Cuando un dueño se va (Parte I)
Foto: Daniele Sartori
Había una vez, en Japón, un profesor que tenía un perro llamado Hachiko. Todos los días el animalito acompañaba a su dueño a la estación de trenes hasta que él se embarcara para ir a su trabajo, y por la tarde regresaba al mismo lugar para esperar su retorno. Esto se hizo costumbre entre los dos, e incluso la gente de la zona se asombraba por tamaña muestra de afecto del perro hacia su dueño. Lamentablemente, un día el profesor falleció de un ataque cardíaco y no pudo hacer el viaje de regreso a casa. Hachiko no lo volvió a ver, sin embargo, todos los días acudía a la estación de trenes para esperar el retorno de su amo. Así pasaron los días, meses y unos cuantos años hasta que el fiel animalito falleció.
Los habitantes de la zona se encargaron de que una estatua en honor a Hachiko adorne la estación. Esto, por su lealtad y amor hacia su dueño.
Esta historia es verdadera y nos describe el sentimiento de amor y lealtad que un perro puede sentir por su compañero humano. En nuestro próximo post hablaremos de la tristeza que pueden llegar a sentir estas mascotas cuando su dueño se va.