Nuevo Papa: La importancia de llamarse Francisco
Franciscos son muchos, pero unos cuantos santos. Tras la elección de Jorge Mario Bergoglio como papa, éste eligió el nombre de Francisco. Aquí conoceremos a cinco importantes santos que llevan este nombre y también a un sexto bastante ligado a este continente. Además de la religión, todos ellos comparten cualidades especiales.
San Francisco de Asis fue un hombre santo que se entregó a la vida sencilla con una fortalece divina.
“¿Quo nomine vis vocari?” (¿Qué nombre escogerá?), es una de las primeras preguntas que se le hace al obispo elegido como Sumo Pontífice. Han pasado más de mil años para que se estrene un nuevo nombre en la lista papal.
En el 913 fue Landón, en el 2013 el argentino Jorge Mario Bergoglio decidió tomar el nombre de Francisco. Pero, ¿quiénes han sido los Franciscos de la historia de la Iglesia? Beatos y santos, hemos elegido a los cinco primeros del santoral católico, quienes también son los más recordados por la gente. Habemus papam Franciscum.
El pobrecillo de Asís
El primero en la lista de Franciscos santos, nació en Italia en 1182. De juventud despreocupada y alentada por el sueño de convertirse en caballero, cayó enfermo cuando se dirigía al frente de batalla: “Francisco, ¿a quién quieres servir, al Señor o al siervo?”. Entonces abandonó esos anhelos y pasó a presentarse como un pobre misionero que alimentaba y curaba leprosos.
A Francisco de Asís -santo patrono de su país- también se le vio en el Vaticano y en sueños. En el relato para la aprobación de su Orden, la de los Hermanos Menores, el papa Inocencio III soñó días antes de su llegada que un hombre pequeño y pobre ayudaba a sostener con su cuerpo la basílica de Letrán, a punto de derrumbarse.
Imagen de San Francisco Solano, un santo español, pero con corazón peruano.
El santo de Asís colaboró con la reforma de la Iglesia de su tiempo, y envió misioneros a Oriente, mientras que él mismo se encargó de la misión de los sarracenos y la catequización del sultán de Egipto. Su desprendimiento con los bienes terrenales, la convivencia en hermandad con todos y la simpleza, humildad y simpatía con la que compartía el Evangelio, impactan hasta hoy por su carisma.
El eremita de Paula
Muy joven, a los 14 años, decidió convertirse en eremita. Es Francisco de Paula, también italiano, nacido en 1416. Enfermo desde pequeño, fue encomendado en oración por sus padres a su tocayo de Asís. En esa ciudad tomó la determinación de alejarse de todo en oración y meditación, sin imaginar que centenares de hombres buscarían seguir su ejemplo para fundar la Orden de los Hermanos Mínimos.
Solicitado por muchos, un día tuvo que viajar a Sicilia, pero al no contar con los medios utilizó un manto a modo de vela y se abrió paso en el mar, por ello se le conoce como el ‘Patrón de la gente de mar’ de Italia. En su labor logró convertir a Luis XI de Francia, quien antes de su muerte lo encomendó a su hijo Carlos VIII.
El jesuita misionero
Este Francisco santo tuvo un inicio algo tardío como misionero, lo que no le impidió ser designado como Patrono de este grupo. Nacido en 1552, el español Francisco Javier fue enviado a estudiar a la Universidad de París, donde conoció a San Ignacio de Loyola y formó parte del primer grupo de religiosos de la Compañía de Jesús. Ordenado sacerdote, fue enviado por Ignacio como misionero a la India, por encargo del papa. En el viaje, aprovechó en compartir la forma de vida cristiana con los navegantes.
El jesuita recorrió la India por completo, además del Indostán y Japón. Cuando llegó a este último país fue rechazado por su apariencia. Entonces cambió estratégicamente su forma de vestir, asemejándose a ellos para obtener su atención. De esta manera convirtió a centenares de japoneses.
El ejemplo de Francisco de Asis convirtió el mensaje de Dios en un alimento para el sufriente.
Cuando logró embarcarse a Hong-Kong enfermó gravemente, y murió 11 años después de iniciar su misión. Solo cuatro personas estuvieron en su funeral. Al ser buscado días después por sus hermanos, ellos encontraron el cuerpo del misionero incorrupto.
Francisco escribidor
Este francés de pluma ágil es patrono de la familia salesiana y de los periodistas, ya que introducía folletos a través de las puertas de las casas calvinistas de Chabelais. Francisco de Sales nació en 1567 y, desde pequeño, compartía las enseñanzas del catecismo de su madre con sus compañeros.
Por la variedad de textos escritos, entre ellos “Introducción a la vida devota”, es considerado como Doctor de la Iglesia y llamado “Doctor de la amabilidad”.
Años más tarde fue nombrado obispo de Annecy, sin dejar de visitar y catequizar a su pueblo. Como el jesuita misionero, este santo escribidor también permaneció incorrupto tras su muerte en 1622. Cuando su cuerpo fue exhumado 10 años después, tenía la expresión de estar en un apacible sueño, sus extremidades tenían flexibilidad y expedía un agradable aroma.
La Iglesia de San Francisco en Lima es un espacio de comunión y reflexión de los creyentes.
El santo con títulos
Español nacido en 1510, nieto del Papa Alejandro VI y del rey Fernando de Aragón, primo del emperador Carlos V, hijo del Duque de Gandía y Virrey de Cataluña. Francisco de Borja se casó a los 19 años con Leonor de Castro y se calcula que tuvo 8 hijos.
Tras enviudar, Francisco de Borja practicó los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola mientras perseveraba en el interés de convertirse en religioso. Tomó los votos en la Compañía de Jesús y después de encontrarse con el fundador jesuita, se ordenó sacerdote. Renunció a todos sus títulos y propiedades.
El santo hizo sacrificios corporales y cambió su corpulenta apariencia física. Además, logró dominar su orgullo de autoridad con las tareas más humildes de su casa conventual. También, por su cualidad de organización, fundó colegios jesuitas en España y nuevos conventos. Fue superior general de su Orden hasta su muerte.
Francisco del Nuevo Mundo
El tercer español de esta lista y también misionero, tuvo un fuerte vínculo con Sudamérica. Es más, vivió en Lima, en el convento de San Francisco. Francisco Solano nació en 1549, tuvo una inicial formación jesuita, pero luego se inclinó más hacia la forma de vida de los franciscanos. Tras permanecer en su tierra natal y cultivar la música, solicita su traslado a Sudamérica con el pedido del rey Felipe II, quien pidió el envío de franciscanos misioneros.
El nuevo papa Jorge Mario Bergoglio eligió el nombre de Francisco, que se estrena en el Vaticano.
En el viaje hacia el Nuevo Mundo, también aprovechó en catequizar a la tripulación. Se registra que recorrió desde 1590 gran parte del Perú y otros cinco países. En su prédica, también cantaba o tocaba el violín o la guitarra, asimismo continúo con los milagros que inició en España.
De vuelta en Lima en 1595, dirigió el Convento de los Descalzos y, años después, fue designado en Trujillo. En nuestra ciudad, salía a las calles a dar discursos e incluso lograba convocar a gran número de ciudadanos en la Plaza Mayor. Tras el terremoto que azotó Lima en 1605, Francisco Solano ya muy enfermo, salió a predicar.
Falleció el 14 de julio de 1610, sus restos se conservan en la Iglesia de San Francisco, donde en uno de sus altares se observa su cráneo.
(Pamela Loli Soto)
Archivo Histórico El Comercio/ Agencias