Attacker – Giants of Canaan – Metal on Metal Records - 2013
Y ante lo decepcionante que pueden ser los grandes, no queda otra al headbanger que ver a los obreros del metal, los que la han sudado sin necesariamente haber obtenido toda la cosecha. Y entre estos una banda que se ha fajado tres décadas dando batalla es Attacker. Ellos ahora atacan el género clásico con un nuevo lanzamiento bíblicamente titulado Giants of Canaan.
Attacker es una de esas bandas de los 80 que practicaron un contundente heavy metal que pasó muy desapercibido para las masas headbangers en su época. Probablemente debido a la superabundancia de bandas de ese estilo y a la incapacidad material de asimilar todo lo que se producía. Quizás podríamos decir que se convirtieron en una banda de culto, aunque este término es peligroso al aplicarlo a cualquier banda simplemente por no haber sido masiva. En todo caso, no es falso afirmar que estos nativos de New Jersey nos dieron entonces un par de discos que oídos hoy no defraudan para nada: Battle at Helm’s Deep (1985) y The Second Coming (1988). La alineación clásica estaba formada por Mike Sabatini (batería), Pat Marinelli (guitarra), Lou Carlo (bajo) y Bob Mitchel (voz).
La banda retomó su carrera en el siglo XXI lanzando algunos discos más de los que la verdad apenas y he tenido noticias, (aunque me gustó el Soul Taker del 2006). Hoy vuelven al ataque con un poderoso disco en el que los clichés comunes aplicables al metal calzan a la perfección.
Giants of Canaan es heavy metal puro. Nada de intromisiones posteriores a 1988 ni de experimentaciones. Acá no hay hardcore ni toques death metal, tampoco un coqueteo con el thrash. Esto es heavy metal clásico puro y duro, no hay ni siquiera hard rock. Una prueba para todos los que dicen que hoy ya no se puede hacer esto y que por eso hay que aguantarles a todos los antiguos que desvaríen mediocridades. Otros me dirán que entonces nada de original tiene el grupo, yo les respondo, que Attacker no son un grupo de veinteañeros deslumbrados por Judas Priest que han decidido volverse headbangers vintage y andar vestidos como las fotos de los 80 parecen indicar que nos vestíamos entonces. Estos son verdaderos headbangers que fueron veinteañeros deslumbrados, seguro por Judas Priest, pero que hicieron esta chamba hace ya mucho.
Lo primero que asalta de este disco es su velocidad. Es speed heavy metal. En el que todos los instrumentos están a mil. La voz, esta vez a cargo de Bobby Lucas, fiel discípulo de Rob Halford y James Rivera y quien cantara en Seven Witches hace unos años. Su estilo no es original y resulta indistinguible de otros vocalistas de la misma tendencia, pero eso acá no importa, pues cumple su rol con eficacia y quién sabe si escuchándolo más se le encuentra un matiz personal, pero de que tiene voz y poder, los tiene. Eso arma ya todo el apartado. En las guitarras está el clásico Pat Marinelli, miembro fundador, y Mike Benetatos (ex varias cosas, pero en particular Sleepy Hollow) quienes hacen un trabajo soberbio como debe ser en un disco de heavy. Veloz, preciso e incisivo; son viejos depredadores del metal, cuando nadie concebía a este género sino como una aserradora de sonido. En el bajo tenemos a Jon Hanemam quien cumple ese firme rol de apoyo que hace posible la densidad en el sonido metal tradicional. En la percusión está el otro miembro clásico Michael Sabatini, quien junto a Pat son las almas de la banda y su espíritu combativo desde los 80 .
El disco es nutrido, son 10 canciones muy homogéneas entre sí y una intro. En casi todas se hacen presentes los mismos ingredientes, solo con variación en las proporciones de mezclado. No hay baladas ni instrumentales (salvo la intro inicial) todo es heavy metal. Sin embargo, pese a la velocidad y recurrencia del sonido, el álbum no fatiga, en eso recuerda los últimos de Helstar que también tienen esta virtud.
Los temas tratados son variados, hay de tema bíblico, como Giants of Canaan o épico como The Hammer. Pero también más espirituales por así decirlo como Curse the Ligth. Es complicado establecer un tema como el mejor, pero creo que Trapped in Black, Sands of Time y el gran cierre Glen of the Ghost, son las que más se quedan en la mente.
El sonido es el que corresponde a una producción clásica, pero con los graves más altos como se estila hoy, lo que suele aplanar el sonido. Esto lo compensa el enorme volumen que le han puesto, aunque me gustaría saber cómo anda el vinilo.
La portada tiene un aire muy a mural religioso y estuvo a cargo de Jowita Kaminska Peruzzi una artista polaca ya muy reconocida y que ha trabajado entre muchos otros como Exodus, en su Tempo of the Dammned y Metal Inquisitor, con el Doomsday For The Heretic.
Si les gusta el metal de siempre ejecutado con alta calidad y gran nivel energético este es el disco, fanáticos de Priest, Helstar, Cage, Satan Host (versión heavy) y otros semejantes se verán gratamente recompensados.