¿Por qué no podemos ser amigos?
Para que cualquier deporte salga adelante es vital que todas las partes vinculantes trabajen en equipo. Es vital, también, que haya una cabeza clara y desinteresada que apunte al bien común por encima de los planes personales. Hoy nadie puede decir que los mejores pilotos están en sus respectivos campeonatos y esto ha sucedido, en gran medida, por los enfrentamientos entre los protagonistas y los organizadores. A veces el distanciamiento ha sido traumático –con muchas palabras innecesarias- y otra veces más sutil.
Por ejemplo, Raúl Orlandini hace unos años tomó la decisión no disputar ninguna carrera que organice el ACH como muestra de protesta por el silencio extenso que se tomó Marco Durán –presidente en su momento del ACH y luego cabeza de la Fepad- sobre su reclamo de la gasolina de Fuchs. Es más Raúl incluso dejó de correr el campeonato Nacional. Este año, con este formato rarísimo, está corriendo lo que le toca correr con miras a la corona patria: el ACP.
Nicolás Fuchs el año pasado se autoexcluyó de Caminos del Inca. Producto de todo el culebrón, sobredimensionado por la poca muñeca dirigencial de los comisarios de la prueba, que protagonizó junto a Ronmel Palomino en el 2012, el internacional peruano simplemente atinó a correr el Superprime pero nada más. Este año hay rumores que regresaría a la jornada pero es evidente que el manoseo que tuvo su nombre en el Gran Premio lo perjudicó –en materia de imagen- muchísimo.
Ahora Mario Hart. Las relaciones del ex campeón Nacional y la gente de la CCTC no son de las mejores. Se lanzan indirectas por redes sociales, se mandan cartas, se opinan, se arañan, se molestan y al final no se dan cuenta que los que más pierden son los aficionados. Hart reclama que no siente que la organización de la CCTC sea justa e imparcial. La CCTC dice que si lo es e incluso Ricci afirma que en más de una ocasión lo han sancionado –descartando así cualquier tinte de subjetividad-. El problema es que todos son pareceres y mientras tanto la afición sigue perdiendo.
Tiene que haber una persona más grande aquí, más generosa, que pueda resolver todas estas peleas de afectos. Tiene que haber alguien que pueda hablar con las partes y brindar la tranquilidad necesaria para los involucrados. Raúl Orlandini, padre, bien lo decía: “No puede ser que seamos cuatro gatos y nos estemos peleando a cada rato”. Amén.