Un cambio de actitud
Me da gusto cuando veo todo lo bueno que está pasando en nuestro país. Y no me refiero a los resultados económicos. Hoy la actitud es más positiva y responsable: escuchamos cada vez más de personas e instituciones que desafían las “verdades universales” que afirman que aquí no hay oportunidades para surgir.
El Perú está lleno de casos de emprendedores que rompen estas barreras mentales y se atreven a hacer realidad sus sueños con excelentes resultados. Leemos de empresarios grandes y pequeños que logran metas que hasta hace poco se pensaban imposibles en “este país”… Creo que ya estamos empezando a aprender a celebrar el éxito ajeno, a mirarlo con menos desconfianza e incluso a admirarlo sin resentimiento.
Entre muchas buenas iniciativas gremiales con impacto multiplicador surge, por ejemplo, la Asociación de Buenos Empleadores. La meta de sus fundadores no es lograr el reconocimiento de serlo, sino lograr que más empresas implementen buenas prácticas de recursos humanos y de respeto a sus trabajadores. Y lo más interesante: que se lo exijan a sus proveedores. Funciona y es una iniciativa 100% peruana.
Imagínese el poder de esta visión: cada vez más buenos empleadores modelando buenas prácticas entre sus proveedores. Por mi lado, veo que cada vez más peruanos, entre ejecutivos, empleados y trabajadores, están dispuestos a asumir el reto de su propia empleabilidad. Hay un cambio de actitud importante: la gente no se limita a cuidar su puesto, sino que sus niveles de productividad aumentan cada día y hablan con naturalidad de agregar valor, contribuir a los resultados y mantenerse competitivos en un mercado laboral muy activo. Hay más inversión en capacitación y liderazgo y ya no está solamente dirigida a los “generales” de la organización. Hoy muchas empresas ofrecen buenas prácticas de liderazgo al personal productivo, con lo que establecen la coherencia entre lo que se hace y lo que se predica.
En el sector empresarial, los temas que se discuten hoy involucran el desarrollo y la responsabilidad social, la lucha contra la pobreza y la educación. No hay sino que mirar la agenda de las importantes reuniones que el sector empresarial tiene esta semana. Obviamente hoy muchos empresarios ven más allá que solo sus intereses económicos: asumen su responsabilidad de involucrarse en el quehacer y el bienestar nacional. Saben que no pueden darse el lujo de no hacerlo: sus empresas generan el empleo formal que el país necesita para aliviar la pobreza y su mirada está puesta en lograr una visión común de país para el desarrollo.
Este cambio de actitud aún no involucra a todos. Es cierto. Cuando se citan ejemplos de los avances hay quienes desconfían e insisten en que nada bueno pasa en el Perú y que detrás de todo siempre hay intereses mercantilistas o de imagen disfrazados de buenas intenciones. Por eso el reto de difundir las buenas iniciativas y los casos de éxito debe tomar más relevancia que nunca. Debemos modelar y cuidar el importante cambio cultural que nos muestra las oportunidades que hay en el Perú. ¿Exceso de optimismo? No lo creo.