Primavera de todos los santos y difuntos
Cada primero de noviembre se inicia la más grande peregrinación hacia los cementerios, aunque oficialmente es el Día de todos los Santos. El pueblo aprovecha para rendir tributo a sus difuntos, quizás asociándolos con algún santo no canonizado como Sarita Colonia. La gente visita a sus familiares fallecidos como una manera de santificarlos y honrarlos. En los últimos años, en un sincretismo popular, las manifestaciones folclóricas de los migrantes como la música, el baile y las comidas se han trasladado a los cementerios de Lima.
Festividad oficial
El Papa Urbano IV ordenó en el año 835 instituir el Día de todos los Santos, que es un día festivo y no laborable en el Perú, donde se conmemora a las personas que dedicaron su vida a seguir el ejemplo de Cristo y han sido canonizados o declarados oficialmente Santos por el Sumo Pontífice.
La iglesia católica ha reconocido a Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, Santo Toribio de Mogrovejo, San Juan Macías y San Francisco Solano.
Además de rendir culto a los Santos oficiales, las familias peruanas visitan a sus difuntos con respeto, pues los consideran intermediarios ante Dios.
La desbordante asistencia a los campos santos se ve incrementada por la presencia de los vendedores ambulantes que reciben a los peregrinos ofreciendo sus más variados productos: flores, globos, anticuchos, seguros, cebiche, cervezas, libros, zapatos y más.
Muchos de nosotros recordamos a los nuestros ese día y asistimos a los tradicionales cementerios como El Ángel (1959), el Presbítero Maestro (1808) y a los nuevos como Los Jardines de la Paz y Parque del Recuerdo.
Nostalgia con ritmo
Según la antropóloga Norma Acosta Aguirre “los cementerios que han surgido en la periferia de Lima se han desarrollado informalmente ante la ausencia de una entidad oficial que los administre y por la necesidad de los habitantes de esas zonas, en su mayoría migrantes, de enterrar a sus muertos”.
Entre estos nuevos cementerios mencionaremos El Carmen Alto en Comas y el de Villa María del Triunfo, este último considerado el segundo cementerio más grande de Latinoamérica.
Acosta Aguirre también señala que los pobladores prefieren sepultar a sus difuntos en la tierra “pues está virgen y pueden entrar nuevamente en contacto con ella”, y no en los nichos.
La ausencia de control administrativo permite que los visitantes, en muchos casos, permanezcan hasta el día siguiente junto a las tumbas de sus familiares. Lo cierto es que las penas van acompañadas de música, color y distintos aromas.
La congestión vehicular nos señala el camino. El peregrinaje se torna más folclórico en donde las fragancias de bellas flores se mezclan con los aromas de las diversas viandas y el griterío de los mercachifles que invadieron las calles colindantes y el interior de los campos santos, donde apenas se puede caminar.
El Día de todos los Santos en el Perú es una expresión propia con diferentes características, donde se expresan manifestaciones pluriculturales resultado de la fusión entre distintos pueblos o la permanencia de algunas tradiciones. Para algunos es un día de excesos; pero para la mayoría es una fiesta del reencuentro y una manera de expresar nuestra cultura.
(Marleny López Lucas)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio