Los esquemas y las cuadrículas
Suena a lenguaje de ingenieros, pero se refiere a la deformación profesional. Los novelistas y poetas pueden ser víctimas de ella como los abogados y los psicoanalistas. Según X, el taller de historias debe servir para que dejemos de ver el mundo solo como escritores.
Nos contó la historia de un leguleyo que centraba toda su vida en las leyes. Nadar en una piscina suponía conocer el reglamento del uso del agua. Gozar era pensar jurídicamente en en placer, la fusión entre dos almas era un contrato como un contrato era el primer beso.
Lo mismo le ocurre a los economistas, su análisis del mundo tiene relación con la escasez y la necesidad. La familia es un tema de recursos.
¿Y qué decir de los psicoanalistas? Ellos miden el amor, el disfrute y su propia libertad en función del alcance de sus linderos. El lenguaje de la profesión parece actuar como cadena más que como visor. Cerca y cercena, nunca extiende ni amplía. Todo pasa por un proceso mental que explica la conducta. Nada menos humano que lo que se pretende ciencia humana. La humanidad supera tales restricciones. La señorita Ana, enamorada del Doctor psicólogo Z, no está enamorada, dicen, cree estarlo porque lo que opera es una suerte de dependencia afectiva propia del vínculo del diván. Freud y Jung, simplemente, tienen una mirada ensimismada y tribal, libresca, de lo que en otra circunstancia es una romántica complicidad.
¿Y qué decir de los matemáticos? Su vida es tan abstracta quizás, que no hay profesional que no requiera de las humanidades y del magisterio de la vida para librarse de tal cerrazón.
Ellos no viven, piensan y se enjaulan mientras la descomunales posibilidades de ser felices pasan de su lado rumbo al infinito.
¿Y los escritores? ¿Nos cuadriculamos? -pregunté.
X dijo que sí, cuando creemos que la literatura solo se encuentra en los libros. “Lee a Bolaño o Auster o no serás nada”. Otros te conminan a ser un académico y saber de escuelas literarias y estilos para adquirir el derecho de empuñar la pluma. Yo creo en la vida, en la literatura de la vida, fuente de grandes historias. Lo demás son clichés, tecnicismos y erudición vasta que sirve para el lucimiento, cuando no para la huachafada ilustre.