Hackear nuestro cerebro
Hackear, en el contexto de este artículo, es un símil con la actividad de intervenir, redefinir, romper con lo establecido, alterar, dar nuevas premisas o valores –que en teoría dan más seguridad o efectividad–, en este caso, a nuestro cerebro.
¿Y para qué hacerlo? La ciencia y la tecnología plantean hoy la seria posibilidad de que los humanos vivamos muy saludablemente hasta cuando menos los 110 años. La longevidad saludable –y ‘saludable’ es la palabra clave– es hoy el tema en el que se focalizan, investigan e invierten muchas de las empresas más innovadoras y poderosas del mundo.
Dada esa posible extensión de la vida con calidad, nos toca decidir desde hoy mismo qué hacer para vivir productiva y activamente mientras llegamos a esas edades avanzadas. Y necesitamos seriamente planear cómo intervenir –hackear– nuestros cerebros para hacerlos cada vez más eficientes y desarrollados. Capaces de aprender más rápido y de retener más información. De atar más puntos, de ser más intuitivos. Necesitamos cerebros más creativos y que generen más y mejores ideas. Cerebros con más conexiones neuronales que puedan interactuar mejor con las inteligencias artificiales que serán pronto parte intrínseca de ellos.
Así como en las últimas generaciones tomamos conciencia de la necesidad de hacer deporte por salud y bienestar, hoy confirmamos que es indispensable focalizarnos muy asertivamente en ejercitar y estimular nuestro cerebro para ayudarlo a expandir su potencial desde muy jóvenes y hasta avanzada edad. ¿Cómo lo hacemos? De muchísimas maneras. Algunos usan ya muchas apps o técnicas que prometen ejercitar la memoria, el foco y la concentración, entre muchas otras funciones cognitivas. Otros usan equipos que estimulan directamente sus ondas cerebrales.
La lectura activa sigue siendo clave, así como el aprender cosas nuevas y diferentes permanentemente, sin importar la edad. Las opciones están dadas, es cuestión de implementarlas disciplinadamente.
Hay otro ámbito vital para desarrollar activamente y conscientemente nuestro cerebro y hacerlo más eficiente. Y ese es el de las creencias y paradigmas. Hay quienes, por ejemplo, optan por resignarse pasivamente a la decadencia física o cognitiva y las asumen como inevitables, incluso en la mitad de sus vidas. Así, esas creencias o expectativas terminan convirtiéndose en profecías autocumplidas.
Nos toca revisar todos aquellos paradigmas, creencias o conductas poco saludables que podrían estar limitándonos e incluso envejeciéndonos prematuramente, a cualquier edad. Y cultivar la disciplina mental para vigilar nuestras ideas y actitudes, que son el insumo con que nuestra mente construye las realidades en que vivimos.
Cuidando también la calidad de la información y los estímulos que recibimos, lideramos el desarrollo de nuestros cerebros y, por tanto, la mejor calidad de nuestras vidas a corto y largo plazo. La idea es estar cada vez más lúcidos y vigentes para disfrutar de todo lo bueno y fascinante que viene en el mundo y, ojalá, en nuestras vidas.