Un viaje por el otro lado de Cusco
Hola amigos, bienvenidos a Cuscos para Lelos. Quisiera, desde el comienzo, tener con ustedes una relación cercana, de lelo a lelo, de un sujeto impresionable a otro igual. Para conocernos les contaré un poco de mí: nací en Lima hace 30 años, tuve una infancia feliz, jugué pichanga en las calles de Chorrillos con buenos amigos, corrí muchas olas en la Herradura con mi primo y los Beatles me revolucionaron a los 18 años. ¿Qué más? Mis padres me enseñaron a decir gracias y por favor, estudié periodismo en la Universidad Católica y llegué a Cusco por primera vez en el 2005. Es acá que empieza mi historia.
He contado varias veces sobre la primera vez que llegué. Era de noche, había luna llena y esta era amarilla. Concordaba en colores con la ciudad-nunca había visto una ciudad amarilla-. Me quedé lelo desde que la vi esa noche del mes de julio, entrando en bus por Tica Tica. Era el lugar más hermoso del mundo.
Durante los meteóricos cinco días que pasé tuve experiencias alucinantes. La primera de ellas sucedió en Saqsaywaman: estaba con mis dos mejores amigos, compinches del viaje, en lo alto de la fortaleza mirando la ciudad. Recuerdo que hablábamos todo el día pero durante ese periodo nos quedamos callados y fue tal vez la primera vez que viví un silencio tan cómodo. Contemplamos Cusco durante una hora sin palabra alguna, solo cruzando a veces una mirada como preguntándonos ¿lo sientes también? Lo sentíamos, sentíamos esa energía, esa que tanto se dice que hay acá. Queridos lelos, muchos de ustedes habrán venido al Cusco y sabrán de los que les hablo. No se puede explicar, ¿no? Simplemente está.
Durante el viaje recuerdo tener el corazón lleno de fuerza, de sentirme inmortal, inagotable, inspirado. Bajando esa misma tarde por las calles de San Blas caí en la cuenta de que éste era el mejor lugar del mundo, y aunque no conocía todos los lugares del planeta estaba seguro de lo que decía. ¿Grecia? ¿Roma? ¿Egipto? Nada que envidiar. Esto era hermoso, era un sueño.
Los seis años posteriores a esta aventura fueron raros. Universidad, confusión existencial, música a medias, cigarros y sobrepeso. De vez en cuando buscaba “Cusco” en Google para mirarlo un ratito, o a veces salían noticias en la tele y miraba en vivo la ciudad de mis sueños. Pero yo estaba en Lima, atollado.
Finalmente, un día, el 24 de octubre del 2011, me mudé a Cusco. Si hubiera sido tan fácil como se lee todo bien, pero fue un largo parto de decisiones, renuncias, miedos, ahorros, cierres de cuentas y abrazos con la familia hasta nuevo aviso. El amor tuvo mucho que ver en esta mudanza y hasta hoy sigo pensando que no hay otra fuerza transformadora como esa.
Amigos lelos, no estamos para hablar tanto de mí. El protagonista es Cusco y su fuerza transformadora, porque tengo que decirles, después de tres años mi vida ha cambiado para siempre.
Vivo impresionado con las dualidades y realidades paralelas de Cusco. ¿Les gusta el huayno? ¿Han percibido que son tristes y felices al mismo tiempo? Cusco tiene múltiples personalidades que suceden simultáneamente. Está el Cusco turístico frente al Cusco local, el sagrado frente el profano, el ancestral y el moderno, el millonario y el mendigo. Todo en un solo lugar.
Cuscos para Lelos es para ustedes, para que se diviertan pero sobre todo para que se inspiren como Cusco me ha inspirado a mí. No habrá ningún autobombo acá, solo un testimonio de transformación que no excluye a nadie. Tú puedes vivirla también.
En este blog te contaremos dónde tomarte un rico jugo, dónde escuchar buena música en vivo, dónde encontrar unas ruinas impresionantes y más, pero en realidad tentaremos algo más que eso: darte el Cusco que necesitas en tu corazón de lelo mientras estás en tu trabajo soñando que mañana tal vez, podrías estar aquí. ¡Bienvenidos!