A 50 años del abrazo entre la Iglesia Católica y la Ortodoxa
Un abrazo dio paso a la reconciliación. Había pasado casi un milenio desde que un pontífice romano y un patriarca ortodoxo se reunían en fraternidad. Pablo VI y Atenágoras I sostuvieron un encuentro en Tierra Santa hace ya 50 años. Así iniciarían el acercamiento entre el mundo católico y el ortodoxo.
Las relaciones entre la Iglesia Romana y la Ortodoxa se habían roto hacia el 800 a.C., ello por ciertas controversias teologales y la autoridad eclesial en Constantinopla y Roma. Lo que devino en el cisma definitivo, conocido como ‘Gran Cisma’ o ‘Cisma de Oriente y Occidente’ en 1054. Tanto el Papa romano como el Patriarca constantinopolitano se excomulgaron mutuamente.
Herederos de la Iglesia
Aristokles Spirou fue designado como Patriarca ecuménico de Constantinopla en 1948. En sus primeras labores eclesiales se le distinguió por reavivar relaciones con las comunidades cristianas más alejadas. A partir de su nombramiento como Atenágoras I conversó con los responsables de los grupos ortodoxos para fortalecer la comunicación e incluso enviar observadores al Concilio Vaticano II, iniciado en 1959. Para entonces ya conocía a Angelo Giuseppe Roncalli, el papa Juan XXIII, con quien intensificó el intercambio de ideas tras su nombramiento como pontífice.
Giovanni Monttini asumió el liderazgo de la curia romana a la muerte de Juan XXIII, convirtiéndose en Pablo VI. Al asumir el papado en 1963, decidió continuar con el Concilio Vaticano II, que reformó la Iglesia a la adaptación contemporánea que conocemos ahora. Pablo VI fue el primer Papa que visitó Tierra Santa en varios siglos; anunció este viaje solo con un mes de antelación y cuando el Vaticano aún no tenía relaciones diplomáticas con Israel.
El encuentro
Pablo VI había llegado a Jerusalén el 4 de enero de 1964 para hacer un recorrido en los “lugares santos”. Pero fue recién el 5 que pudieron reunirse, El Comercio replicó el cable informativo en la portada del lunes 6: “Atenágoras llegó hoy aquí desde Turquía para entrevistarse con el Papa como peregrinos en Tierra Santa. Los dos son partidarios de la unidad cristiana”.
Atenágoras dio inicio al encuentro hablando en inglés, pero junto con Pablo VI decidió continuar en francés, debido a la fluidez de ambos en ese idioma. Ninguno determinó esta reunión como una conferencia con agenda definida, lo que tenían en claro era la existencia del acercamiento fraterno entre ambos sectores, para mejorar las relaciones que hasta entonces eran inexistentes. Parte de ese diálogo fue transcrito:
Atenágoras: Tenemos el mismo deseo. Ni bien leí en los diarios que Ud. había decidido visitar este país, inmediatamente se me ocurrió que nos encontrásemos aquí y estaba seguro de que recibiría, de su Santidad la respuesta…
Pablo VI: Le hablo como hermano: sepa que tengo la misma confianza en Ud. Pienso que la Providencia lo eligió a Ud. para continuar esta historia.
Y es que Atenágoras continuó la historia del encuentro con un Papa. Primero tuvo la intención de hacerlo con su amigo Juan XXIII, pero recién tanto Roma como Constantinopla pudieron concretar la reunión de sus líderes en 1964.
Fue en diciembre de 1965 que Atenágoras y Pablo VI difundieron una declaración conjunta en la que recordaron el Cisma de 1054. En el documento lamentaron los hechos y gestos que siguieron a esa ruptura, “borran de la memoria” las sentencias de excomunión dadas por ambas partes y deploraron los precedentes y acontecimientos posteriores.
Fue tal la trascendencia del abrazo entre Atenágoras y Pablo VI -hace 50 años-, que el actual patriarca Bartolomé I participó en la ceremonia de entronización del papa Francisco. Incluso buscarían conmemorar el encuentro de sus predecesores en Tierra Santa en mayo de este año.
(Pamela Loli)
Fotos: Agencias / Archivo Histórico El Comercio
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