Manual de independencia personal
De hecho decenas de veces en tu esclava existencia has deseado ser tú mismo y por eso te sientes perfectamente bien con aquellos con los que puedes ser eso, precisamente, tú mismo ¿Lo has pensado? ¿Has sumado las ocasiones en las que has sido plenamente auténtico? ¿Expresas lo que piensas y lo que sientes con la frecuencia propia de la normalidad? Aquí un ejercicio que debes asumir con callos y correa, quizás con una buena dosis de coraje:
1. Lees en el Facebook que un contacto opina como el grueso sobre una causa bastante popular. Eres minoría, estás en desacuerdo, no te arredras y escribes, llevas la contraria. Tu comentario en su muro dará la vuelta al mundo y serás un héroe de la independencia individual…Mis respetos. Pero vuelves unas horas después y ya te cayeron encima. Uno, dos, diez, cien. Te llaman “foca”, “desperdicio”, “bazofia”, recuerdan a tu madrecita, tu cumpleaños y alguno que otro hechicero del mal pronostica hora, fecha y enfermedad de la que te vas a morir.
2. Llegas a casa y le dices a tu marido que la panza le creció, que hay que enderezarle la masticación o que el ya ralo techo se le cae/ o a tu amable mujer que su flamante peinado es del horror. Verdades al canto, pero separa unos billetes para el hotel y la helada noche a solas. A veces, las despedidas no son tan largas.
3. Tu maestro quizás sea el mejor, pero yerra, equívocos de fechas, detalles, sustantivos, discordancias al por mayor. Pero eres el emblema de la independencia y la autenticidad, te pones de pie, boqueas, señalas con el índice y corriges. Y después te preguntas por su animadversión. “Doc, aquí faltan unos puntitos”.
4. Tu hijito del alma te viene a ver, es jueves. Galifardo, “Vocaliza bien”, “Córtate el cabello”, “Vístete como gente”….Probablemente no lo vuelvas a ver.
5. “Boss, así no es, unos grados menos, sino el edificio se cae”. Él replica que estudió más, que era el primero en la Facultad de Ingeniería, que es mayor, que no es cauto llevarle la contraria. Bueno, al final el edificio se cae, sí, tenías razón. “¡Eso!”, exclamas mientras revisas la página de empleo, buscando un destino mejor. “Tener razón no es siempre saludable”, musitas.
6. La vecina del primer piso es nueva, estirada, amiga del chismorreo, te ve por la mirilla, frunce el ceño. Crees que te odia, pero tú la odias más. Te recuerda a la tía setentona que te jalaba el cachete con un sutil instinto sadicón. Por esa razón y en aras de la independencia optaste por no saludar y verla mal del cogote al pie…hasta que una calurosa mañana de enero cruzó el desierto en su Nissan, rauda mientras pedías ayuda con tu carcacha averiada ¿De verdad que no te vio?
7. Ella te trae loco ¿No? ¿Por qué no se lo dices? Sé auténtico, mírala cuanto quieras, que es natural mirar lo que te atrae ¿Te apetece acercarte? Mira la casualidad, la encuentras en el Metropolitano, la miras hasta que ella se deshace ¿Será porque en el fondo te desea? Bueno, eso creíamos hasta que te denunció por acoso y diste a parar en la Comisaría con cinco flashes encima y una falsa novedad: “¡Nuevo onanista en el Metropolitano!”, cantan las noticias, cuando en realidad nada pasó. Para tu desgracia solo había un testigo. Afirma en sus “generales de ley” que es una actriz…
8. “Es un mal escritor, sin duda”, piensas, mientras sueltas todas las loas imaginables a su nuevo esperpento, perdón, novela. Pero recuerdas mi manual y vuelves a las andadas. “La autenticidad ante todo, sé tú mismo, la franqueza te hace libre y la libertad te hace digno”. Así que vas con todo y te rectificas: “Honestamente tu novela es malísima, tan mala que utilicé su volumen como la pata faltante de mi sillón”. Aún recuerdas al amigo aquel. Llámalo “nostalgia”. ¿Que por qué le dio con palo a tu novela en su leidísima columna literaria? Goleada, al fin.
9. Burdo tema para intervenir. La guerra entre tirios y troyanos. Miras la sala llena de tirios, es su evento. Recuerdas a Aristóteles y su apurado llamado a la razón: “Soy amigo de Platón, pero lo soy más de la verdad” y la verdad en este caso es que la barbarie, provenga de donde provenga es una barbarie contra la vida y contra la razón. Y después te preguntas por qué ya no te invitan.
10. Ella te miró al final de la jornada sin saber qué decir, pero al final lo soltó: “Eres muy aburrido y la pasé súpermal”. Sí, te confieso que también vino por aquí y le hablé como le suelo hablar a los que vienen por este consultorio, con plena libertad y autenticidad, que es lo mío. Te preguntas la razón de tu derrota, miras la lámpara con tus ojos luciferinos. Me odias, me dices que nunca más vendrás por este nido de cucarachas. Mira, que si ella te dijo que la cita fue extremadamente aburrida, me interesa un pepino…
Pronto, en este consultorio: terapia de parejas…Separa ya tu cita.