Estar sin trabajo
Es muy duro estar sin trabajo. Quien ha pasado por la experiencia o la ha visto de cerca sabe lo que duele vivir esta etapa confusa y solitaria que afecta tanto la autoconfianza como la autoestima. La falta de estructura y la incertidumbre de no saber cómo y cuándo llegará la ansiada oferta de empleo impactan mucho en nuestra identidad, puesto que lo que somos está muy asociado con nuestra vida laboral.
Foto: Flickr/ Josh Puetz
La pérdida de trabajo puede ser muy traumática para quienes son desvinculados sin especial respeto a su dignidad. Lamentablemente, la mayoría de jefes que comunica una salida no se capacita ni se prepara para hacerlo bien, sin medir el impacto que cada palabra mal dicha tiene en quien está en una posición muy vulnerable al ser despedido. Pocos reparan en cómo un mal despido golpea a quienes deben salir a enfrentar el mercado laboral.
Quedarse sin trabajo puede afectar incluso a los mejores trabajadores o ejecutivos en un mercado laboral dinámico por el crecimiento. A cualquiera le pasa y sucede por diversas razones que muchas veces no tienen relación con el desempeño individual (fusiones, cambios organizacionales y/o de perfil). Y es equivocado pensar que una buena compensación económica evita por sí sola el dolor de una salida manejada sin respeto o la angustia de estar sin trabajo.
Encontrar un nuevo empleo requiere de una clara estrategia, buena metodología y un plan efectivo pero, sobre todo, de una ejecución perseverante y sostenida en el tiempo. El proceso de reinserción toma tiempo, y puede llegar a ser una tarea de largo aliento en la que es clave mantener la energía, buena actitud y motivación, ya que las relaciones y los procesos tardan en madurar.
Sin embargo, estar sin trabajo –al igual que otras experiencias difíciles en la vida– deja importantes aprendizajes. Los testimonios de quienes se recolocan resaltan lo valioso de aprender a valorar las cosas, de conocerse mejor a sí mismos, de tener una nueva conciencia de su empleabilidad y de la importancia de desarrollar su red de confianza.
Con todo, el testimonio más frecuente e impactante es aquel en el que los que se recolocan resaltan sentirse recompensados por haberse podido reconectar con sus familias y con su fe y, gracias a ellas, ¡salir muy fortalecidos de la experiencia!