Sibinacocha, paisajes de ensueño y récords para el deporte de aventura
Para los amantes de los viajes y la adrenalina, cada expedición es una nueva aventura. En esta ocasión la consigna de la travesía era compartir con tres grandes deportistas -Alvaro Bedoya, Raúl Delgado y José ‘Jarita’ Gómez- su intento para establecer el récord mundial de altitud para remada en Stand up-Paddle y kitesurf, disciplinas que están entre las más novedosas y populares de los deportes de aventura. El lugar elegido fue la laguna Sibinacocha (4.869 msnm), un espejo de agua de 33 km2 al pie del glaciar Quelccaya.
El Quelccaya se encuentra en la cordillera de Vilcanota. Es una losa de hielo de más de 200 metros de espesor entre los 4.900 y 5.650 metros sobre el nivel del mar. El glaciar tiene17 km de longitud, una superficie total de 44 km2 y desagua en la laguna de Sibinacocha, provincia de Canchis, una de las 13 que conforman el departamento del Cusco.
LOS PREPARATIVOS
El primer grupo salió desde Lima comandado por Alberto Lavarello , director de Altamira Adventures y fotografo de la nota, quien estuvo acompañado por el abogado y aventurero Giancarlo Aita y por el empresario y especialista en pesca deportiva Néstor Corbetto. Ellos viajaron hacia Nasca en seis horas, pero como eran tres personas decidieron continuar hasta Cusco turnándose el manejo.
Este camino tiene muchas curvas ascendentes. En la ruta cruzaron la Reserva Nacional de Pampa Galeras, la ciudad de Puquio y Chalhuanca, donde aprovecharon para tomar desayuno y estirar las piernas. Luego continuaron hasta Abancay para reponer combustible y seguir por un camino zigzagueante que asciende hasta un cartel verde que anuncia la llegada al Complejo Arqueológico de Saywite, un lugar que merece la pena conocer. Este es un sitio ceremonial con fuentes de agua y la mítica piedra de Saywite, una especie maqueta tallada sobre roca. Cerca de aquí se encuentra el desvío hacia la localidad de Cachora, uno de los puntos de partida del trekking hacia Choquequirao.
Después de unas horas continuaron el camino de descenso hacia el valle de Limatambo, donde el río Apurímac corre caudaloso hasta llegar a Tarahuasi. Desde aquí se toma una ruta de algo más de una hora para llegar a la ciudad del Cusco.
El segundo equipo también salió desde Lima con el fotógrafo Miguel Pino y el representante de Swisscorp AG, Giuliano Gallesi. Ellos partieron de la capital por la mañana con las intenciones de pasar la noche en Puquio, pero al final decidieron seguir viaje hasta la ciudad de Abancay, pasar la noche ahí y al día siguiente ya frescos seguir viaje hacia Cusco para reunirse con el resto del grupo. Miguel y Giuliano eran los encargados de llevar las tablas de Stand up-Paddle y kitesurf que se usarían en la laguna.
Miguel Unger, por su parte, tuvo que hacer alto en sus actividades laborales como director de la editora Automas, para tomar un vuelo hacia el Cusco. Una vez reunidos, ya estaba todo listo para continuar el viaje.
INICIO DE LA AVENTURA
Después de ultimar detalles de la ruta y tener todo lo que necesitaríamos en la expedición, salimos en una mañana fría pero soleado rumbo al suroeste del Cusco.
“Después del café salimos por la carretera Cusco-Sicuani, una ruta que nos ofrece mucho para ver: Tipón, Oropesa, Piquillacta, la capilla de Andahuaylillas, entre otros atractivos. Nosotros hemos pasado Urcos, a dos horas y media desde Cusco, hasta el desvío a Pitumarca. Desde allí el camino es afirmado. Avanzamos hasta Chilca, donde se encuentra el refugio de Andean Lodges, y seguimos por una trocha guiados por el GPS Garmin hasta que aparece la gran laguna de Sibinacocha. También se puede ver el Ausangate y el inmenso glaciar Quelccaya, el más grande de los trópicos. Montamos campamento y nos abrigamos para soportar los 15 grados bajo cero. El atardecer hace que se produzca magia, las montañas se tornan azules y el cielo pasa de un naranja intenso a un rosa indescriptible. Es el paisaje y no el frío el que hace estremecer. Es por esto que estamos acá, todo lo demás son detalles, el viaje ha valido”, dice Alberto.
Giuliano, por su parte, recuerda que esa tarde no tuvieron la oportunidad de ver el paisaje que los rodeaba, pero pudieron conocer de cerca lo crudo que es este lugar, ya que el frío es muy intenso y los obligó “a usar varias mantas para cubrirnos del inclemente clima mientras esperábamos a que terminaran la reunión del pueblo de Phinaya” Esta se hizo eterna debido a la baja temperatura, pero finalmente entraron al salón comunal donde pasarían la noche. “La luna era increíble y las estrellas nos acompañaban con su brillo”, añade.
Por último, Miguel recuerda así la travesía: “Salimos del Cusco y tomamos la vía asfaltada a Sicuani. En el km 100 nos desviamos con rumbo este por una trocha afirmada que enlaza las comunidades de Checacupe (km 1), Pitumarca (km 7), Osefina (km 20) y Chillca (47 km). Hasta Chillca son tres horas de calamina desde el asfalto. Las camionetas se separan. Yo estoy en la Mahindra roja de Rosa Pino, sin cuyo aporte la expedición hubiera fracasado. Llegamos a Chillca pasadas las 8 p.m. en una noche sin luna. El pueblo duerme. Nadie responde. Pasamos el abra de Jahuaycate a 5.070 msnm, antes de dar media vuelta espantados por la oscuridad y la incertidumbre. Rehacemos el difícil camino hasta Pitumarca –4 horas- donde milagrosamente encontramos un hotelito y señal de telefonía. Al día siguiente frío, soroche, desayuno rústico y pronta salida. De día, el paisaje se revela, deslumbrante. Llegamos al albergue de Chillcatambo (4.300 msnm), parte de la empresa Camino del Apu Ausangate – Andean Lodges. Después de encontrarnos con el ‘Oso’ Lavarello y la Scorpio emprendemos el segundo tramo del viaje: 4 horas de herradura hasta la comunidad de Phinaya, sobre la gran laguna. El sol ya quiere ponerse y la temperatura cae rápidamente”.
Como vemos, los tres grupos tuvieron diferentes experiencias en la ruta pero la misma sensación: frío helado acompañado de felicidad por estar en este paraíso de altura.
HORA DE RÉCORDS
A la mañana siguiente Álvaro Bedoya y Raúl Delgado salieron a investigar el viento que peina la laguna. La belleza del lugar es impresionante. Es un espacio rodeado de diferentes nevados, entre ellos el imponente Quelccaya, lo que explica el intenso frío. Por la tarde, Álvaro decidió probar el kitesurf en la laguna. Ya era hora de romper el primer récord.
Después de unas sesiones de práctica con los pobladores de la zona, Álvaro hizo 45 minutos de pura adrenalina navegando la laguna en su kitesurf. Está feliz, eufórico y algo cansado. Al final del día decidimos regresar al campamento y encontrarnos con los demás para celebrar nuestro primer triunfo.
El amanecer siguiente fue con más colores. Un caracara de montaña, ave rapaz típica de estas tierras, sobrevolaba y hacía su vida sin que nosotros le importemos. Alberto aprovechó para hacer más fotos, pescar, y seguir gozando con el paisaje.
Álvaro Bedoya, Raúl Delgado y José ‘Jarita’ Gómez estaban desde las 4 a.m. preparando todos los detalles para la gran remada sobre la laguna. El frío de sus aguas no iba a ser ningún impedimento.
Ellos salieron del campamento alrededor de las 6:30 a.m. convencidos de su futuro éxito. Poco después todo era felicidad. Tres jóvenes peruanos establecieron récords mundiales de altitud en kitesurf y Stand up–Paddle en la laguna de Sibinacocha.
Álvaro (37 años) logró la marca mundial en kitesurf el 6 de agosto “surfeando” las gélidas aguas de Sibinacocha durante más de 45 minutos y realizando saltos y piruetas con vientos de 20 nudos en este escenario extremo y de gran belleza paisajística. Un día después, Bedoya, Raúl Delgado (40 años) y José ‘Jarita’ Gómez (34 años) remaron 28.5 km en la misma laguna utilizando tablas de Stand up-Paddle.
Las hazañas deportivas, que se encuentran en proceso de homologación con las federaciones internacionales respectivas, fueron captadas en fotos y videos, así como en un registro satelital con equipos GPS Garmin de última generación y supervisión directa del representante de Garmin en el Perú, Swisscorp.