“La historia de Berlín 36 es un truco de márketing”
Luis Carlos Arias Schreiber
Periodista
Tengo 46 años, soy periodista, he trabajado en el diario “El Sol” y las revistas “Sí” y “Don Balón”. Actualmente dirijo “Publimetro”. Allá por 1984 leí una revista alemana sobre Berlín 36 y daba una versión distinta del Perú-Austria. Así me interesé en el tema.
Por: Pedro Ortiz Bisso
Por años hemos escuchado la misma historia: el triunfo de la selección peruana sobre Austria (4-2) en los JJ.OO. del 36 provocó la ira de Adolfo Hitler, a quien le parecía inconcebible la derrota aria. Por eso anuló el partido y lo reprogramó. Entonces, los peruanos decidieron retirarse de los Juegos y volver al país con el honor intacto. Hasta el escritor uruguayo Eduardo Galeano repitió esta versión alguna vez. Hace varios años, el periodista Luis Carlos Arias Schreiber encontró algunos cabos sueltos y descubrió que en realidad todo lo que nos contaron no fue tan cierto.
—La investigación lo llevó al mismo Berlín…
Sí, aunque no viajé expresamente por eso. Allá encontré una enciclopedia de más de mil páginas sobre las Olimpiadas del 36 (“Amtlicher Bericht, Orgaganisationskomitee für die XI Olympiade Berlin 1936”) en la que hablan del caso. Antes, el periodista Lolo Salazar me había comentado que existía una versión de que el problema fue dirigencial. En 1998, cuando trabajaba en la revista “Don Balón”, contacté a Karel Stokkermans, miembro de la RSSSF (Asociación Mundial de Estadísticos e Historiadores de Fútbol). Él era austríaco y le pregunté si era posible ponerme en contacto con algún sobreviviente. Me dijo que no podía hacerlo porque los jugadores eran amateurs y no eran conocidos en su país. Además, como luego ocurrió la Segunda Guerra Mundial, probablemente muchos murieron en ella. En el Perú sobrevivían Juan Valdivieso y Carlos Tovar, pero no recordaban lo sucedido. Después hay una biografía de Walter Ledgard, ‘El Brujo’ en la que culpa a los dirigentes. Él había pasado a la final de los 400 metros en natación y tenía posibilidades de medalla.
—Esa selección austríaca era amateur.
¡Era amateur! No era la mejor selección del mundo como nos han hecho creer. En los Juegos del 32, en Los Ángeles, no hubo fútbol porque la FIFA ya había entrado a tallar y dos años antes había organizado el primer Mundial. En el 36 volvió pero bajo la condición de que fueran futbolistas amateurs.
—Y la FIFA organizó el fútbol olímpico del 36.
Así es. Quien toma la decisión de anular el partido con Austria y volver a programarlo es la FIFA, no los alemanes. Además, el torneo era amateur y los peruanos no lo eran tanto. Parte de ellos ya había participado en el Mundial del 30, en torneos Sudamericanos, en la gira del combinado del Pacífico.
—Perú tampoco era un seleccionado extraordinario.
No, y en esa Olimpiada no estaban los mejores jugadores del mundo. Italia –que a la postre fue campeón olímpico– no llevó a Meazza ni a ninguno de los que campeonaron en el 34. En Austria no jugó Matthias Sindelar, considerado el mejor jugador de la época.
—Una de las versiones señala que cientos de hinchas peruanos invadieron la cancha y que por eso el partido con Austria se anuló…
Hay historias descabelladas. La versión oficial la da el propio Eduardo Dibós Dammert, en ese entonces presidente del Comité Olímpico Peruano: el partido se torna violento, llega al suplementario y hay una invasión de cancha. Me imagino que no son hinchas los que entraron al campo, que fue gente de la delegación peruana. Eran más de 40 y se metieron en la bronca. Austria termina jugando con ocho jugadores porque quedó con tres lesionados y no había cambios. Al término del partido, los austríacos van a la FIFA a reclamar y piden reprogramar el partido porque no hubo seguridad. El jurado de apelación cita a los delegados peruanos y estos llegan tarde. Aun así, cuando escuchan el reclamo de los austríacos sonríen, consideran que es absurdo, piensan que será rechazado, pero el jurado –que lo componían cinco europeos– decide reprogramar el partido. Los peruanos anuncian que la selección no se presentará. Comunican lo sucedido a Lima y empieza el teléfono malogrado. El presidente Óscar Benavides opina que la delegación debe retirarse. La FIFA es concesiva y vuelve a reprogramar el partido [Perú había sido declarado perdedor del primero por no presentarse]. Pero la orden de retiro ya había salido de Lima.
—¿Benavides usó políticamente esta situación?
Definitivamente. En 1936 tenía que convocar elecciones, las suspende y se queda en el Gobierno, pese a las protestas de apristas y comunistas. Es una gran cortina de humo. Cuando regresa la delegación se convierten en los grandes héroes olímpicos, que han dejado en alto el nombre del Perú, les hacen homenajes. En ese momento no le echan la culpa a Hitler.
—Eduardo Galeano dice que humillamos a Hitler.
A Galeano le contaron el cuento y lo repitió. Hitler no tenía nada que ver.
—¿De dónde nace la supuesta participación de Hitler?
Me parece que en los 40, en la redacción de “La Crónica”. Por esos años se empiezan a organizar partidos de veteranos, de las viejas glorias del 36, “de los que derrotaron a Hitler”.
—¿La historia nace de un truco de márketing?
Es un truco de márketing de los años 40. Es cierto que en el 36 hubo un rechazo popular a todo lo que era alemán, hay hasta ataques a la embajada alemana. Pero Benavides culpa a apristas y comunistas. Esos Juegos fueron un gran instrumento de propaganda del nazismo, que tenía muchos seguidores en Europa y en América Latina, incluido el Perú, aunque acá había más cercanía con Mussolini.
—Y Hitler era visto de otra manera, tenía otra imagen.
Era el líder de la reconstrucción alemana. El propio Jesse Owens [ganó cuatro medallas de oro en esos Juegos] dice que las mejores semanas de su vida las vivió en Berlín porque lo trataron como un ser humano. Cuando regresó a Estados Unidos, lo mandan atrás de la delegación, no lo recibe el presidente. Los gringos también tienen sus mitos.
—¿Podríamos decir, entonces, que la historia de los olímpicos del 36 fue una de las primeras grandes cortinas de humo del siglo XX?
Hubo aprovechamiento político, Benavides la usó. Y el cargamontón contra Hitler surge recién en los 40, fue un ardid publicitario para hacer propaganda a los partidos.
—¿Disminuye el valor de esa selección peruana?
No éramos los mejores. Inglaterra no competía, y los que lo hacían –Austria, Italia, Hungría– seguro que nos ganaban. El equipo austríaco del 36 jugó sin Sindelar, el mejor del mundo en esos momentos. Todo eso no le quita mérito a Valdivieso, Lolo, Villanueva que eran grandes jugadores. La situación la manejan los dirigentes, que eran gente bien intencionada pero muy inexperta.