Una lesión inesperada en la carretera
¿A quién no se la ha malogrado el carro durante un viaje por carretera? A unos se les baja una llanta, a otros se les recalienta el motor, pero a nosotros… se nos dobló una válvula. Sucedió el peor escenario que pudimos imaginar: nos quedamos botados. Cuando sales de viaje y te aventuras, esto es lo que menos quieres enfrentar. Y lamentablemente pasó.
Nos quedamos varados en Puquio, Ayacucho, camino a nuestra primera parada en Cuzco. La combi que manejamos comenzó a perder fuerza y pensamos: ¿qué podíamos hacer para revivirla? Realizamos todo tipo de pruebas y no respondía, así que la única solución fue remolcarla al taller de un mecánico de la zona.
Todo quedó en manos de nuestros salvadores, quienes tendrían la difícil misión de desarmar el motor y volver a armarlo en dos días. Algo casi imposible, ya que normalmente esta operación toma una semana. Pero los comprometimos y asumieron el desafío de enviarnos hacia Brasil 2014.
Debido a este incidente, típico imprevisto de viajeros novatos, tuvimos que acampar en el taller de mecánica, donde pasamos momentos muy agradables. Les contamos a nuestros nuevos amigos –a quienes prometimos obsequiar la pelota Brazuca si lograban arreglar la combi a tiempo- cuál era nuestra meta, y les dimos muchos ánimos para que hagan su trabajo lo mejor posible.
Sin embargo, pese al aliento de todos, los rostros de preocupación no tardaron en aparecer. Surgieron algunas dudas sobre cómo iba a quedar la combi tras la reparación. ¿Qué sucedería si no pueden arreglarla? ¿Tendremos que continuar el viaje en bus?
Felizmente, el ánimo y la fuerza de mis compañeros lograron que las dudas se despejaran, y junto a David Wilco (trovador que se nos unió al último minuto), nos mentalizamos en llegar a nuestra meta pese a los imprevistos.
Si bien estamos retrasados, eso no significa que no podamos llegar a tiempo para vivir el Mundial y disfrutar de los hermosos atractivos turísticos que Brasil tiene para ofrecernos. Dicen que lo más difícil de un viaje es partir y aquí vamos otra vez.
Ya les contaré cómo vamos en esta aventura que se ha convertido, sin duda, en una prueba de vida, amistad y fraternidad. Esta vez nos tocó un rival difícil: las alturas de Puquio. ¿Qué otros obstáculos nos tocará vencer antes de llegar a nuestro destino mundialista? Aún no lo sé.
La fuerza del grupo es clave para seguir con esta travesía, y sobre todo el apoyo absoluto de mis viejos Hilda y Fernando –mis hinchas incondicionales-, a quienes les dedico este viaje. Esperamos que la Sarita acompañe esta combi en su difícil reto de llegar a Brasil 2014.