Navidad para principiantes
Yo nunca he sido de gran ayuda en Navidad. Mi madre podrá dar fe de ello. Hay algo en mí que se rehúsa a seguir ciertas reglas establecidas (*es una condición que se traslada a otros aspectos; nada serio, solo un rezago de algunos episodios en el nido cuando disfrutaba de entrar al salón en el recreo a pintar mis cuadernos y salir al patio durante la clase; realmente nada serio, creo). Todo el ritual prepara-pavo-come-panetón-con-mantequilla-ahora-sirve-el-chocolate que se repite una y otra vez, año tras año, hasta el final de los tiempos, por siempre jamás, me resulta aburrido. Ni siquiera como pavo. (Ya, lo dije).
No es que no me guste la Navidad: no me malinterpretes, querido lector. Me encanta. Si diese rienda suelta al animal festivo que llevo dentro vendría a trabajar todos los días con unos aretes en forma de corona de adviento -con piedritas brillantes, como debe ser- que una tía me regaló cuando yo todavía estaba en el colegio y pondría villancicos en casa mientras limpio y ordeno. Lo haría, de verdad. (Lo haré). Posiblemente aquello que más me gusta de este mes -de todo esto en realidad- es que es la mejor ocasión para ser celebrativos, generosos, glamurosos y excesivos. Con la gente que queremos y con nosotros mismos. Y eso sí me atrae. Eso y la parte glamurosa, claro.
Esto es lo que propongo. Recetas que nos hagan sentir así de festivos sin comprometer tiempo o dinero. Bocados diferentes, pero sencillos. Platos navideños en toda su esencia que aporten a la mesa o creen nuevas tradiciones. Hay que romper con los menús rígidos e inflexibles. Por favor, es hora. Le pedí a mi amigo James Berckemeyer que me ayude con el tema. De inmediato supo qué podría funcionar. Propuso unas tostadas francesas para un desayuno navideño que se pueden preparar con pan brioche, pan de molde y hasta con panetón. La mejor manera de darle uso a esos panes dulces tan propios de la época que serán siempre mejor empleados fritos en huevo y cubiertos de azúcar impalpable. Porque sí.
Necesitas:
-Una barra de pan brioche (que puedes reemplazar con facilidad, insisto, por panetón).
-4 huevos
-1 cdta. de canela en polvo
-Esencia de vainilla
-Leche evaporada
-Azúcar impalpable
-Frutos rojos (hemos empleado fresas, cerezas, frambuesas, moras y arándanos)
-Miel de maple (utiliza lo que tengas en casa: miel de abeja, chocolate o mermelada)
Primero, corta trozos medianos de pan. Quita también los bordes: que solo te quede la parte de miga. (Sí, sí, también puedes comerte esos trocitos que sobran).
Luego, bate los huevos a mano, como si hicieras una tortilla.
Añade a los huevos -por partes- la leche, la esencia de vainilla y, finalmente, la cucharadita de canela en polvo. Continúa moviendo para integrar.
Remoja los trozos de pan en la mezcla. Deja que absorvan muy bien por cada lado (deberás darles vuelta cuando veas que se empiezan a empapar). Lo suficiente para que queden mojaditos pero no se desarmen.
Calienta una sartén a fuego medio con mantequilla y un chorrito de aceite. Coloca cada uno de los trozos de pan y deja que se cocinen bien por cada lado. Sé cuidadoso: no los voltees antes de que se forme una costra dorada. Tal cual lo harías con una tortilla.
Retira del fuego y escurre la grasa sobrante en papel absorvente, vigilando que no se peguen. Colócalos en un plato y acompaña con tantos pedazos de frutos rojos como te provoque.
Finalmente, cubre las tostadas con una fina lluvia de azúcar impalpable. Suenan las campanas, cantan los ángeles. Es Navidad, amigos míos.
Come, goza, comparte. Pero no olvides la miel. (Nunca olvides la miel)
¡Eso es todo!
Las gracias eternas a James (@JBercke), por su ayuda siempre. Y al gran Pedro Cárdenas, fotógrafo responsable de hacerme salivar con sus imágenes de estas tostadas francesas navideñas que me servirán de desayuno hasta enero. Febrero.
Todo el año.
A Pedro pueden encontrarlo aquí: pedro.cardenas1966@gmail.com; 992721701
Les traigo más ideas estos días. Mientras tanto, va el primer ‘Feliz Navidad’ del mes.
¡Feliz Navidad a todos!