Reseña de Pentagram Grimoire Zine (y reflexión sobre el underground en el metal)
El fanzine es una de los elementos clásicos de la cultura del metal. No nace con nosotros, hay una gran tradición que proviene de fines del siglo XIX en el periodismo aficionado y posteriormente fue un vehículo importante en la difusión de diferentes corrientes artísticas, sobre todo literarias. En lo subgéneros del terror y de la ciencia ficción fue fundamental para crear y educar a un público lector específico. En la música rock existió casi desde el inicio, y en las culturas del punk y del heavy metal fue esencial para la difusión y consolidación, no solo de las bandas, sino de una escena independiente.
Los fanzines hacen lo que los grandes medios no pueden (o no quieren). Abordan y nutren el interés del fan específico. Aquel que es ya o se considera un conocedor es el que va a consumir el fanzine. Desde este punto de vista leerlos es acercarnos a una visión muy particular de una realidad concreta: la visión del fan. Esta, muchas veces, resulta extraña e incluso hostil al “no iniciado”. Sin embargo para quien desea conocer a profundidad un fenómeno como el heavy metal resulta inevitable entrar en contacto con ellos. Yo siempre me he acercado a los fanzines con un fin, aprender de bandas. Lo nuevo, “lo caleta”, está allí, es cierto hay que tener los filtros encendidos para asimilar lo que se dice en ellos, como son escritos por fans, casi todo lo que presentan es “bueno” y con frecuencia son excesivamente indulgentes con lo que reportan, sin embargo, por eso mismo también pueden ser vistos, por así decirlo, antropológicamente. Son finalmente un documento de cómo se concibe a sí mismo una parte, al menos, de la cultura del metal.
Pentagram Grimoire issu n°1 conserva la estética clásica de los fanzines fotocopiados de los años 80 y 90, así como los bordes o marcos de las páginas decorados, si bien en este caso discretamente (recuerdo ahorita los de la Testament zine, tan barrocos). Además las hojas están engrapadas en pila, no dobladas con grapas en medio, lo que le da una aspecto más rústico incluso. La portada es atractiva, se trata de un grabado renacentista de 1548 (Gerung) que expresa la contraposición entre la Iglesia católica representado por Satanás y una corte de clérigos y príncipes que le rodean y, debajo, dos grupos de fieles protestantes ilustrados por la lectura de las Sagradas Escrituras cristianas. Claro, la razón por la que el grabado se ha usado debe tener que ver porque aparece un gran diablo con cuernos en actitud triunfante.
Las bandas reseñadas son obviamente todas del underground, con fuerte presencia peruana. La publicación carece de reportajes en sí (pocos fanzines los tienen) está más bien formada por entrevistas, casi todas vía el formato de cuestionario (a la antigua, cuando se enviaban los cuestionarios por correo físico y se recuperaban absolvidos por la banda), reseñas de material y algunas biografías de bandas. Los grupos que aparecen son Necrofucker (Perú), Wargoatcult (España), Ejecutor (Chile), Forgotten God (Chile), Putrid (Perú), Black Vul Destruktor (Argentina), Grave Desecration (Perú), Throne of the Fallen, Pesadilla (Perú), Malignant Ascetism (Chile), Tunjum (Perú), Ass to Mouth (Polonia). También hay una breve reseña del concierto de Mortuary Drape (Italia) en Huancayo y una interesante entrevista a Naru Sekine del sello Obliteration Records (Japón).
Por supuesto, para quienes desean conocer el contenido en detalle, pues cómprenla, la venden en Galerías Brasil a solo s/.10 en el stand de Pentagram Records en el segundo piso (ojo, está limitada a solo 333 ejemplares), pero en este momento lo que me interesa es el fanzine como pieza y expresión de la subcultura. Por ello, deseo reproducir la editorial, porque me parece un testimonio muy claro, rico, suficientemente bien redactado de una de las visiones del metal.
Bienvenidos al primer número de Pentagram Grimoire Zine. Muchos de ustedes ya conocen nuestro trabajo como sello discográfico, y es para complementar nuestra labor que decidimos lanzar esta publicación dedicada íntegramente al underground nacional e internacional, dándole la seriedad que realmente se amerita, ya que vemos lamentablemente a muchos “bangers” que están en esto solo para hacerse más “famosos” y son muy pocos los que están por aportar y hacer más fuerte el movimiento underground.
En estos cinco años que llevamos como sello hemos visto como poco a poco se ha incrementado el número de bandas y zines que ofrecen un trabajo de calidad y se esfuerzan por mejorar cada día. En respuesta a esto, la cantidad de gente que consume material nacional también se ha incrementado. La cantidad de conciertos (nacionales e internacionales) es mucho mayor que años atrás; prácticamente no hay un fin de semana en que no se pueda elegir dónde ir. Y claro, la cantidad de distribuidores de material (en su mayoría vinilos) también ha aumentado.
Pero (siempre hay peros), ¿es esto realmente cierto? ¿Vivimos una “revolución metalera”? por llamarla de alguna manera, o es solo una ilusión más, inflada y maquillada para romper la monotonía de sus (sic) rutinarias vidas. Habría que diferenciar dos palabras claves: METAL y UNDERGROUND. Haz un examen de conciencia y responde estas dos preguntas: ¿cuál es el último disco que has comprado? ¿No vas a conciertos nacionales porque todas las bandas suenan feo? ¿Crees que el concierto de Metallica fue el mejor evento metal del año? ¿Solo compras vinilos? Todos tenemos la libertad de escuchar y comprar lo que más nos guste; pero por favor, no confundamos las cosas si te gustan solo Iron Maiden, Slayer, Cannibal Corpse y bandas “consagradas” como las mencionadas. Excelente. Bien por ti. Pero eso sí, no vengas a criticar ni a menospreciar a bandas nacionales e internacionales independientes que con un presupuesto mucho menor pero con más honestidad lanzan sus trabajos no para llenarse los bolsillossino para recordarnos por qué estamos metidos tantos años en esto: por vivir haciendo lo que nos apasiona.
Como expresión ideológica es una pieza soberbia, tanto a nivel explícito como implícito y es lo suficientemente clara y no contradictoria como para entenderla y sacar conclusiones. En primer término es evidente que hay a lo largo de todo el texto un reclamo por la autenticidad en el metal. Un elemento ideológico que ha resultado el más pertinaz en nuestra historia, la idea de que para estar en el metal hay que ser auténticos, entendido esto en un sentido enteramente moderno, autenticidad íntima y personal, y que sin esta autenticidad, es insignificante el respeto que merece un headbanger.
En segundo término, convoca a un cuestionamiento acerca de la situación actualmente vivida en el metal local, en el que estamos llenos de conciertos, hay una proliferación relativa de bandas jóvenes, lanzamientos y de medios de expresión y que parece que nunca como ahora el metal la está pasando mejor, que podría no ser tan auspiciosa como se cree. No todo lo que brilla es oro. Puede que mucho de la situación actual de bonanza no esté fomentando una identidad auténtica sino solo una distracción más. Cierta forma de figuretismo freak para algunos. El riesgo de convertirnos en una pieza más de la cultura del consumo. Unos rebeldes para la decoración. Interesante cuestión.
En tercer lugar, y que me ha parecido la parte más jugosa, la invocación a quienes solo consumen metal más conocido a respetar el que es más propiamente underground, porque quizás no tengan los mismos recursos pero sí, y este es el elemento que me ha llamado la atención, honestidad, que creo que es una forma de llamar a la autenticidad, en este caso, artística. Esta idea se verá luego refrendada en las entrevistas.
Sobre el tema de la necesidad de ser auténticos, pues claro que suscribimos enteramente tal demanda. Vivimos en un mundo en que la seudocultura, la seudoliteratura, el seudocine y otras expresiones chatarra han convertido la cultura pop en un desagüe. Sin llegar a aceptar las gruesas generalizaciones de Vargas Llosa en La cultura del Espectáculo, es evidente que hoy por hoy gran parte de la cultura pensada y diseñada para el consumo masivo es meramente cultura chatarra que solo puede limitar y embrutecer a sus consumidores. Para nosotros, los headbangers, es evidente que el heavy metal es una forma de cultura auténtica. Más allá de expresiones banalizadoras que se han infiltrado en el metal, creemos que buena parte de él, la mayor parte, constituye un refugio y bastión de verdadera cultura que aún lucha como expresión irreductible de una verdad que aún habla en nuestro interior. El metal es un camino de verdad en un mundo de simulacros y falsificaciones.
Los cultores del metal underground así lo han entendido, sin embargo, quizás en su celo derivado de su amor al metal caen en lo que critican. Es verdad que mucha gente cree ser headbanger o metalera porque oye Metallica, Megadeth, Slayer, Anthrax y Iron Maiden, y ahí se queda. Gente para la que un grupo como Suicidal Tendencies es algo “caleta”. Personas que no se atreven a seguir explorando y cultivándose en los vastísimos terrenos del metal. Esa es una actitud cuestionable y es difícil que la mayoría de esas personas puedan ser calificadas realmente como haedbangers. Pero hay millares que oyen y exploran mucho metal, sin ser expertos en el underground, o que son expertos en otros undergounds. Personas que están metidas en el stoner/doom metal o en el glam metal o en otras expresiones que no son las más asociadas con el under. El underground local está muy identificado con el black/death metal, hay excursos hacia el thrash (básicamente el death/thrash) y los demás subgéneros, pero es lo menos frecuente. ¿Quién ha dictaminado que solo eso es el underground? Otra cuestión es ¿a partir de qué nivel de difusión una banda es underground? Se dice que un grupo como Annihilator (solo es un ejemplo) no es underground, pero ¿cuánta gente conoce a Annihilator? ¿La cantidad de personas que conoce Annihilator es la misma que conoce a Iron Maiden? ¿Siquiera a Kreator? ¿No será que underground es un término difuso y relativo?
A eso voy. No podemos sacralizar e idealizar el underground como si fuese el Non Plus Ultra del metal. No podemos decir que el underground es honesto y que lo más “consagrado” no lo es o lo es menos. Yo he disfrutado muchísimo de todos los discos de U.D.O. ¿Es underground? Me han parecido muy superiores a todos los discos lanzados por las incontables bandas de heavy metal under que están surgiendo como hongos por toda la faz de la Tierra ¿Doro Pesch es menos honesta que Apokalyptic Raids? ¿Testament es vil mientras que Inqusition es loable? No creo. No es necesario ser un consagrado para portarse como una estrella de rock. Montones de músicos del under se portan así, sobre todo los de “culto” porque creen que son artistas incomprendidos (algunos lo son efectivamente) y muchos consagrados son personas sociables y agradecidas de sus fans. Finalmente, ¿eso qué importa? ¿Qué me interesa que el artista sea humilde o un monstruo de vanidad? Lo que importa es el trabajo musical. Yo prefiero un millón de veces un gran disco lanzado por un fatuo detestable que un trabajo mediocre lleno de honestidad. Cuando pasen los años, y hasta el artista esté muerto, solo el trabajo sobrevivirá, eso será lo que hable y lo que importe y no si el creador era humilde o vanidoso.
Me parece que la autenticidad vive en las diferentes instancias del metal en todos sus géneros y estilos y que mientras eso sea así nuestra existencia como movimiento cultural es legítima. Agradezco a la gente de Pentagram por lanzar tan buen fanzine y trabajar con ideas que permiten pensar. Recordemos que la unanimidad es infértil.