Apoteosis taurina en Macusani, Puno; indultos, orejas y rabos
En Macusani, Puno, en la Feria de la Inmaculada Concepción, 20.000 aficionados disfrutaron de una triunfal tarde con toreros de Colombia y México.
PABLO J. GÓMEZ DEBARBIERI
Posiblemente –estrictamente hablando− Macusani no sea la plaza de toros más alta del mundo. En el Perú hay centenares de plazas de toros y cada año se inauguran dos o tres plazas nuevas. En la sierra de nuestro país, no escasean localidades con muchos aficionados taurinos, ubicadas a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar. Pero sin ninguna duda, Macusani es la plaza más alta del mundo con capacidad para 20 mil espectadores.
Los tendidos de la plaza de Macusani y las laderas naturales que la rodean, permiten que más de 20.000 aficionados puneños y bolivianos –más arequipeños, cusqueños e incluso limeños− disfruten de la tauromaquia bajo el cielo azul del Altiplano de Puno.
Las imágenes son impresionantes; no cabe ni un alfiler entre todos esos aficionados que, apiñados y en familia –abuelos, padres y nietos−, no pierden detalle de ninguna de las corridas de toros que allí se celebran cada año.
Aunque llueva –algo frecuente en esta época del año allí− o haya mal clima, nadie se pierde en Macusani ninguna de las corridas de la Feria de la Virgen de la Inmaculada Concepción.
Macusani –pujante centro minero− se ubica en Carabaya, Puno, muy cerca del lago Titicaca; uno pensaría que a semejante altitud ni los toros ni los toreros podrían moverse; sin embargo, no es así; la bravura del toro de lidia se sobrepone a la falta de oxígeno y embiste con brío; el buen estado físico de los toreros logra lo mismo.
Así, el mal de altura desaparece y las decenas de miles de aficionados taurinos pueden –gracias a la bravura de unos y la valentía de sus matadores− disfrutar de la tauromaquia, a un paso del cielo. Todo ello, gracias a los alferados; los mayordomos de las fiestas patronales, que organizan las corridas, motivados por su devoción a la Virgen de la Inmaculada.
Las corridas de la feria
La primera corrida, el miércoles 10 de diciembre, fue con toros de varias ganaderías nacionales, La Aurora, San Pedro y Campo Bravo, para el mexicano Leopoldo Casasola, el peruano Alfonso de Lima y el español Miguel Tendero. Alfonso venía de torear en Acho, mientras que Tendero ha toreado este año en Madrid y en junio triunfó en Chota. Casasola tuvo mala suerte en el sorteo y solo pudo mostrar voluntad.
Alfonso de Lima tuvo una de cal y otra de arena; a su primero, de La Aurora, poco se le podía hacer de forma lucida, pero a su segundo, de Campo Bravo, le cortó dos orejas. Tendero, al igual que Casasola, no tuvo un lote propicio para el lucimiento. Fue una corrida que transcurrió bajo la lluvia y en la que el ruedo se enfangó, dificultando aún más el juego de los toros.
La segunda corrida, el jueves 11, fue con toros colombianos de Juan Bernardo Caicedo para los toreros de a pie y dos astados de La Aurora para rejones. Lidiaron los de Caicedo el colombiano Sebastián Vargas, el mexicano Uriel Moreno ‘El Zapata’ y el también colombiano Cristóbal Pardo. ‘El Zapata’ (de gran cartel en su país) es un torero valiente, variado y con muchos recursos, tanto con la capa, como con las banderillas; ayer toreó en la Plaza México, con Federico Pizarro y El Fandi.
El clima mejoró notablemente el día jueves y en tarde soleada y despejada, 20.000 felices aficionados disfrutaron en Macusani de una corrida triunfal. Los toros de Caicedo dieron un juego notable, a pesar de que el piso del ruedo estaba aún fangoso por la lluvia de la víspera; los dos matadores colombianos indultaron al quinto y al último de la tarde. Vargas estuvo muy bien con su primer toro, pero lo pinchó; sin embargo, obtuvo las orejas y el rabo simbólicos de su segundo astado, que fue indultado. ‘El Zapata’ cortó un total de cuatro orejas y un rabo. Pardo indultó al segundo de su lote y obtuvo así, dos orejas simbólicas. El rejoneador español José Miguel Callejón cortó dos orejas a su segundo toro. Sin duda, la presidencia estuvo dadivosa con las orejas y generosa con los indultos, pero no se puede negar que los toros de Caicedo dieron buen juego y que fue una corrida notable.
La creciente afición puneña
Los aficionados puneños no se perderán el año que viene la feria taurina de Macusani. Viaje que los aficionados limeños deberían empezar a planear para diciembre del 2015, tras la feria y en vísperas de los 250 años de Acho.
Puno, este año, superará los 100 festejos taurinos. Es una afición entusiasta, que cada vez lleva más público a sus numerosas plazas.
TESTIMONIO
Sebastián Vargas
Matador colombiano
“Fue impresionante”
“Torear en Macusani, en el altiplano puneño, ha sido una experiencia muy especial; algo increíble. A esa altitud −4.300 metros sobre el nivel del mar−, uno se siente raro; no es que me faltase el oxígeno, pues estoy con buen estado físico, pero la sensación es como la de torear flotando en el aire por momentos; uno siente algo raro dentro del cuerpo. Si a eso se le suma que el público en los tendidos es una multitud impresionante, pues son unos tendidos altísimos, llenos de gente entusiasta hasta la bandera, que parecen cabecitas de alfileres apiñadas, una junta a otra, que suben y suben hasta lo alto de la plaza, te puedo asegurar que nunca he vivido algo semejante. ¡Qué afición la que hay en Puno; impresionante!”.
“Fue una gran corrida la de Juan Bernardo Caicedo. La mejor que debe haber lidiado en el Perú este año y supongo que en el 2014 debe haber lidiado cerca de 100 toros en el Perú. Tú estuviste en Tacabamba, en Cajamarca, cuando Juan Bernardo Caicedo indultó un toro y aquella fue una buena corrida; pero esta de Macusani fue aún mejor; superior. Además, seria, con edad, bien armada y muy bien presentada; notable para una plaza de provincias. Hubo cuatro toros muy buenos en el festejo del jueves 11, en Macusani; pero hubo además un quinto toro, que tenía tal amplitud de pitones, que estuvo tres o cuatro días viajando en el cajón con la cabeza torcida, pues no cabía entre las paredes laterales del cajón, por lo descarado que era; ese también pudo haber dado gran juego, pero llegó físicamente disminuido, por la posición tan incómoda que tuvo que soportar, al tener que estar así, con el cuello contorsionado, desde la ganadería en Colombia, hasta Puno; aquel quinto toro hubiera sido también notable; entonces, hubieran sido cinco de seis toros de buen juego en aquella notable corrida”.
“Los toros que dieron mejor juego fueron aquellos descarados de pitones, no los de cuerna recogida; esos son los que últimamente le salen muy buenos a Juan Bernardo”.
“Le corté las orejas y el rabo a mi segundo toro, al que indulté, pero la faena al primero que lidié –un toro negro, muy bravo y con mucha clase− fue superior; una faena, que como profesional, me deja ampliamente satisfecho; lo pinché y no pude cortarle las orejas, pero esa faena, quedará en mi memoria de por vida”.
“Uriel Moreno, ‘El Zapata’, que es un torero poderoso y de muchos recursos; estuvo muy bien. A Cristóbal Pardo, uno de sus toros, un albahío, de una enorme clase y gran nobleza, le permitió una buena faena”.
“En Cali, el 30 de diciembre, lidiaré una corrida de Juan Bernardo Caicedo, con Padilla y Ferrera; ojalá esos toros salgan siquiera aproximadamente igual de buenos que los de Macusani del jueves 11. En Medellín, el 7 de febrero, por el septuagésimo aniversario de la plaza La Macarena, lidiaré una de ocho toros, de La Carolina con Perera, Talavante y Castella”.