España ´82: El último Mundial que jugó Perú
Era nuestra cuarta vez. Habíamos ido a Uruguay ‘30, México ‘70 y Argentina ‘78, y ahora tocaba ir a España ‘82. Por fin un mundial en Europa. Aunque la intervención peruana fue modesta –de tres partidos sacamos dos empates y una derrota-, ver la camiseta nacional en una cita global es algo único. A pocos días de empezar un nuevo mundial, el de Sudáfrica 2010, amerita echar un vistazo a estos tres últimos partidos de Perú en un evento tan colosal como el que veremos en pocos días.
Germán Leguía se recuperaba de una lesión leve, mientras Elba de Padua Lima, “Tim”, el entrenador brasileño del Perú, planeaba ver el Italia-Polonia en Vigo, el lunes 14 de junio. Desde La Coruña, los peruanos, cansados tras una larga preparación en Europa y Asia, parecían subestimar al desconocido Camerún.
El Grupo Uno se inició con un empate sin goles entre Italia y Polonia. Perú y Camerún jugaban al día siguiente, martes 15 de junio. En nuestro país, todos nos comíamos las uñas esa mañana de hace 28 años.
En el equipo nacional las estrellas eran Héctor Chumpitaz (el “Granítico”), Teófilo Cubillas (el “Nene”), César Cueto (el “Poeta”), José Velásquez (el “Patrón”) y, en la valla, Ramón Quiroga (El “Loco”). Para muchos, incluir a Germán “Cocoliso” Leguía en vez de Jerónimo “Patrulla” Barbadillo fue un error. Un error fatal.
El mundo acogía con tranquilidad el alto al fuego en las islas Malvinas -conflicto que ensangrentó a la Argentina-, el Papa Juan Pablo II viajaba a Ginebra y el líder palestino Yasser Arafat estaba cercado en Beirut por las fuerzas Israelíes. No obstante, la atención mundial deportiva giraba por las diversas sedes españolas.
África nunca más será Cenicienta
Con el empate sin goles entre polacos e italianos, en el Estadio de Balaídos (Vigo), el choque con Camerún era la oportunidad para el Perú de ponerse a la cabeza del Grupo Uno. Pero Camerún nos reveló que ya no volveríamos a ganar en un Mundial, ni siquiera en el primer partido, por lo menos hasta nuevo aviso.
Todo el Perú vivió el suceso como nunca antes lo había hecho. El gobierno de Fernando Belaunde Terry (1980-1985) tomó medidas inéditas. Para los tres partidos: el martes 15, el viernes 18 y el martes 22 de junio, los horarios de los ministerios variaron, los burocráticos trabajarían por las noches; la Municipalidad de Lima también suspendió la atención al público por dos horas, para luego recuperarlas en la tarde; en tanto, los bancos solo atendieron de 8 a 10 de la mañana. Las clases, en muchos colegios del país, se suspendieron o, en su defecto, se dieron las facilidades para que el alumnado pudiera ver los encuentros mundialistas.
Pero toda esa expectativa quedó frustrada, ya que el partido en el Estadio de Riazor (La Coruña), quedaría cero a cero. La crónica de Guillermo Alcántara en El Comercio titulaba: “¡Qué decepción!”… Perú no caminó – Camerún fue una sorpresa”; mientras la nota de Koko Cárdenas, el otro enviado especial del diario decano, indicaba que Perú se veía débil físicamente, por eso entraron La Rosa y Barbadillo, quienes inquietaron la valla de N’ Kono. Pero no fue suficiente.
Pocho Rospigliosi, en su conocida columna en el mismo diario, decía al inicio: “Triste el resultado, triste el partido para Perú, triste la oportunidad que ha dejado escapar el team de Tim…”. Y en su crónica, don Pocho lo indicaba todo en un titular: “Perú no arriesgó”.
El partido fue tan poco interesante que hasta el perrito chusco que entró en la cancha, en vez de correr y saltar por ella, solo atinó a orinar en pleno césped, e irse cabizbajo. Mejor desdén no pudo haber.
Las caras peruanas eran también de funeral. Los días previos al partido, por las calles limeñas circulaba la idea de que Camerún era un equipo “inferior”, sin nivel ni tradición futbolística. Una idea, por decir, ingenua, aunque no había forma de saber que ese equipo africano era la antesala de lo que ahora vemos como una realidad en el continente que organiza por estos días el mundial 2010.
Frente a la escuadra azzurra
Pero en la mañana del viernes 18 una ligera esperanza parecía asomarse. Enfrentábamos ese día al equipo italiano, el de Rossi, Conti, Gentile y Dino Zoff. Atrás debían quedar las especulaciones en torno al excesivo entrenamiento en el seleccionado inca. Teníamos que jugarnos la vida con los itálicos.
Tim prometía luchar por la clasificación, en tanto los ragazzi de Enzo Bearzot -que a la postre, contra todo pronóstico, serían los campeones del mundo- hicieron un partido de mucho cálculo, que pensaron ganar con el gol, a los ‘19 minutos del primer tiempo, del talentoso Bruno Conti.
Sin embargo, el equipo nacional, con inesperado orgullo y algo de suerte, anotó en el arco de Zoff. Fue el “Panadero” Díaz quien disparó tras un tiro libre de Cubillas. El remate chocó en el defensa Scirea y descolocó al histórico portero.
Una anécdota que todos recordamos fue el encontronazo casual de José Velásquez con el árbitro alemán Walter Eschweiler. La escena fue cómica, pues el choque frontal en la media cancha dejó al “hombre de negro” en el piso y con las piernas temblando en el aire, por breves segundos. El teutón perdió el pito y un diente. Fue en el primer tiempo.
Como siempre, vivíamos de señales victoriosas. Y este segundo partido no fue la excepción. Los titulares anunciaron un penal robado a los peruanos. Fue el foul de Marco Tardelli contra Juan Carlos Oblitas, que el árbitro Eschweiler no consideró una falta. La telefoto de Jorge Ángulo, también enviado especial de El Comercio, no dejaba dudas para muchos, aunque una imagen no puede revelar las exageraciones de ninguna parte.
El titular de la nota de Guillermo Alcántara, decía: “Árbitro impidió triunfo peruano”. Y otro titular, “Con garra empató Perú”, a la vez que se informaba en el mismo diario, que Tim había dicho en la conferencia de prensa que tenía fe en el equipo, tanta fe que podían clasificar en el grupo.
Pero la ilusión, como toda ilusión, dura poco. Con seguridad, ese fin de semana los peruanos soñaron con tener un buen resultado contra los polacos, y tentar así la clasificación a la siguiente fase, como en Argentina 78.
Nos fue peor con los paisanos de Juan Pablo II
Y Polonia nos puso en nuestro lugar. Desentrañó todas las flaquezas, miedos, dudas de un equipo que se olvidó del fútbol. El periodismo se había entusiasmado. “Llegó la hora de la clasificación”, “Hay fe en el triunfo”, anunciaban las notas del día; y en cortas declaraciones se leía: “Me entregaré con todo, si juego”, prometía Leguía; o “Venceremos”, pontificaba Díaz, el “héroe” contra Italia. Era martes 22 de junio.
Estaba por empezar el último partido de un seleccionado peruano en un Mundial. De alguna manera, a 28 años del encuentro, el momento era histórico. Sin embargo, la portada de El Comercio del día siguiente decía: “Gral. Bignone, nuevo presidente argentino”, además “Israelíes bombardearon la zona occidental de Beirut”, y más abajo, en titular breve y conciso: “Perú, Hungría y Escocia eliminados del Mundial”. No daban ganas de ver la ampliación. El 5 a 1 en contra era demasiado.
“Pocho” Rospligliosi, con la velocidad de sus dos únicos dedos útiles para el tecleo, redactó la crónica desde España. El empate a cero clasificaba al Perú. Y así terminó el primer tiempo. Sin embargo, los peruanos regresaron a la cancha solo para recibir los goles que habían impedido en 45 minutos.
Dos goles seguidos, a los ’11 (Smolarek) y ‘13 (Lato) del segundo tiempo, dejaron a la afición peruana enmudecida. Y cuando se pensaba que la reacción peruana vendría, los polacos Boniek y Bunkol sepultaron toda esperanza, a los 15’ y 22’minutos, respectivamente. Es decir, entre los ‘11 y ’22 del segundo tiempo, en 11 minutos, Polonia pasó a ganar el partido 4 a 0.
Finalmente, a los ’26 minutos, Ciolek remató el triunfo de la oncena polaca, ante un equipo peruano sin brújula. El del “honor” (no queremos ser irónicos) lo puso Guillermo La Rosa a los ’83 minutos, a siete del final.
Los famosos “punteros mentirosos”, Leguía y Malásquez, no funcionaron. “Pocho” dijo en su columna que un factor clave de la debacle ante Polonia fue el descanso (léase, relajo) excesivo ese fin de semana, tras el partido con Italia.
“Un adiós al Mundial, pero sin drama”, titulaba la nota principal del diario decano, pero don Lucho Garro fue más seco: “Polonia fue superior”, además de indicar que el equipo de Tim apeló a la “vieja fórmula 4-4-2”.
Quizás el recordado “Veco” fue quien mejor sintetizó toda la campaña de ese Perú de España ‘82. “Mal ante Camerún, después un auspicioso segundo tiempo ante Italia y absolutamente más nada”. Así fue… Y nunca más un Mundial…
(Carlos Batalla)
(Fotos de Archivo Histórico)