Cambia tu mirada para avanzar
Cuando era chica tenía mucho miedo a las acequias. Me habían dicho: “si te acercas mucho a una, te jala la mano negra”. Así, jamás me acerqué a una – aunque de lejos las agüeitaba por si veía un poquito de la temida mano negra. Mis primos sabían del cuento y en los paseos familiares al campo, mi miedo era siempre motivo de cariñosas burlas.
Hasta que un día me tocó enfrentar mi miedo. Me dieron las instrucciones del caso para mi primer salto de acequia: “no mires abajo”. Por supuesto que salté sin despegar los ojos del agua para tratar evitar el jalón temido. Casi caí a la acequia (pero no me agarró la mano negra felizmente). Al siguiente intento me recomendaron mirar a la otra orilla, lo hice y casi logré mi cometido – aunque lo hice con las justas. En eso estábamos cuando nuestros padres nos llamaron desde lejos para almorzar. Salimos volando hacia la parrilla, hambrientos y felices.
Al llegar me percaté de que había saltado acequia. ¡Lo había logrado sin darme ni cuenta! Con la mirada puesta adelante, en la promesa de un rico almuerzo, la acequia dejó de ser una amenaza. Ese día murió la mano negra para mí y aunque no la extraño, me dejó una gran lección.
¿Que aprendí? Que el cambio de mirada es clave para poner las cosas en perspectiva y cambiar el contexto de una situación. Por ejemplo, si la nueva mirada la ponemos en algo que nos inspira, apasiona o motiva mucho a alcanzar, las dificultades del hoy pasan a ser menos importantes o limitantes. Las reconocemos como parte natural del camino a recorrer hacia ese destino tan deseado. Y así nos empoderamos y crecemos ante los retos.
Como líderes – y todos los somos de una u otra manera – como coaches y/o como padres o madres de familia, muchas veces nos toca ayudar a los nuestros a cambiar su mirada, lejos del aparentemente “insalvable” problema de hoy, y ponerla en el destino anhelado. Pero ese destino debe poder ser “visto” con claridad. Por ejemplo, en mi trabajo, si alguien está preocupado por conseguir un trabajo o en elevar su nivel de empleabilidad, lo ayudamos a poner el foco de su mirada no en el tiempo que le tomará conseguirlo sino en el resultado de encontrar su trabajo soñando, el que además ojalá, pagará más y traerá consigo más oportunidades de crecimiento.
Otra metáfora relacionada es la de liderar a un grupo perdido en el desierto. No se los apoya focalizando su atención en las dificultades, el calor debilitante, el sol abrazador, la sed implacable o la arena que quema, sino en lo increíble que será estar ya en el oasis, tomado agua fresca bajo la sombra de las palmeras, comiendo dátiles exquisitos y hasta viendo a las odaliscas bailar (para darle un tono jocoso). La motivación que nos da una visión así, ayuda a sacar una fuerza y garra que no sabíamos teníamos y nos inspira a seguir adelante, a no abandonar ni caer rendidos o derrotados la incertidumbre que confunde y paraliza.
Liderar, hemos visto, pasa por ayudar a los nuestros a cambiar de perspectiva hacia una que los inspire y motive a seguir adelante. ¿Será que en el Perú hoy también necesitamos un cambio de mirada así?