Sebastián Castella: “No concibo mi vida sin torear; es una pasión, una necesidad vital” (entrevista completa con videos)
ENTREVISTA
SEBASTIÁN CASTELLA, Matador de toros francés
Lo veremos el viernes 23, ante Joaquín Galdós y con los Gipsy Kings
Este año cumplirá 18 años de alternativa y en el Festival con los Gipsy Kings, en Asia, espera poder cuajar una preciosa noche flamenca.
PABLO J. GÓMEZ DEBARBIERI
Sebastián Castella (Beziers, Francia, 35 años, 18 de alternativa) ha alcanzado una madurez que se manifiesta en su expresión artística. Ganador del Escapulario del Señor de los Milagros en 2003 y 2006, dice haberse encontrado a sí mismo, lo que satisface su ansia vital por torear como a él le nace. Este viernes 23, junto al Boulevard de Asia, lidiará astados de Roberto Puga frente a Joaquín Galdós, en un festival taurino heterodoxo, con la música de los Gipsy Kings en vivo, en la plaza.
En 2017 protagonizó, en solitario, una experiencia similar. Hoy repasa su carrera y narra sus vivencias. A continuación, la interesante entrevista, completa y bajo estas líneas, algunos videos con las mejores faenas de Castella.
—Este año cumplirá 18 años de alternativa. Se dice pronto, pero es toda una vida −por ejemplo− para un joven que con esa edad alcanza la mayoría de edad, decide por sí mismo, sin consultarle nada a nadie y votando, empieza a decidir por toda la sociedad.
Mirando hacia atrás en su carrera ¿qué es lo que más lo ha marcado en este largo período como matador de toros?
He encontrado mucha gente cuya personalidad me ha enseñado o me ha dado palos. Pero seré sincero; tengo una peculiar manera de entender la vida y lo que más me ha marcado han sido todos los toros que he encontrado en mi camino. Ellos son los que más me han enseñado, los que más han sido de verdad conmigo, los que han ido por derecho. Los toros no tienen intereses, van por derecho y eso te enseña mucho; te juegas la vida ante un toro, pero él te entrega la suya y a mí me han posibilitado lo que he conseguido a lo largo de estos 18 años.
—Una vez que un torero ha creado una imagen en la mente de los aficionados, formada a través de muchas faenas, de centenares de corridas, cambiarla resulta muy difícil.
Alguna vez José Antonio Campuzano –admirado por su arrojo y valentía− me decía que su valor era épico, enorme. Su valor tiene que haber marcado la mente de muchos aficionados, pero sin haber perdido ni un ápice de ese valor, desde hace algunas temporadas usted ha decidido mostrar su madurez y la profundidad de su expresión artística. ¿Lo ha decidido conscientemente o es algo que ha llegado solo, de forma lógica, como producto natural de esa madurez?
El maestro Campuzano me vio cualidades; por eso empezó a ayudarme. Me tuvo dos años en su casa, me acogió como a un hijo, me apoderó y estuvimos juntos un largo tiempo. Respondiendo directamente: el valor es natural; naces con él. Mejorar o evolucionar, también. Jugaba al toro cuando quería ser torero y hasta debutar con caballos e incluso muchas tardes después, toreaba a placer, sin buscar el triunfo. Pero se necesitan triunfos porque hay que sobrevivir. Unos lo tienen más fácil que otros; lo hacen o lo ven más fácil. A mí me costó asimilar el cambio del novillo al toro y al mismo tiempo necesitaba triunfar para seguir viviendo de esta profesión; porque, se quiera o no, siendo extranjero cuesta más trabajo y si no triunfas te dan aun menos cancha. Dejé un poco mi toreo, el que me nacía, por buscar resultados y cortar orejas; me arrimaba mucho, atropellaba la razón, pisaba terrenos imposibles pero no estaba preparado para ello técnica ni profesionalmente. Me cogían mucho; hoy tengo 30 cornadas. Tras tantos años, vuelvo a buscar mi toreo natural, intentando hacerlo despacio, con cadencia y ritmo, que es lo que llevo dentro. Puede ser producto de la madurez, pero es que lo tenía dentro, desde niño, y he vuelto a ello.
—¿Se disfruta toreando o es, más bien, una necesidad vital que se satisface en el ruedo? ¿Qué siente al vestirse de luces y al hacer el paseíllo?
La necesidad vital, cuando hay pasión, es clarísima. No concibo mi vida sin el toreo. Tengo una familia, pero la conseguí y la creé gracias a vestirme de torero y ponerme delante del toro, a pasar ese miedo. Hoy no pienso qué sucederá cuando me retire, porque para mí torear es algo necesario. Si llevo varias semanas sin vestirme de torero, lo necesito; si estoy algunos días sin ponerme delante de un toro o una vaca, siento que algo me va comiendo por dentro, como si fuera una droga. Es vital y el disfrute es total; con la necesidad va el disfrute. Disfruto totalmente cuando me pongo delante del toro, aunque pase miedo previamente y en el momento mismo. Lo que más amo en la vida es pasar miedo, coger los trastos y ponerme delante de ese animal maravilloso, el toro, que nos une a todos para poder crear arte y hacerles disfrutar a ustedes, los aficionados, y al mismo tiempo disfrutar yo mismo.
—Cuando usted decidió mudarse a vivir a Sevilla, en los comienzos de su carrera, parece lógico pensar que lo hizo para convertirse en el torero francés más importante de todos los tiempos. Alguien que se mimetizase con cualquier torero español, para que de esa forma, la nacionalidad no tuviese nada que ver. ¿Siente que lo ha logrado plenamente o está en un proceso continuo que no tiene un final definido?
Cuando me fui a Sevilla fue para dedicarme plenamente a esta profesión. Había habido toreros franceses, pero ninguno había traspasado las fronteras como figura del toreo o no había triunfado en casi todas las plazas del mundo taurino. Por eso, en mi mente, quedarme en Francia era un hándicap, era una barrera que tenía que sobrepasar para conseguir mi sueño; yo no soñaba con ser torero, sino con ser figura del toreo. Tomar la alternativa era solo un paso natural en esta profesión, que supone empezar desde cero. Todo lo que has hecho hasta entonces no sirve para nada y por supuesto, cuesta mucho trabajo siendo extranjero; es un continuo regar la flor para que vaya creciendo y tú triunfes. Llega un momento en que tienes tu sello, tu marca, y el público te quiere por lo que eres y te hace base de las ferias, pero hay un mundo profesional en el que si no triunfas no puedes seguir en ese nivel y ello también es lógico. Hay que volar muy alto para que nadie te tire para abajo.
—La temporada 2018, que está empezando, será −como todas− competitiva. Por los que, como usted ya han llegado y son figuras y por los jóvenes que vienen arreando. Quizá, por eso, aun más competitiva que otras. ¿No cansa un poco estar continuamente en esa competencia, cada tarde, en todas las plazas?
Eso sucede desde hace un par de años. Cuando todos decían que las figuras no daban cancha a los jóvenes, fui de los primeros que di espacio a los que empezaban a despuntar. Es ley de vida; quien triunfa se gana su puesto. Aquí nadie regala nada. La competencia no es lo que cansa; es una suma de todo: los años y la necesidad de reinventarse cada año. Pero no lo llamaría cansancio. La rivalidad me apetece; es básica para reinventarse. Uno compite consigo mismo, pero es necesario que haya jóvenes arreando; así la competencia tendrá frescura de cara a los aficionados y al corazón de uno mismo.
—¿Qué espera –si tuviera que resumirlo en pocas palabras− para esta temporada? ¿Qué lo dejaría satisfecho al final de 2018?
No esperaré nada. Lo tengo en mi cabeza, pero no debe decirse. Me dejaría satisfecho cuajar toros artísticamente. Aunque no me gusta decirlo, hay algo que anhelo mucho, pese a que no me quite el sueño: Sevilla, una tarde importante allí. Las he tenido, pero aún faltan cosas. El día a día irá diciendo lo que será mi temporada 2018. Ahora estoy en México y en América Latina disfrutando, rebuscándome, encontrando muchísimas cosas gracias al toro mexicano y por poder torear a diario.
—Una pregunta final. ¿Por qué es usted torero?
Soy torero porque nací torero. Así de simple.
CON LOS GIPSY KINGS
“Será un gusto torear con ellos”
—El festival en Lima, el viernes 23, es con toros de Roberto Puga, que deberían salir con clase y son en su embestida. Usted ya los ha lidiado antes. En 2014, con Ponce y Alfonso de Lima, en Acho, le cortó una oreja a cada uno de sus toros. ¿Cómo le gustaría que fuese el festival del próximo día 23?
El innovador festival del año pasado con los Gipsy Kings fue un éxito, aunque por el juego de los toros no se pudo disfrutar del suceso artístico que hubiera querido. Pero esta será, si Dios quiere, la oportunidad para quitarme la espina. Roberto Puga es, para mí, una de las mejores ganaderías del Perú; me gustan sus toros; te permiten expresarte artísticamente. Esperemos que así sea este viernes. Alternar con Joaquín Galdós, que va avanzando, con muchas expectativas, en su carrera, es un gusto; igual que volver a Asia con artistas como los Gipsy Kings. Es la oportunidad de quitarme la espina y cuajar una noche flamenca preciosa, para poder salir todos felices.
VIDEOS
SEBASTIÁN CASTELLA Y ‘JABATILLO’ DE ALCURRUCÉN
DOS OREJAS Y PUERTA GRANDE
LAS VENTAS, 27 de mayo de 2015
Toros de Alcurrucén
Morante de la Puebla (España), de azul añil y oro: silencio en ambos
El Juli (España), de azul marino y oro: silencio en ambos
Sebastián Castella (Francia), de tabaco y oro: dos orejas y silencio
https://youtu.be/uk3gfhwhOOQ
Video: Fiesta de los Toros
SEBASTIÁN CASTELLA Y ‘DERRAMADO’ DE VICTORIANO DEL RÍO
VUELTA AL RUEDO, A PESAR DE FALLAR CON LA ESPADA
SEVILLA, 5 de mayo de 2017
Toros de Victoriano del Río y de Cortés (tercero bis)
Sebastián Castella (Francia), de lila y azabache: silencio y vuelta al ruedo tras aviso
José María Manzanares (España), de celeste y oro: palmas tras aviso y palmas
Andrés Roca Rey (Perú), de verde hoja y oro: dos orejas y silencio tras aviso
https://youtu.be/yr4gqjv363c
Video: Tauro Jaén