El perdón y la absolución
El perdón es el cierre del círculo y es por tanto la paz interior, le decía Rose a Peter mientras contemplaban el Atlántico. Conmovedora escena que recuerdo más que el título de la obra. Ella suplicaba al poderoso industrial que perdonará a Ann, él se rehusaba aún a conciencia que el perdón tiene una réplica celestial. “Perdona y tendrás legítima voz para el perdón del divino”, concluía Rose.
Perdonar y absolver son dos temas disimiles que se suelen confundir. El que transgrede con intención y voluntad tiene por correlato la facultad de perdonar del otro. Aquel que es inocente o negligente tiene por correlato la absolución, que ve el estado de la acción, culpabilidad o inocencia. Luis me roba, declaro si es o no partícipe del evento. Si resuelvo que lo es, la opción es el perdón o la condena.
A veces una delgada línea distingue al dolo del simple yerro. X me ofende con plena deliberación, defino el hecho, finalmente lo juzgo y perdono. En el otro supuesto, X saluda por apurado error a Z (mi enemigo) sin conocerlo, luego se da cuenta de su ligereza o su inconsciencia. Solo al rato supo quién era realmente Z. Evalúo que fue un error, juzgo y absuelvo. Discierno su inocencia. Perdón y absolución comportan dos significados distintos.
Vuelvo a Barcia, que nunca está demás dada la necesaria precisión de los términos que solemos utilizar. “El perdón es en consecuencia de la ofensa, y mira principalmente a la persona que la ha hecho; depende del ofendido y produce la reconciliación cuando sinceramente se concede y sinceramente se pide”.
Por su lado, la absolución “es en consecuencia de la falta o del pecado y concierne propiamente al estado del culpable…”
Se absuelve por inocencia, se perdona por humanidad o indulgencia. Dios perdona, el juez absuelve. El perdón es un atributo de la misericordia divina, la absolución una consecuencia de la facultad humana de razonar.
Es común que se refiera la absolución de los pecados en confesión, lo que denota un giro gramatical excepcional. En estricto uso del vocabulario, los pecados solo se perdonan. En el confesionario importa el arrepentimiento y el perdón, en los tribunales el esclarecimiento y la absolución. Como fuera, el perdón libera (tanto al ofensor como al ofendido), la absolución define los hechos.
Un pensamiento correcto solo proviene de un uso correcto de las palabras.