Áncash: la tauromaquia es fiesta y rito popular (con videos)
Irrefrenable pasión taurina allí donde se originó la civilización en el Perú
Feria de Ticapampa ● Dos corridas con profundo sabor andino ● A pesar de la lluvia, nadie quiso perderse el triunfo de Galdós.
PABLO J. GÓMEZ DEBARBIERI
En el centro del triángulo que forman Caral —ciudad de hace 5.000 años—, Sechín —templo, fortaleza y poblado de hace 4.300— y Chavín —urbe ceremonial de hace dos milenios y medio—, se halla la provincia de Recuay y allí, el distrito de Ticapampa, en el ingreso al Callejón de Huaylas y al de Conchucos; uno de los rincones serranos más hermosos del Perú, resguardado por Apus nevados cuyos picos bordean o superan los 6.000 metros de altitud.
—Sincretismo telúrico—
La civilización más antigua de América se desarrolló en esa figura geométrica de tres lados conformada, en sus vértices, por Caral, Sechín y Chavín. Cerca al baricentro −centro de gravedad− de ese triángulo escaleno, donde se concentra el origen de la civilización y cultura andina, se celebró, el pasado fin de semana, la feria taurina de la Virgen del Pilar de Ticapampa.
Sincretismo que conjuga lo peruano en su origen mismo, la religión y la fuerza telúrica del toro bravo.
Ante esos toros de lidia que, desde hace cinco siglos, emocionan a peruanos de todas las edades, oficiaron el rito y la liturgia dos toreros españoles, el sábado 13. El domingo 14, lo hizo un diestro peruano en solitario, Joaquín Galdós, con actitud de triunfo, mucho oficio y arte; cuajó a sus toros e indultó al último.
—Primera corrida—
El sábado por la mañana parecía que la tarde sería soleada. Pero lo expresa la sabiduría popular a través del refrán: ”Al cielo serrano o a lágrimas de mujer, no has de creer.”
Llovía desde antes del paseíllo; sin embargo, aquello no arredró al público ancashino, que copó la plaza de Ticapampa. Abuelos, padres y nietos, bajo paraguas e impermeables. Ninguno se movió de aquellos tendidos. Como Vallejo, nadie se corrió de la plaza aquel sábado con aguacero.
Se lidiaron cuatro toros de Hermanos Garzón, de Colombia. Varios bien hechos, serios y con cara, pero poca raza y escasa fuerza. Con esos componentes y la altitud, se pararon pronto, se defendieron y echaron la cara arriba, incomodando a los diestros. Sánchez Vara, muy puesto, con gran estado físico y ganas de quedar bien, banderilleó lucidamente a los suyos; estuvo por encima de ellos y cortó tres orejas benevolentes, en mérito a su entrega. Sin embargo, Torres Jerez mostró poca disposición; no parece estar cómodo ante la cara de los toros.
−Galdós en solitario−
El domingo también llovió, pero en los tendidos no cabía ni un alfiler.
Los dos primeros y el cuarto fueron de Santa Rosa; el tercero, de Hermanos Garzón. El que abrió plaza tuvo clase pero fue exigente. La brega del peruano, una síntesis de eficacia y buen gusto; muy bien con el capote. La faena de muleta, tuvo gusto, temple y quietud; conjugó magníficos derechazos y buenos naturales. Equivocó los terrenos y pinchó dos veces; luego, dejó un espadazo. Oreja.
El segundo, un castaño chorreado, bien hecho; tuvo clase y nobleza, aunque fue algo tardo; ello obligó a Galdós a porfiar al inicio de cada serie; pero cuando ligó los muletazos sin dejar que el toro parase, este metió bien la cara. Trasteo de cotas altas; estupendos derechazos y aun mejores naturales. Gran faena; buena estocada y dos orejas.
El tercero, colombiano, fue complicado. Permitió ver la interesante faceta lidiadora del peruano, que el público no supo apreciar.
El cuarto, terciado pero con cara, tuvo clase. Buenas verónicas antecedieron a un leve picotazo, al que siguió un quite con aun mejores verónicas. Joaquín lo recibió de rodillas, en los medios. Ya de pie, cuajó largas series de naturales con hondura, lentitud y mucho gusto. El astado seguía la muleta con codicia y el público, entusiasta, pidió el indulto. Fue concedido, a pesar de no haberse visto al toro en el caballo. Apoteosis: vuelta al ruedo con orejas y rabo simbólicos.
A la salida, no hubo ancashino que no hiciera cola para hacerse un selfie con el triunfador.
TAUROMAQUIA ANCASHINA
Ticapampa, Callejón de Huaylas
A 3.500 metros sobre el nivel del mar, Ticapampa es una pintoresca ciudad serrana, desarrollada gracias a las minas que explotaban, desde el siglo XIX, ingleses y franceses. Dicen que allí se mezclaron los primeros pisco sour para esos mineros y que un ticapampino, luego barman del Morris Bar, en el Jirón de la Unión, lo recreó y sofisticó en los albores de la década de los años veinte.
Si fuese verídico, parece de justicia histórica que el origen de uno de los símbolos actuales de la peruanidad provenga de la zona donde empezó la civilización en el Perú.
Cierto o no lo del pisco sour, en ese triángulo y en el resto de Áncash, la afición taurina es incontenible.
VIDEOS
Próximamante se subirán los videos de Ticapampa
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