El día de la marmota y la vida en ensayos
El título corresponde a una película de 1993 protagonizada por Bill Murray (también la llaman “Hechizo del tiempo”). Me hurto a la mala una sinopsis: “En un pequeño pueblo de Pennsylvania un periodista gruñón y antipático se ve condenado a revivir, una y otra vez, el mismo día. Todo se repite, excepto su percepción de que, lo que le sucede en cada momento, ya lo ha vivido…”.
Ya que me sugieren algunos lectores no abandonar las reflexiones filosóficas, vuelvo a mis disquisiciones.
La premisa de esta extraordinaria película sirve para que te invite a tí a imaginar un 2 de febrero que se repite hasta el infinito. Te despiertas hoy, mañana, pasado mañana y siempre será el 2 de febrero. Imaginate que eres el protagonista y que solo tu recuerdas lo que pasó en el 2 de febrero anterior y así sucesivamente. Como en el filme, puedes ensayar todas las opciones para lograr lo que sea que desees (aunque el costo sea una cena indigesta o un bofetón). Incluso, puedes lanzarte desde la azotea y morir solo por experimentar el mayor de los extremos. Todos pueden llorarte hoy, pero mañana todo se olvidará para ellos, menos para tí. En la lógica del filme, tú, por lo menos, volverás a despertar en tu cama al igual que ayer y mañana; sano y salvo, desde luego.
No voy a entrar en detalles del final, pero estas historias sirven para imaginar todos los despropósitos y situaciones que planearías si es que el mundo los fuera a olvidar al día siguiente, menos tú. Reempezar y ensayar la vida es algo que nos está negado. La vida, a diferencia de la película, no es un ensayo y cada acción es parte de la obra. Lo hecho consumado es. Nada nos redime de nuestra responsabilidad y esa es la lección de esta tortuosa continuidad que nos captura y que llamamos “tiempo”.
Si alguna película recomiendo, como me la recomendaron a mí, es esa. Nada más provechoso que el Cine que sirve a una buena reflexión.