Paraderos y riesgo de accidentes
En el verano del 2011, Alex Quistberg, un investigador de la Universidad de Washington, visitó 11 comisarías de la ciudad de Lima acompañado de un efectivo policial. No, no era ningún malandrín. Tampoco tuvo problemas con la ley. Lo que Alex hacía era colectar información sobre los accidentes de tránsito —específicamente, atropellos peatonales— reportados en los cuatro últimos meses.
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Un informe publicado por el Ministerio de Transportes en el 2009 daba cuenta que de cada 100 personas muertas en accidentes de tránsito, 78 eran peatones. Es decir, caminar es el modo de transporte de más alto riesgo en la ciudad de Lima. Es diez veces más riesgoso que ir dentro del vehículo como conductor o pasajero, aunque más de la mitad de estos accidentes se deben a la imprudencia del peatón.
Por otro lado, el transporte público es el principal modo de transporte de la población limeña. Sabemos que es un caos, a pesar de los torpes esfuerzos hechos por las diversas gestiones municipales. Los paraderos como el del cruce de la Av. Aviación y la Av. Javier Prado son una jungla. Las personas que bajan del tren eléctrico como una estampida pelean a empujones por conseguir un espacio en los atiborrados buses y cústers que hacen cola por horas esperando llenarse. Es que el sueldo del chofer y del cobrador depende de cuantos pasajeros puedan llevar. Más es mejor. Esto genera una fuerte competencia entre ellos. Aquí se originan los famosos correteos o “los piques de los microbuseros”.
El paradero colapsa. Los buses dejan a los pasajeros en medio de la pista para que sorteen como puedan los carros que se interponen en su camino hasta llegar a la vereda. La gente se desespera por subir a pesar que el semáforo ya está en verde. ¿Cuántos accidentes han ocurrido debido a esto?
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Alex y colegas de su universidad, junto a Jaime Miranda del Centro de Excelencia en Enfermedades Crónicas (CRONICAS), tenían un claro objetivo: evaluar la relación entre los atropellos peatonales y la infraestructura del sistema de transporte público de Lima. Para esto requerían los datos que Alex colectó en las comisarías.
Es así que de un total de 1134 accidentes en 97 intersecciones viales y otros 469 accidentes en la parte central de 40 diferentes cuadras de Lima, registrados entre octubre del 2010 y enero del 2011, se tomó una muestra representativa de 147 de ellos, los cuales presentaban información completa.
Alex y unos colaboradores de CRONICAS visitaron todas estas intersecciones y cuadras para saber si habían paraderos, si estos eran autorizados y de qué tipo eran. También colectaron datos sobre el tráfico (flujo de autos, velocidad máxima y promedio, flujo de peatones) y el estado de las calles (presencia de cruces peatonales, condición de la pista, ancho de la vía, etc.). Estos mismos datos fueron colectados de intersecciones y cuadras similares ubicados cerca de los lugares donde se reportaron los atropellos, para ser usados como un control de comparación y determinar qué factores podrían estar asociados con estos accidentes.
Al analizar y comparar estadísticamente todos los datos colectados, los investigadores observaron que el riesgo de atropellos peatonales era tres veces mayor en las esquinas con paraderos y cuatro veces mayor si no tenían carriles designados para buses. Sin embargo, un dato interesante fue que el riesgo de ser atropellado no aumentaba si los paraderos estaban ubicados en medio de las cuadras, algo que es más común en países desarrollados.
Estudios previos han demostrado que colocar los paraderos lejos de las intersecciones de las calles y avenidas dan mayor seguridad a los peatones y permiten un flujo continuo del tráfico. Al parecer, nuestras autoridades —o sus asesores— no leen estudios técnicos realizados en otros países, pues seguimos viendo que la gran mayoría de paraderos, muchos de ellos recientemente instalados, están ubicados en las mismas esquinas.
Si a estos problemas en el diseño de paraderos le sumamos la informalidad del transporte público de Lima, donde el conductor hace lo que sea por conseguir más pasajeros, ya sea pasarse la luz ámbar justo antes de que cambie a roja por adelantar a la competencia o dejar y recoger personas en medio de la pista, vemos que se hace muy necesaria una reforma integral del transporte.
Es decir, no solo basta con quitar a las combis y cústers y poner buses más grandes y ecológicos; sino también cambiar toda la infraestructura de los paraderos, ubicándolos lejos de las intersecciones y bien señalizados. A parte, se requiere concientizar a los ciudadanos para que usen los cruces y puentes peatonales y eviten cruzar por medio de las calles, más aún cuando existen carriles exclusivos para el transporte público (p. ej.: Av. Wilson), ya que las distancias son más largas hasta el otro extremo de la calle y muchas veces no hay lugares de descanso en medio de las avenidas (p. ej.: Av. Abancay).
Referencia:
Quistberg, DA et al. (2013) Bus stops and pedestrian-motor vehicle collisions in Lima, Peru: a matched case-control study Inj Prev 21: e15-e22 doi: 10.1136/injuryprev-2013-041023