Argentina- Alemania, pero...
Sirva una final para reflexionar sobre un gran ausente en el Mundial (digo, sin ironía, al menos para quien desde aquí escribe): el Perú.
Perú no está en el Mundial y no lo está desde hace 32 años. Podemos buscar todas las respuestas en el entorno, volcarnos contra la dirigencia entornillada y hasta maldecir a los caros entrenadores que nunca la hicieron, cuestionar los esquemas utilizados, pero ¿Por allí encontraremos la respuesta? Es como exigirle calidad a una escuela de música que admite fácil a quien solo lo requiere de boca y sin evaluación. Importará poco si es que es una buena escuela por su profesorado, su infraestructura y currícula . La solución es muy sencilla y se llama “rigor”. Sí, pero rigor en la admisión y en el proceso. Admisión con estudio, con articulación, con encaje de piezas, pues mal haríamos en armar una orquesta solo con eximios violinistas, sin tener de lo demás ¿Y el trombón? ¿Y la flauta? ¿Y la trompeta? ¿Y el chelo?
Ocurre con la selección de fútbol. En cada generación es ralísimo el número de jugadores con nivel internacional y con esos pocos no se arma una selección, pues un equipo es funcional cuando todas las piezas encajan y forman unidad. Una mala defensa desarticula un medio campo y un medio campo disfuncional no sirve a una delantera de ases. He allí el problema: “equipo”.
La formación futbolística de menores debería especializar a los jugadores desde el saque y no hacerlos jugar por jugar, moldear defensas laterales y centrales, mediocampistas (armadores, servidores y defensivos) y delanteros preparados para darle a la red sin complejo y con sapiencia. La especialización potencia las técnicas. Mal haríamos en celebrar a un medio campo de lujo sin delantera a la que deba servir o sin una defensa que la equilibre en su zona. Si falla una función, todo se cae ¿Ven?
De haber nacido en el Perú, Maradona o Pelé hubieran sido astros del campeonato nacional y probablemente la hubieran hecho bien fuera (en Alemania, España o Inglaterra) porque serían piezas dentro de un juego completo de ajedrez (subraye “completo”, que es tal cuando hablamos de equipo en su sentido cabal). Pero en una selección nacional (muy a la nuestra) correrían aislados sin posibilidad.
Los años 70 del Perú fueron los que produjeron mejores estrellas en cada posición. Habían arqueros cumplidores, defensas férreas y corajudas, medio campos de antología (Cueto, Cubillas, velásquez…) y delanteras que con un medio campo tal no necesitaban más. Por tal razón se gozó en México 70 y en Argentina 78 y de la misma generación devino España 82. En 12 años 3 mundiales. En 32 ninguno. Y es que lo que vino luego es el individualismo que para la ideología suena bien, pero que para el deporte rey es nefasto y vil.
Iba a escribir sobre la final y derivé a un tema más trascendental para la aldea que me toca representar en estas letras. Todos se preguntan ¿Cuándo se jodió el Perú (digo, la blanquirroja)? Y nada más fácil de responder: cuando parimos ases, pero no equipos. Los ases sirven para los teams del exterior, los equipos sirven para la selección.
Creéme, ni siquiera es un tema de indisciplina, vedettes o espumosas fugas, que en cualquier potencia se da, aquí y acullá ¿O creen que los de la era de Perico y Sotil fueron gendarmes de su propia santidad? El tema no es extradeportivo, es deportivo, esquemático y central. Que ni con un team de beatos la hacemos si es que falta lo principal.
Sin equipo, apenas con nombres sueltos, sin articulación en el campo, sin funciones individuales que construyan un colectivo, sin la gente ideal (aunque perdamos algunas coronas), sin toquecito ni identidad (quisimos imitar a Europa sin haber llegado aún a ser Brasil) nos quedaremos aún en casa haciendo las maletas… para el próximo mundial… Digo, para aquel que en algunos lustros llegará.