Compasión
No se asume que la compasión sea una disposición regular sino una extraña excepción en la vida de los hombres. No es un imperativo ni una regla de la ética, es por encima una rareza que engrandece a quien se deja dominar por ella.
Siempre me he preguntado si la compasión acompaña al común o solo a aquellos que han conocido de prisas, llantos y escaseces. No se cultiva en una torre de márfil ni se aprende en la vida alegre sino en el sufrimiento que nos hace “uno”, que nos sitúa en las fibras y los nervios del otro.
Si la has tenido complicada sabrás lo que lleva dentro como un amasijo de pesares aquel que vive al día y de las ventas y que soporta el rechazo con los ojos húmedos y los nervios encrespados. Digo, aquel que vive apenas de las ventas y con ellas sostiene un hogar. Ese que ofrece empecinado lo que lleva en la alforja, que se desgarra en la derrota del día y que en el éxito de una venta se regocija, más que por él, por la sonrisa de la mujer o el pequeño aquel que lo aguardan en la noche por venir.
¿No has sentido un socavón en el lomo cuando alguien que te recuerda al más entrañable de tus seres es malherido? ¿Consagras una lagrima en la desgracia de quien te recuerda a un padre o una madre?
La compasión emparenta con la empatía y volvemos a Barcia con la espesa disposición de un estudiante aplicado. Este dice que “la compasión pertenece a los afectos, en la piedad hay afecto y acción. La misericordia es la piedad del que tiene autoridad o poder”. Y sigue el texto: “El compasivo siente; el piadoso siente y socorre; el misericordioso siente, socorre y perdona”. Y para ir más lejos, en vías de santidad: “La caridad es compasión, piedad, misericordia, pero en un orden más elevado que el puramente humano, es decir, con el sello que le imprime la fe…”
No hay, en términos kantianos, moral sin libertad y tampoco es propia y genuina la piedad si no deriva de la libertad más plena. Pero la compasión se cultiva, se perfila en las acechanzas más tempranas y en las luchas cotidianas. De entre estos atributos, la misericordia, reflejo de la más sublime potestad divina.
Si ven este video, verán que la compasión puede tener efectos positivos en usted, le ayudará la meditación para comprender y experimentar este fenómeno, pero meditar en serio y con técnica. Sea feliz, antes sea compasivo, ahora nos dice la ciencia.