Los poemas de los adioses
La poesía es hija de la inspiración y esta es una dama huidiza que disfruta de los apasionamientos y tribulaciones de los poetas. Un poeta se nutre de sus turbaciones, de la nostalgia y el socavón de las miserias que lo suelen cargar. Al decir verdad, cuando ello no ocurre, el poeta inventa, vive su ficción, se convierte en un personaje inexistente. Sobre esa base aquí dos poemas con los que este blog concluye la etapa poética para abrazar nuevos temas:
Extraños
Adiós.
Para siempre adiós.
Viajeros de ida,
simplemente extraños.
Amor, siempre los adioses.
Es inútil combatir
el lindero del abismo.
Distantes barrios,
disímiles voces,
tu cuerpo desdoblándose
en extraños territorios.
Es muy tarde, adiós.
Vierto mis humos arqueados
por las calles moribundas.
El océano ya no tiene tus ojos.
Eso es todo.
Adiós.
Ojalá
Ojalá me pisaran los pies del jornalero
y me pulverizara en un recodo del camino.
Ojalá se desvaneciera mi cuerpo
mi sombra filuda
mi vientre de agua
mis patas de araña.
Ojalá y fuese la rueda
volcada al fondo de un acantilado
y la lengua del océano me royera.
Ojalá y se abriese la tierra:
un alud de escarchas
una tromba de lava
una fuga de hielo
un destello deprisa
un sendero sin rastro.
Ojalá me arrastrara la cólera del viento
hacia tu cuerpo
a las raíces de tu cuerpo
a las cenizas de tus ojos.
Y mi tiempo se bifurcara en otro
y el otro en uno nuevo
hasta el infinito:
….como los espejos y los laberintos.