna lucha entre la salud pública y los intereses económicos. Por un lado está la Ley de Salud y Alimentación de Ninos.pdf que pretende regular (no prohibir) los mensajes publicitarios de alimentos artificiales o procesados que reciben los niños y adolescentes y por otro lado la airada reacción de tres industrias: fabricantes de alimentos artificiales o procesados, medios de comunicación y agencias de publicidad. Esta nota tiene tres intenciones…
Primero, describir brevemente lo que son alimentos artificiales o procesados; segundo, exponer por qué debe regularse (pero de ninguna manera prohibirse) la publicidad de alimentos artificiales o procesados dirigida a la niñez; y tercero, dar algunos ejemplos de otras viejas y nuevas luchas entre la salud pública y los intereses económicos.
Mi intención es que al terminar de leer este post, usted amable lector, se sitúe a uno u otro lado de la controversia y que eso le permita mantener un debate menos bilioso y más cerebral.
1. Alimentos artificiales o procesados
Para entender lo que es un alimento procesado o artificial amable lector quiero pedirle, si tiene usted alrededor de 40 o 50 años, que se transporte mentalmente a su infancia y recuerde qué tipo de comida le daban sus padres. Y la razón por la que menciono la edad es por que es precisamente durante estos últimos 40 a 50 años que en el Perú y otros países en América Latina (mas o menos 60 a 70 años en los Estados Unidos) que el “ritmo de vida moderno” y la publicidad por supuesto, nos han hecho creer que cualquier alimento que viene en caja, en lata o en botella es “normal” y que puede reemplazar a un alimento natural.
Pues eso es un alimento procesado, es cualquier alimento que ha sido mezclado con sustancias químicas, colorantes, preservantes, emulsionantes, saborizantes, etc. y que se vende en una bolsa, en una caja, en una botella o en una lata.
• Algunos han sido procesados para mantener frescura (atún en lata, frutas picadas en miel, papillas para bebes.
• Otros son más procesados pues se mezclan con saborizantes, colorantes emulsionantes, deshidratantes y otras sustancias químicas. En este grupo están la papa en polvo lista para hacer puré, el arroz en caja, las mezclas de harinas para hacer pasteles, la salsa de tomate en lata, las gelatinas y los aliños para ensaladas.
• Y por ultimo están los alimentos fuertemente procesados o artificiales y que están “listos para su consumo”. Aquí están los cereales de desayuno, avena saborizada, galletas, mermeladas, helados, yogures saborizados, barras de granola, caramelos, chicles, pollos al horno que pueden venderse por varios días después de su preparación, embutidos, jamonadas, mortadelas y salchichas, quesos para untar, bebidas de frutas en cajitas y botellas y bebidas gaseosas.
La característica común de esos alimentos artificiales o procesados es que en su elaboración se usan cantidades insalubres de tres sustancias: sal, azúcar y grasas, además por supuesto de decenas de sustancias químicas con diversos propósitos.
Y vale la pena aclarar aquí, para aquellos que dicen que un delicioso plato de ají de gallina también tiene grasa y por tanto “podría calificar como alimento procesado”, que eso no es cierto. A no ser que el ají de gallina haya sido preparado usando esas modernas bolsitas de ají de gallina instantáneo (que si esta lleno de sustancias químicas), este platillo podrá tener grasa, pero todo en él es preparado usando ingredientes naturales y no hay punto de comparación.
Esa es la diferencia entre un alimento natural y un alimento artificial o procesado lleno de sustancias químicas. A pesar que parezca una frase de Perogrullo, lo natural es natural y el alimento procesado o artificial está industrialmente manipulado.
Estoy seguro que a usted amable oyente, sus padres lo alimentaron con comida natural, muy probablemente cocinada diariamente.
¿Se ha puesto a pensar en lo que usted le da a sus hijos?, ¿Es usted de aquellos que manda a su hijo al colegio con una cajita como la que le mostramos en la siguiente foto, llena de alimentos procesados o artificiales?
Y esta es la lista de ingredientes:
Un reciente libro titulado “Twinkie, Deconstructed” (Desarmando un Twinkie), encontró que esa popular golosina norteamericana tiene nada menos que 37 productos químicos. El fotógrafo Dwight Eschliman tuvo la paciencia de buscar todos esos elementos químicos y fotografiarlos. La exposición fotográfica es impresionante porque esos mismos elementos químicos están en centenares de otros alimentos artificiales o procesados que usted o sus hijos probablemente consumen con frecuencia.
Esta es una muestra de algunas de esas fotos…
Imagínese, un pequeño dulce tiene 37 ingredientes, muchos de los cuales están en los inocentes productos que les damos a nuestros hijos.
2. La publicidad de los alimentos artificiales o procesados
¿Ha visto usted televisión con sus hijos los sábados y domingos en la mañana? ¿Se ha dado cuenta de la gran cantidad de comerciales en los programas infantiles? ¿A quiénes cree usted que están dirigidos esos comerciales, a usted o a sus niños? ¿Cree usted que esas propagandas son solo para “informarle” a sus hijos que esos alimentos artificiales existen o cree usted que lo que realmente se quiere es incentivar el consumo de esos dulces, gaseosas, galletas, cereales y otros alimentos artificiales?
¿Ha analizado usted el contenido de esos comerciales? ¿Se ha dado cuenta que muchos de esos anuncios le dicen a los niños que si consumen sus productos crecerán mas, serán mas fuertes y que serán “diferentes” a otros niños? ¿Y se ha dado cuenta que algunos de esos comerciales como que dan la impresión de que quien lo consume ‘es más’ que el que no lo consume? ¿Y se ha dado cuenta cómo algunas propagandas están dirigidas a los padres y juegan con crearles un sentimiento de culpa si no les compran esos productos a sus hijos?
Y ni qué decir de los famosos “regalitos” o “anzuelos” que hacen muchos fabricantes de alimentos procesados o artificiales para incentivar la compra de sus productos por los niños (¿recuerdan los juguetitos de las cajitas felices de McDonald’s?)
Pues lo que el Proyecto de Ley peruano quiere precisamente es evitar todas esas situaciones de manipulación de niños y padres. Lo que se quiere es que siga la publicidad, pero que esta sea más veraz con los productos que se publicitan y menos engañosa a los consumidores.
En otras palabras (y mi posición personal es clara al respecto) no se quiere ni se debe prohibir la publicidad. El hacer publicidad a un producto legal y es una actividad fundamental en el ejercicio comercial. Nunca debe ser prohibida. Pero la publicidad debe ser veraz, no engañosa y no debe aprovecharse de la vulnerabilidad de los niños y los adolescentes.
Y a los empresarios de los medios de comunicación hay que decirles que no tengan miedo, los comerciantes encontrarán siempre la manera de hacer publicidad a sus productos y siempre estarán dispuestos a pagar por ello. Los comerciantes dependen mas de los medios de comunicación que los medios de comunicación de la publicidad de alimentos artificiales o procesados.
Se sabe que gran parte del presupuesto de los medios de comunicación está cubierto por los anuncios de alimentos artificiales o procesados, pero existen muchos otros negocios que verán con buenos ojos el espacio que dejarían los anuncios de esas empresas.
Ellos dependen mas de ustedes que ustedes de ellos… esa amistad no les conviene… ya sucedió lo mismo con la industria del tabaco.
3. La eterna lucha entre la salud pública y los grupos de poder económico
El Dr. John Snow contra la industria de repartición de agua en Londres
Corría el año de 1854 y el cólera atacaba violentamente la ciudad de Londres, mas de 700 personas murieron en menos de una semana en el barrio del Soho. El Dr. John Snow, un medico de ese barrio que veía como sus pacientes morían de la enfermedad tuvo una iluminación: empezó a poner alfileres rojos por cada victima en un mapa de la ciudad de Londres. Lo que descubrió hizo que la epidemia desaparezca pero causó la violenta ira de la industria de repartición de agua en la ciudad.
Su estudio descubrió que las victimas el cólera ocurrían solo en la parte de la ciudad en la que la Southwark and Vauxhall Waterworks Company distribuía el agua. Esa era una de las dos poderosas compañías de distribución de agua en Londres. Lo que pasaba es que esa empresa extraía el agua de las partes contaminadas con agua de alcantarillas y desagües que desembocaban en el Rio Támesis y la distribuía al Barrio del Soho.
Obviamente (y como ocurre en Perú ahora), la industria no podía creer lo que el Dr. Snow había descubierto, lo llamó loco, fanático e ignorante y trató de desprestigiarlo. Felizmente el Dr. Snow logró convencer al alcalde de la ciudad, quien en un acto de valentía increíble, prohibió a la compañía Southwark que distribuya agua, con lo que la epidemia se detuvo.
La salud publica contra la revolución industrial
La revolución industrial, periodo histórico entre mediados de los 1700 y comienzos de los 1900, se caracterizó por un impacto muy negativo sobre la salud de los trabajadores y sus familias. El reemplazo de la mano de obra individual por el trabajo de las grandes maquinarias y el nacimiento de las enormes fábricas y factorías hizo que se formen las grandes ciudades. Ese desordenado crecimiento, aunado a la ciega ambición de los industrialistas hizo que la salud de los trabajadores y sus familias desmejore profundamente. Tuberculosis, cólera, tifoidea, desnutrición, etc. fueron los flagelos de esas familias.
Por supuesto que las grandes empresas industriales de ese tiempo pelearon con uñas y dientes cada intento de algún gobierno de regular el modo en que las industrias trataban a sus trabajadores.
Al respecto, una anécdota pinta de cuerpo entero esa época. Es la historia del Dr. Rodolfo Virchow, el padre de la patología. Resulta que a mediados de los 1800, el gobernante alemán de esa época llamó al Dr. Virchow para pedirle que estudie porque tanta gente moría del cólera en Alemania. El Dr. Virchow estudió el problema y presentó su informe al gobernante, quien al recibirlo montó en cólera. El Káiser le dijo al Dr. Virchow que el había pedido un informe médico y no un informe sociológico.
¿Cuál había sido el pecado del Dr. Virchow? Pues que el había concluido que para que el cólera desaparezca de Alemania, deberían mejorar las condiciones de vida de los trabajadores en las fábricas alemanas. Que debían trabajar menos, dormir mas y comer bien. Que debían estar menos hacinados en habitaciones oscuras y que deberían tener agua limpia y sistemas de alcantarillado.
Gracias al Dr. Virchow, nació la Medicina Social.
La salud pública contra la industria del tabaco
Esta confrontación es mucho mas reciente y muchos de los lectores son testigos de las múltiples batallas que se están librando durante los últimos 60 años. ¿Recuerdan las batallas para hacer que los centros de trabajo en lugares cerrados, incluyendo bares y restaurantes, sean espacios libres de humo para proteger a la mayoría de la gente que no fuma? ¿Recuerdan las múltiples batallas para aumentar los impuestos al cigarrillo para que los niños no puedan comprarlos? ¿Recuerdan las luchas para regular la publicidad de sus productos dirigidas a niños y adolescentes? ¿Recuerdan el estudio hecho entre niños de jardín de infancia quienes reconocieron con mayor facilidad a Joe Camel que al Ratón Mickey? ¿Recuerdan las batallas para que los tabacaleros retiren sus propagandas de cigarrillos en las tiendas, carteles que eran estratégicamente colocados a la altura de los ojos de los niños?
Pues adivinen ¿quién ha peleado con uñas, dientes y cuchillos cada intento de proteger a la población del peligro de los cigarrillos y cada intento de ser regulados?
Pues claro que si, la industria del tabaco, que con su poder ha comprado la voluntad de políticos y medios de comunicación y siempre ha advocado “que se deje convivir” a los fumadores y su venenoso humo con los demás porque estaban siendo “discriminados”. Y que sus productos no son para niños sino para adultos. Increíble como se repite la historia, en estos días, los fabricantes de alimentos artificiales en el Perú afirman en estos días que también están siendo “discriminados”.
Debido a que la industria del tabaco esta siendo derrotada (léase regulada) en los países ricos, ahora están haciendo su agosto en los países pobres, incluyendo América Latina.
La salud pública contra la industria de automóviles
Cuando el gobierno norteamericano quiso que los fabricantes de automóviles incluyan los cinturones de seguridad y las bolsas de aire en cada vehículo que fabricaban, ¿adivinen quienes se opusieron? Pues adivinaron, la poderosa industria fabricante de automóviles, la cual peleó con uñas y dientes la regulación, manifestando que eso era muy caro, que iban a subir los precios de los automóviles y que lo único que hacia falta para disminuir las muertes por choques de automóviles era la educación vial de los pilotos… (¿suena familiar con lo que se dice ahora en Perú, de que la educación es mas que suficiente para evitar que los niños y adolescentes consuman alimentos artificiales o procesados?)
La salud publica contra la industria de alimentos artificiales o procesados
Pues esa es la moderna confrontación que motiva este post.
Así no lo crea esta lucha ya tiene tiempo, empezó allá por los años 70 cuando la gente se dio cuenta que los alimentos artificiales o procesados tenían cantidades insalubres de sal, grasa y azúcar, además de decenas de sustancias químicas de efecto dudoso sobre la salud del público.
Una interesante historia dice que el Sr. Michael Mudd, antiguo ejecutivo de la corporación Kraft y ahora activista contra la industria para la que trabajó, trató en 1999 de convencer a ejecutivos de las 11 empresas fabricantes de alimentos artificiales o procesadas mas poderosas del mundo a que hagan algo para hacer sus productos mas saludables. El les dijo que la gente se estaba dando cuenta del problema que causaban sus productos y que antes de que la cosa se ponga fea, debían hacer algo para hacer sus productos mas saludables.
En masa, los 11 ejecutivos rechazaron su idea, concluyendo que el deber de la industria era darle al consumidor lo que le gustaba y que la salud no debía ser su preocupación.
Entre los participantes de esa reunión del 8 de abril de 1999 estaban Nestlé, Kraft, Nabisco, General Mills, Procter & Gamble, Coca Cola y Mars. Si usted no esta familiarizado con esos nombres, le decimos que ellos controlan mas del 90% de la producción y venta de los alimentos artificiales o procesados en el mundo.
Lo que es preocupante, tal como ha sido denunciado en un reciente libro llamado “Sal, Azúcar y Grasa” del autor Michael Moss (ganador de un premio Pulitzer) es que la industria de alimentos artificiales o procesados esta muy consciente de lo que hace y que es capaz de manipular las cantidades de esos tres elementos para crear adicción de la gente a sus productos.
Es decir, las similaridades entre el comportamiento de la industria del tabaco y la industria de alimentos artificiales o procesados es clara y evidente. Usan los mismos métodos, se defienden de la misma manera y son protegidos por los las mismas personas y organizaciones.
La salud pública (y el futuro del planeta) contra las grandes industrias
Y ni que decir de la batalla entre los grupos que defienden al planeta del calentamiento global contra las grandes industrias que emiten toneladas y toneladas de gases que están ocasionando que los glaciares se derritan, que las grandes montañas (entre ellas los Andes) pierdan sus coronas de nieve y el clima este cambiando tan drásticamente.
Otros ejemplos de conflicto entre la salud pública y poderosas industrias incluyen el control de armas de fuego de uso militar por la población civil (EEUU vive una intensa batalla estos días), el control de la publicidad de las bebidas alcohólicas y el control de los productos plásticos, productos que no solo contaminan el medio ambiente sino que probablemente producen profundos cambios en el sistema hormonal humano.
Corolario
En resumen estimado lector, esperamos que al terminar de leer esta nota usted se alinee con uno de los dos bandos: el de la industria de alimentos artificiales o procesados o el de la salud pública; es decir el lado de su salud y la de sus hijos y nietos o el lado de las ganancias económicas de la industria.
Al respecto, los industriales peruanos dicen que es injusto que se les trate de regular porque sus productos solo representan el 14% de los alimentos consumidos por la población… precisamente señores industriales, toda esta lucha es para evitar que ese porcentaje aumente a los niveles increíbles que se tienen en EEUU y que la incidencia de obesidad, cáncer y enfermedades crónicas pongan en bancarrota al Perú en los próximos 20 o 30 años.
Es decir lo que esta ley quiere es prevenir, antes que lamentar.
Y para aquellos que dicen que lo único que se necesita para controlar este problema es la educación del público, les digo que se imaginen una sociedad en que no hayan semáforos o regulaciones en las calles y carreteras, una sociedad en la que todos puedan tener las armas que desean, una sociedad en la que los bancos y otras agencias financieras hagan lo que desean y una sociedad en que todos puedan prender un cigarrillo en donde quieran. Y todo eso en aras de que el público sea educado en como manejar en carreteras sin semáforos, sea educado en no hacer daño con sus armas de fuego, sea educado en hacer sus finanzas y sea educado en respetar el aire puro de los demás.
¿Imposible cierto? Para eso existen los gobiernos, para regular las actividades de negocios que ponen en peligro la vida y la salud de sus consumidores en beneficio de sus ganancias económicas.
Si la historia es un parámetro, tarde o temprano esta industria será también regulada y tendrá que aceptar que si quiere seguir haciendo negocios, deberá ser mas responsable.
Pienso que no deben esperar a que les pase lo que le pasó a la industria del tabaco….