Siempre vigente
Una de mis amigas más exitosas de la universidad se casó con un tipo popular, de esos que llegaban con su tabla en el techo del auto. Pasaron los años y ella se sintió tan “segura” en su vida de casada que terminó descuidando muchas cosas fundamentales: la relación con su esposo, su desarrollo y cuidado personal, sus amigas. “¿Ya para qué?”, nos decía. “Él tampoco es quien solía ser”, decía justificando su propia actitud, al tiempo que se quejaba de su vida, su soledad y, por supuesto, de su marido.
Lamentablemente, y como suele suceder, él encontró a otra que sí lo hacía sentir bien. Mi amiga quedó devastada: nunca se imaginó que esto le podía pasar a ella. Le tomó más de un año recobrar su autoestima y seguridad. Felizmente, se puso de pie, regresó a la universidad, al gimnasio y hasta volvió a ser regia. Más le costó recuperar a sus amigas, que ya casi la habíamos olvidado. Comenzó a salir nuevamente, conoció a alguien y empezó una nueva vida que prometía ser mejor.Sin embargo, una vez estable en esta nueva relación, volvió a descuidarse a sí misma, a su relación y hasta a sus amigas. ¡Cometió dos veces el mismo error!
En el mundo del trabajo, casi a diario nos encontramos con situaciones muy parecidas: personas que encuentran en el hecho de no sentirse a gusto en su trabajo la justificación perfecta para abandonar su desarrollo personal y descuidar su perfil profesional.
Se dejan ganar por la rutina y el desánimo y descuidan su vigencia y competitividad. No generan logros ni resultados por el puro descontento que sienten. ¡Entran en un círculo vicioso y se hacen trampa a sí mismas saboteando sus aspiraciones!
Otros se autojustifican en la falta de tiempo o el exceso de trabajo para descuidar sus relaciones dentro y fuera del entorno laboral. No desarrollan redes de confianza con amigos, colegas y contactos, y terminan “escondiéndose”. Olvidan que no hay peor pecado para una carrera que desaparecer.
¿Qué hacen los exitosos? Se mantienen atentos a las realidades del mercado laboral, poniéndose metas claras y ambiciosas que revisan permanentemente. Actualizan sus perfiles y adquieren nuevas habilidades y destrezas competitivas. Saben que no hay trabajo ni situación segura: agregan valor y llevan el registro de sus logros en un currículo siempre actualizado. No descuidan jamás sus relaciones y cuidan su reputación de buenos trabajadores con jefes, colegas, subordinados, clientes y proveedores.
Los profesionales exitosos hacen contactos participando en actividades gremiales e institucionales, asisten a cursos y colaboran en actividades de responsabilidad social de impacto nacional. Nunca usan su eventual desánimo, problemas con el jefe o mal sueldo como excusa para sabotear su carrera.
Los exitosos trabajan para su éxito cada día. Cuidan de su empleabilidad y su márketing personal: saben que cuando lleguen los cambios, ¡será muy tarde para empezar a hacer las cosas bien!
En un mercado laboral tan dinámico como el que estamos viviendo las organizaciones están abocadas intensamente a cambiar perfiles para trabajar solo con quienes se ajustan a sus nuevas necesidades. La bonanza de la economía trae nuevos retos: el éxito es una manera de pensar y actuar donde lo principal es mantenerse vigente y competitivo, ¡cada día de la semana y sin excusas!