El gran robo de Boston
A fines de la década de 1980, los robos de obras de arte eran continuos. Un ejemplo aún recordado fue el asalto de falsos policías en el Museo Isabella Stewart Gardner de Boston, en Massachusetts, el 18 de marzo de 1990. Pese a los 20 años transcurridos, el caso aún sigue sin resolverse, aunque le parezca increíble.
“La Gioconda” de Leonardo Da Vinci desapareció del Louvre un 21 de agosto de 1911. Desde ese día, y hasta 1913 en que fue devuelta, los amantes del arte vivieron un calvario. Saber que la enigmática dama no estaba a la vista era un verdadero dolor. La señora de la inusual sonrisa regresó, pero los desconfiados creen aún que nunca retornó la verdadera, aunque las autoridades francesas digan lo contrario.
Un año antes del gran asalto al museo bostoniano, la nieta de Picasso, Marina, tuvo que tomar muchas tazas de manzanilla para tranquilizarse y no perder la razón ante el robo de nada menos que 15 pinturas de su célebre abuelo. La paz volvió a la ciudad de Cannes, donde vivía Marina, cuando a una semana del delito las obras de Picasso retornaron a su lugar de origen.
El robo sin solución
Pero esa madrugada del domingo 18 de marzo de 1990, la ciudad de Boston recibió un golpe mortal. Su pulcro museo, el Isabelle Stewart Gardner sufrió el robo de 13 pinturas de maestros del nivel de Rembrandt, Degas, Manet, Vermeer, entre otros autores.
La obra más valiosa fue “El concierto” del maestro holandés Vermeer, un óleo de 1660, valorizado en más de 250 millones de dólares. El monto completo de lo robado ascendió a más de 500 millones de dólares. Todo parece indicar que estos asaltantes sabían lo que querían, o por lo menos seguían fielmente las indicaciones de quien los contrató para realizar el asalto.
Los hechos
Dos hombres disfrazados de policías incursionaron a la una y media de la madrugada, superaron hábilmente todas las medidas de seguridad del museo -abierto al público desde 1924- y amordazaron a los guardias. (Ver portada 1990.pdf)
Ellos lograron sustraer las obras plásticas del segundo nivel, cortando varios de los lienzos de sus respectivos marcos con una pericia sorprendente. A esto se sumó el robo de un jarrón chino de bronce de la dinastía Shang, de 1,200 años a. C.
“El robo fue trabajo de profesionales”, admitió el agente Paul Cavanagh del FBI, a pocos días del hecho. Algunas fuentes sindicaron como autor al grupo irlandés IRA, mientras otras apuntaron a mafiosos conocidos en Boston.
La verdad es que nadie se responsabilizó del delito. Y aún hoy los exhaustivos agentes del FBI no pueden superar la sagacidad criminal de los malhechores de hace 20 años.
Extrañezas
Un detalle que por años confundió a los investigadores fue el abandono en un rincón de la sala del segundo piso de un autorretrato de Rembrandt de 1629, de una gran valor.
Hoy, los agentes están en la posibilidad de precisar que la ruta seguida por los maleantes dentro del museo fue, en un inicio, ordenada, pero con el transcurrir de los minutos esta se volvió caótica y hasta absurda, pues se llevaron figuras de valor relativo dejando de lado verdaderas joyas del arte clásico.
Los investigadores del FBI cuentan que se llevaron, por ejemplo, un águila de bronce del Pabellón del Primer Regimiento de Napoleón, pero dejaron unas cartas firmadas por el propio emperador francés, de mucho mayor valor histórico y monetario. También despreciaron un Rafael original.
Al irse del museo, tuvieron la astucia de llevarse la cinta de VHS, el único registro del hecho. Estos datos se reconstruyeron a partir de la versión del agente FBI, Geoffrey Kelly, quien dedicó 8 años de su vida al estudio de este misterioso robo.
“Es una de las novelas más interesantes que se podrían escribir, excepto porque le falta el último capítulo”, ha dicho Kelly. Otros investigadores aseguran que los cuadros regresarán algún día al famoso museo de Boston. Por lo menos eso lo cree, con sorprendente fe, Anthony Amore, director de seguridad del museo bostoniano.
La última medida de las autoridades museográficas ha sido ofrecer una recompensa de 5 millones de dólares a quien dé pistas certeras que conduzcan a los autores del robo; en tanto, la oficina del Fiscal de Estados Unidos ha ofrecido inmunidad a cualquier informante confiable.
El mundo espera ver de nuevo las obras robadas. Veinte años es mucho tiempo.
(Carlos Batalla)