Mami de mis sabores
Al grano. Si eres como yo (intuyo que debes serlo) es posible que hayas dejado para el último momento ese regalo para tu mamá –o abuela, tía, hermana– que debiste comprar la semana pasada. Tengo una sencilla solución. Métete a la cocina y elige entre una de las tres opciones que aquí te propongo.
O todas. Imposible resistirse.
1. Torta de chocolate del hijo favorito
¿Quieres que tu día de la madre sea memorable? Go-for-the-chocolate. Cuatro capas del fudge más perfecto que podrás probar y un baño de más chocolate (¿podría ser de otra cosa?) como para regalarle al paladar un pequeño orgasmo culinario. Esta receta tiene el toque maravilloso de Patricia Delgado, quien desde Miscelánea -su centro de placeres para todos aquellos que tenemos corazón goloso- nos enseña a prepararla. No pierdas un minuto más. Se hace en tres pasos.
Primero, el fudge.
En una cacerola a fuego bajo mover 200 gamos de chocolate (mínimo al 55% cacao), 1 tarro de leche condensada y 1 1/2 lata de leche evaporada hasta que espese. Nada más que eso. Los ingredientes a la olla y a mover, amigos. Si te descuidas se puede estropear, así que seremos firmes en este paso: MUEVE. No te olvides de agregar una pizca de sal. Ojo, no utilices cocoa aquí: hay muchas marcas en supermercados que venden el chocolate para cocina en barra o en pepitas (Patricia sugiere el de Di Perugia, por ejemplo).
La razón por la que se hace primero es porque debe haberse enfriado lo suficiente antes de utilizarlo en la torta. Prepáralo y refrigéralo un rato. Antes de servirlo, asegúrate que esté a temperatura de ambiente.
Segundo, el queque.
Necesitas:
1 1/2 tazas de harina preparada
1/2 cucharada de bicarbonato
1/2 taza de cocoa en polvo (la que prefieras)
3/4 de taza de aceite vegetal
1 taza de leche fresca
1 cucharada de vinagre
2 huevos
1 1/4 tazas de azúcar granulada
Pizca de sal
Mezcla la leche con el vinagre y reserva.
Cierne la harina, el cacao en polvo, la sal y el bicarbonato. Agrega aceite a la mezcla y une todo moviendo con una espátula.
Agrega la leche con vinagre, vainilla y los huevos uno a uno, mezclando bien. Incorpora finalmente el azúcar. Divide la mezcla en dos recipientes y llévalos a horno (precalentado a 180°C) por 30 minutos. Intenta utilizar papel manteca en los bordes y base para que te sea más fácil desmoldar.
Tercero, el ganache.
Con esto bañarás la torta.
Utiliza 160 gramos del mismo chocolate que usaste para el fudge y 160 gramos de crema de leche. Caliente la crema con el chocolate y mueve lentamente para que se integre. Listo.
Ahora, a juntarlo todo.
Corta cada uno de los quequitos por la mitad. Tendrás cuatro discos. Si tienes un borde de metal con el que sostener la estructura mientras la armas, ideal. Sino, puedes hacerlo directamente, no te preocupes. Cubre generosamente de fudge cada una de las capas, hasta que llegues a la de arriba. Hasta aquí todo fácil, ¿no?
Cuando llegues a la última capa, procura que el disco que utilices para tapar la torta esté volteado del lado “interior” del queque, no de la parte de afuera. Cúbrelo nuevamente con fudge y tapa con papel film. Llévalo al congelador por unas dos horas para que todo se endurezca.
Una vez listo, baña tu poderosa torta de chocolate con el ganache que preparaste. Es bastante líquido, así que utiliza una rejilla para que el exceso pueda caer. Disculparán la naturalidad de estas fotos: el chocolate fue libre y así lo dejamos.
Espera al menos una media hora para servir. Puedes decorarla como quieras…pero te aseguro, con esto es más que suficiente. Provecho, mami.
2. Panqueques de mañana feliz
Si hay algo que puede definir los desayunos más bonitos de mi infancia es, en definitiva, un buen plato de panqueques. En mi casa los hacían gorditos y mojados, más parecidos a la receta americana que al crepe francés. Miel de maple, mantequilla, manjar blanco, leche condensada…todo entraba. Y en grandes cantidades, evidentemente. Esta es una gran idea para que los niños de la casa sorprendan a mamá –y a papá– en la mañana. Es simple, divertida y nunca, jamás, tiene pierde. De las primeras cosas que supe hacer en una cocina, por cierto.
La receta que comparto hoy es inmejorable: me la dio el genial chef panadero Renato Peralta.
Necesitas:
120 gramos de harina preparada
240 gramos de leche entera
1 huevo
4 gramos de sal
4 gramos de bicarbonato
Pizca de canela
Bate todo a mano, deja reposar la mezcla una hora y cocina en porciones medianas en una sartén de teflón. Para servir, úntalos de mantequilla, báñalos en miel de maple o abeja y corónalos con fresas y/o frutos del bosque. Garantizo que todos repiten.
3. Te regalo mi corazón con frutos rojos
Finalmente, una sencilla idea de mi colección personal. En realidad esto es tan fácil de hacer que casi no necesita receta, pero les aseguro que es suficiente para convertir un desayuno cualquiera en una fiesta llena de color y sabor.
Necesitas:
Fresas, al menos unas 15 o 20
Blueberries (los suelen vender en cajitas)
Yogur griego, sin azúcar
Azúcar rubia
Frutos secos o granola.
Primero, corta las fresas en capas delgadas. Llévalas a una sartén a fuego medio con unas tres cucharadas de azúcar rubia y deja que boten su jugo. No recomiendo dejar que se enfríe mucho: es mejor servir tibio. Para los más traviesos, un chorrito de ron (mucho, mucho cuidado con el flambeado) y el desayuno será doblemente satisfactorio.
En un plato hondo sirve una buena cantidad de yogur griego, cubre con las fresas en su jugo y los blueberries. Puedes añadir castañas y pecanas picadas o granola…o todo lo anterior. Incluso un poquito de coco rallado cae bien. Disfruta y sonríe.
Ideal para un desayuno en la cama.
Más de mí, por acá: @nsugobono