Así seas poeta
Un poeta no debe aguardar que lo estimen como un GRAN poeta (aunque lo fuera ¿?), ni siquiera como un buen poeta, ni siquiera como poeta a secas o acaso tan sencillamente como un hacedor de palabras. Más aún, no debe concebir ser visible a aquellos ojos que solo ven sus contornos.
Lo suyo es solo crear por el gusto de hacerlo o porque le es necesario o vital. Una muestra de lo que es sublimar el dolor por la poesía:
De “Retratos de mi padre” (Calambur, 2014), el poema que da fin al libro y que abre la puerta al poemario que vendrá (Camino a Itaca).
Adiós
Porque no espero retornar jamás
Porque no espero
Porque no espero retornar”
T.S Eliot (Miércoles de ceniza)
Raíz que brota de los ojos como una ceniza
me extraña el pan dorado del marco.
Por segunda y tercera vez se cierran los espejos.
Marinero en Stabergersee que no fue,
vidrios rotos
refulgiendo al sol como un astro fugaz.
Mañana rota.
Yerma.
Mañana rota.
Muerte en el abrazo roto
de los otros
que son siempre los otros
y que lo ignoran
y que son hombres rotos
que habitan pueblos rotos.
También los muros se rompen.
Adioses rotos sobre las mañanas rotas.
Caribdis, rayos de sol volcados en la marea.
Cuadro final y roto al fondo de su cocina,
cuando hiede el pedestal de los tubérculos
sobre una canasta de paja.
Padre, hoy he descubierto la mortalidad.
La neblina cubre
el paso de los espectros,
y yo he ordenado tu casa.
“Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
Sicut erat in principio, et nunc et semper,
et in saeccula saeculorum,
amen”.