La verdad esencial
Si la humanidad debiera pasar por un examen esencial es el de su propia sustancia ¿Cuán humanos somos? ¿Cuán compasivos o en contrapartida pequeños, miserables y egocéntricos podemos llegar a ser? ¿Es el hombre solo un medio de otros hombres o un fin superior? Para evaluar tu humanidad basta con resolver estas pocas preguntas.
1. ¿Eres de los que no se inmutan frente al dolor y la angustia del que clama una moneda, una palabra, una oportunidad o un abrazo? Sí, por si no has reparado en ello, la compasión no solo es materialista y la pobreza tiene múltiples dimensiones.
2. ¿Has manipulado sentimientos para lograr tus propios fines? ¿Es el hombre un medio o un fin? Más allá de Kant, utilizar al otro sin ver en el “otro” es una forma de negar la humanidad que vive más allá de tu deleznable cuerpo y de tus propias necesidades.
3. ¿Te interesa realmente cuando requieren tu sensibilidad o tu piedad? ¿Se te mueve una pequeña fibra al menos cuando las lágrimas del otro son su mejor argumento?
4. ¿Crees que tus males son los únicos sobre la Tierra?
5. ¿Te has introducido en los zapatos del otro?
6. ¿Eres de los que contestan el correo o el teléfono solo cuando de un bien (para ti) se trata? ¿Eres de los que toman la iniciativa de la comunicación con los amigos o de aquellos que solo actúan por reacción y respuesta?
6. ¿Le das un tiempo a la gente? Y en “gente” cabe un cúmulo de opciones: parientes, amigos, socios, clientes y, sustantivamente, aquellos que te necesitan. Sí, también los extraños.
7. ¿Visitas a tus padres?
8. ¿Eres, como uno o como cualquiera, de los que se quejan de la insensibilidad y la deshumanización cuando por tu indiferencia y tus faltas también te atañen?
9. ¿Entiendes el perdón como una redención, como el cierre de un círculo y la paz o como una claudicación? ¿Eres de los que se dejan ganar por el rencor (que ya es de por sí el jardín del infierno)?
10. ¿Pronuncias el nombre de Dios cuando tu corazón delata que es eso precisamente lo que te falta? Bueno, Dios pasa por acercarte al otro, al que gime y urge. No hay Dios sin la concepción humana del otro.
11. ¿Crees que la estación de dar es una bendición o una obligación?
12. ¿Le has cerrado la puerta a alguien alguna vez y te has volcado a dormir?
13. ¿Te han hurtado una lágrima alguna vez: un viejo solitario, un niño desolado, un hombre malherido?
14. ¿Te has envanecido por tus propios propósitos y victorias? ¿Te interesan las victorias de los otros? ¿Las sueltas al aire con tu megáfono? ¿Las odias en secreto?
15. De verdad ¿Has creído alguna vez que solo tú existes?
16. ¿Le has obsequiado consuelo al afligido aunque sea en su cuenta de Facebook o Twitter? El dolor, la fraternidad y la grandeza se valen de cualquier subterfugio. los artilugios han de servir al hombre.
Si entre tus respuestas hay un indicador de humanidad palpitante, felicidades, te ubicas en una minoría selecta, cuyo brillo y estela es celestial. No hay poder humano ni fama rutilante que siquiera se le parezca.